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Cómo saber si tienes jefes tóxicos

Los jefes tóxicos en la era del conocimiento
César Piqueras
lunes, 27 de abril de 2015, 22:16 h (CET)
Hace unas semanas estuve comiendo con un amigo, Director General de una empresa de tamaño medio (250-500 empleados). Cuando comenzó en esta organización no podía imaginar que su jefe (el dueño de la misma) sería uno de esos jefes tóxicos que hacen palidecer a cualquiera en una reunión…

Los jefes tóxicos en la era del conocimiento
Eso de que tu jefe es tóxico, no es algo que nadie te avise, ni siquiera lo hueles tú en el proceso de selección. La empresa consultora que te ha metido allí, se suele lavar las manos y cobrar los 25.000€ del proceso de headhunting, en una especie “Uy, pues yo no me había dado cuenta de que era así…”. Pero lo cierto es que cuando entras en una organización es cuando la conoces de verdad.

Ese es el motivo por el cual cuando realizamos procesos de selección nos importa tanto la empresa que necesita un profesional, como el profesional que necesita una empresa. Este segundo detalle, es al que muchos headhunters no prestan, digamos, demasiada atención…

Esto es como en la pareja. Una cosa es el enamoramiento y otra muy distinta, el matrimonio, convivir con alguien y compartir un proyecto de vida.

En las empresas hasta que no estamos dentro, es muy difícil que sepamos el clima que se respira.

Algunos consultores solemos oler, con cierta precisión, el clima laboral de las empresas. Necesito cinco minutos de conversación con varias personas y algo de información financiera para saber cuál es el principal problema que acusa una empresa, y seguramente cuál será la causa de su muerte si no se le pone remedio. Quizá por eso nuestras tarifas no suelen ser directamente relacionadas con el tiempo que dedicamos a un proyecto, sino con el valor que aportamos.

No en todas las empresas se respira el mismo clima laboral. Las personas que las dirigen, imprimen en ellas una forma de estar, de ser y de pertenecer, una cultura en definitiva. Muchos de los que vivimos por aquí, en la Costa Levantina, me dicen, “esa mentalidad empresarial tóxica es muy de por aquí, del clásico dueño de camp de taronges (campo de naranjas) que se hizo empresario”. Sin embargo, yo esto lo veo en todo nuestro territorio nacional, y en muchas otras culturas.

Jefes tóxicos hay en todos los sitios, y son realmente peligrosos, pues merman dimensiones clave para el futuro de la organización.

Al igual que hay empleados tóxicos (de estos hablaré otro día), también hay directores tóxicos, el problema es que los segundos causan más daño, pues se encuentran en una posición de poder, desde la que la destrucción que se puede causar es mucho mayor.

Por si a alguien le queda alguna duda, la toxicidad tiene que ver con la agresividad, la falta de respeto, el exceso de autoritarismo innecesario, la falta de razonamiento lógico, la culpa e incluso el victimismo.

Yo he conocido a algunos, y he trabajado también para alguno de ellos. El sentido común me dijo que cuanto menos tiempo pasara bajo sus dominios sería mucho mejor para mi salud y para la de los míos. Los jefes tóxicos provocan muchos daños, aléjate de ellos en cuanto puedas.

Tantos daños, que creo que en un futuro la propia sociedad y la legislación no permitirá que sigan ejerciendo y campando a sus anchas. Quizás sean copartícipes de la generación de riqueza, pero…

…¿Cuánta infelicidad causan?
…¿Cuántas pérdidas en nuestro sistema de la Seguridad Social?
…¿Cuánto estrés y enfermedades derivadas del estrés provocan?
…¿Cuántas bajas laborales y enfermedades coronarias?

A la sociedad este tipo de jefes o empresarios le cuesta demasiado dinero, y no creo que en el seno de una sociedad cada vez más consciente y responsable, estas personas tengan cabida dirigiendo personas, equipos y empresas.

No, con lo de tóxico no me refiero a que alguien tenga sus rarezas, que tenga algunas manías ni nada por el estilo. Todos las tenemos. Con lo de tóxico me refiero a estar como un cencerro, ¿Sabes lo que es estar como un cencerro? pues eso, como una p*** cabra.

Este tipo de directivos tienen miedo, necesitan ayuda. Si analizáramos su personalidad solemos encontrar debajo personas débiles, que para no mostrar su debilidad necesitan ser agresivos, demostrar que son más fuertes, más poderosos y más grandes (como diría un Director de Desarrollo al que le tengo mucho cariño “demostrar que la tienen más larga!”).

Ante todo ese miedo crean una coraza, esconden su vulnerabilidad, y muestran los dientes. Es incómodo trabajar con ellos.

Tienen un tipo de poder, el poder externo que le da su cargo o su patrimonio. No es un poder que se hayan ganado ellos, que le otorguemos los demás, poder interno. Si preguntáramos a  las personas de su equipo ¿te gustaría seguir trabajando a su lado? todo el mundo saldría corriendo.

La fuga del talento
Y quizá sea ese el principal problema de estos líderes. Los profesionales excelentes no se quedan en sus equipos. Huyen por patas. Las personas con capacidad, posibilidad y talento salen corriendo porque saben que su felicidad y su futuro está en juego. Por eso, estos líderes acaban desconfiando más de las personas, porque sienten que los buenos les han traicionado, porque un día se fueron. Lo que no saben es que se fueron, porque a su lado era imposible ser buenos.

Las consecuencias de ser un jefe tóxico
Con tu permiso, querido lector, hagamos un pequeño análisis de las cosas que vas a ver en una empresa con uno o varios jefes tóxicos:

Los problemas se tapan. Nadie quiere que salgan a la luz los errores que se han cometido. Como saben las consecuencias, las personas suelen esconder todo tipo de fallos y errores cometidos para que no se entere el jefe.

Aprovechamos al jefe para ganar puntos. En estas empresas también nos encontraremos a muchas personas que quieren ganar puntos. Para ello, si el director financiero tiene una rencilla con la directora de marketing, aprovechará el comité de dirección para achucharle al director general, que es quien más daño puede hacer. Cuando se sale de las reuniones es cuando empiezan las llamadas entre compañeros “¿Has visto lo que ha dicho el director financiero? Será hijo de ….!”

Amenazas. En estas empresas la amenaza es el sistema de gestión. El jefe tóxico ha amenazado ya a tanta gente que nadie le cree. Eso de decir “A mi no me cuesta nada despediros a todos”, “La próxima vez que vea algo así despediré a…”, “Como no hagáis bien vuestro trabajo cierro la persiana”… en fin, frases que todos conocemos.

Dirección por temblores. Las personas tienen miedo, miedo a fallar. No tienen miedo al cliente, a quien tienen miedo es al jefe. Si lo que hacemos favorece o no al cliente no nos importa, lo importante es que Fulanito no se enfade.

Disminuye la autoestima. Si pudiéramos analizar la confianza de las personas en sí mismos, nos daríamos cuenta de que esta dismunuye, su autoestima se va acabando.

Solo se quedan los mediocres. Como decía antes, el talento se escapa. Se queda en la empresa quien no tiene demasiado talento o quien teniendo talento no tiene otra opción por cualquier motivo, ya sea financiero, familiar u otro.

Nunca quieren ver la realidad. Aunque su estilo de gestión sea pésimo, los verás asistiendo a foros de desarrollo humano e incluso haciendo conferencias mientras hablan de “la importancia de las personas”… Yo los he visto, y luego al visitar sus empresas con ellos, he visto como las empresas callaban y agachaban la cabeza cuando pasábamos a su lado. Les puedes decir de una y mil formas que su estilo de gestión está obsoleto, y nunca caerán en la cuenta.

Clima laboral tocado y hundido. Imagina, después de todo esto, cómo tiene que ser el clima laboral. La satisfacción de las personas con su trabajo, la cohesión, la relación entre compañeros, etcétera… En estas empresas los análisis de clima laboral no suelen estar bien vistos, bobadas…

Siendo así, para todos los que os ocupáis de dirigir personas y os podáis identificar con algo de lo dicho (aunque duela y escueza), desde aquí, mi invitación a cambiar, se puede. Sólo hay que darse cuenta del problema, ponerle ganas y buscar ayuda.

Y también quiero hacer una invitación a todos aquellos que trabajéis bajo las alas de un jefe tóxico: Volar.

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