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Amnistías, según el color con el que se miran. La distinta vara de medir

“Entonces Pedro se acercó y le dijo: -Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: -No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.” Mateo 18:21-22
Miguel Massanet
miércoles, 29 de abril de 2015, 23:00 h (CET)
Durante el gobierno de Felipe González fueron dos las ocasiones en las que se acudió a amnistías fiscales para que los defraudadores a Hacienda pudieran salir de la ilegalidad para regresar al “buen camino” mediante la compra de Pagarés del Estado, sin que, en ningún caso, los que se acogieron a la amnistía fueran sancionados con ninguna clase de sanción ni multa y sólo vieron reducida su rentabilidad a un 5% (en épocas en la que los intereses habituales sobrepasaban el 10%). Alguien, según publicó El País, ya entonces llegó a decir “El funcionamiento del nuevo sistema fiscal está basado en el incumplimiento de la ley, pues ésta contiene elementos deliberado de hipocresía cuando no de corrupción tributaria”. En efecto, si hay una medida absurda y, evidentemente, injusta para el resto de la sociedad, es la de la Amnistía que permite a los grandes defraudadores blanquear su dinero y evitar el castigo correspondiente; cuando a cualquier infeliz ciudadano de a pie que se equivoque o retrase en la presentación de su declaración tributaria, inmediatamente le caen los recargos, cuando no las correspondiente multas, por su incumplimiento de la legalidad.

El propio director general del Tesoro Manuel Conthe, dijo en unas jornadas que “los Pagarés surgieron de unas actividades defraudatorias perseguidas por el Estado pero (añadió) que el Estado podía ejercer ‘el derecho de asilo’ ”. Y todo este preámbulo viene a cuenta de este discurso que el señor Pedro Sánchez del PSOE, en el que, haciendo gala de la mayor hipocresía con la que una persona pública pudiere actuar, se olvida de los antecedentes existentes en su propio partido, para criticar a su adversario político, el PP, de lo mismo que ellos hicieron, en dos ocasiones, cuando estuvieron en el gobierno; con más facilidades y menos coste para los defraudadores a los que amnistiaron. Pero también existen otras formaciones políticas que tendrán que dar explicaciones convincentes respecto a su parentesco ideológico y apoyo incondicional a los griegos de Syriza y especialmente, al “coleguilla” del señor Pablo Iglesias, el señor Tsipras, al que acompañaron y postularon en los momentos en los que se presentaron a las elecciones griegas.

Y es que se da el hecho, insólito e impredecible, de que, el señor Manis Varufakis, el mediático y defenestrado negociador griego con la UE, ha declarado, tras una reunión celebrada en Atenas, lo siguiente: “El Gobierno discutirá el proyecto de ley para permitir a los ciudadanos declarar voluntariamente sus depósitos en el extranjero “¿Se trata de una amnistía? Si, señores, ¿Una amnistía como las que se han llevado a cabo en España? pues también, ¿Una forma de regularizar cantidades no declaradas por los contribuyentes depositadas en paraísos fiscales? Exactamente. Unas cantidades que, normalmente, para ser regularizadas, supondría hacerse cargo de un gravamen del 46% y una multa de hasta otro 46%, se regularizarían con un gravamen sensiblemente inferior de un 15% a un 20%, sin más gastos adicionales. Y esto propuesto por un gobierno filocomunista, progresista y que hace apenas unos meses hablaba de poner a la CE de montera y de no hacer el más mínimo caso de sus recomendaciones, amenazando con no pagar la enorme deuda que tiene contraída con el FMI el BCE y la CE.

Ahora se nos ocurre pensar como van a quedar todos estos señores de Podemos que anuncian que se van a cargar a los ricos, incautar las viviendas de los ciudadanos, luchar sin tregua contra el fraude fiscal y aumentar los impuestos, intervenir en las empresas y estatalizar la economía; amén de un sinfín de recortes a las libertades ciudadanas, todo ello siguiendo las recomendaciones que le hicieron al gobierno del señor Maduro, como han sido la eliminación de los adversarios políticos, la censura a la prensa, el encarcelamiento de todo aquel que se manifieste contra la dictadura del régimen y el establecimiento de un régimen terrorista y policial que no permite el desenvolvimiento de una democracia verdadera; cuando se enteren de que sus compadres griegos han recurrido a un procedimiento, presuntamente capitalista, para conseguir el regreso del dinero que los ricos, en previsión, se llevaron de Grecia para evitar que les fuera incautado por los nuevos gobernantes.

¿Van a tener éxito en su deseo de recuperar el dinero evadido? Pues, francamente, mucho me temo que no, porque pueden ser ricos y capitalistas, pero no tontos. Estas personas saben que si devuelven el dinero a su país, estos actuales gobernantes lo van a utilizar para alargar la agonía en la que está instalada su patria, en su empeño de no cumplir sus compromisos con Europa, de no aceptar las medidas que se les exigen desde Bruselas para entregarles las partidas retenidas que ellos precisan para poder seguir evitando el caer en quiebra soberana. Lo malo es que, en Europa y especialmente en los países acreedores, ya se agota la paciencia y están hartos de que se les vaya dando largas y que no se tomen medidas de austeridad que permitan confiar en el nuevo gobierno griego. El BCE ya advirtió a Tsipras de que pueden cerrar el grifo de las ayudas y, si esto sucediera, Grecia entraría en pocos días en default.

Podemos parece que empieza a tener dificultades. Ya son varios los que se muestran descontentos con el absolutismo de sus dirigentes y, lo que todavía puede ser peor, las últimas encuestas demuestran un estancamiento y, en algunos casos, un retroceso en sus perspectivas electorales. Entraron en política como elefante en cacharrería y pensaron que, si decían a los votantes que acabarían con todo lo existente para iniciar un mundo nuevo, iban a conseguir (como así fue) poner de su parte a todos aquellos españoles desencantados con los partidos tradicionales, con toda la corrupción que se ha ido destapando y que realizarían el milagro de acabar con el desempleo y establecer una renta social de 750 euros mensuales, iban a arrasar. Algo que les permitiría, con facilidad, acceder al poder para poner en práctica la vieja política intervencionista, estatalizadora, igualitaria y dictatorial, instalándose en el poder de donde, como ha ocurrido en los estados bolivarianos, ya nadie los podría descabalgar.

Pero ya no se les ve tan “puros” tan “desprendidos” ni tan inteligentes, como se les suponía; las rencillas ya empiezan a aflorar; los graves problemas de sus amigos, los griegos, que ya han desmontado la creencia de que, Europa, iba a rendirse a los populismos y, en España, ya se empieza a temer que, un posible gobierno filocomunista, aunque sea en coalición, podría significar perder todo lo que se ha adelantado desde el regreso de la democracia y el conocimiento de lo que se desprende del programa económico de Podemos (que ya está empezando a conocerse), pone en guardia a la ciudadanía de los graves atentados contra de las libertades individuales, el derecho a la propiedad, los incentivos al trabajo, el nivel de vida y, en especial, la evidencia de que, desde el resto de Europa, no iban a aceptar una España, el vigilante de la frontera Sur, que quedara en manos de un gobierno comunista que no respetara la unidad económica, las reglas del mercado y las libertades democráticas. Si señores, o acabaríamos fuera del Euro y de la CE o, como los griegos o tendríamos que vender, como Esaú el hijo de Isaac, nuestro patrimonio por un mísero plato de lentejas, al mejor postor.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, sentimos el viento huracanado que le silba a nuestros oídos, advirtiéndonos del peligro de aquellos que han venido para acabar España y, cuando lo consigan, nos dejarán para seguir implantando, en otros países, el germen de la autodestrucción. Pero, eso sí, ellos seguirán viviendo en la opulencia.

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