Um, umm, ummm. O hum, humm, hummm con hache muda o aspirada. También con variantes, cambiando la u con las vocales del abecedario Consulta al diccionario para ver que las emes precedidas por vocales no son palabras españolas. Igual ocurre con ham, hem, him o hom. Hay un hum, sólo y en desuso, que significa uf: cansancio, fastidio, sofocación y repugnancia. Y un ‘hu, hu, hu’, el triple grito con el que la chusma de galeras saludaba a las personas principales que entraban en ellas.
A expensas de lo que ocurra en Cataluña para administrar el resultado salido de las urnas tras las Elecciones Catalanas: ‘Hummm’ con una sola o varias emes seguidas. Desperdigado, oyéndose en todos los sitios. El sonido, o sorbido censurado por el corrector ortográfico automático, provoca una asociación inmediata: Habla un independentista catalán. Podría ser un catalán a secas, con apellidos vernáculos, si no se oye la hache. Pero si se percibe una, y más si es aspirada, hay un independentista. Seguro. Habría que afinar para precisar ideologías o tendencias políticas, pero no hace falta.
Hum, humm, hummm. No están entre las palabras conocidas. La familia hum, con todas sus variantes, podría ser una coletilla. No lo es, porque coletilla es la apostilla o adición al final de un escrito o un discurso, no algo previo.
También podría ser la tentativa de crear una especie de marca blanca catalana. El objetivo de las marcas blancas, según el uso a lo largo de la historia, es el intento de hacer un envase sencillo para promocionar productos. Las marcas o líneas blancas nacieron en Alemania, al terminar la Segunda Guerra Mundial, para productos de bajo precio ofertados en envases de color blanco con una etiqueta que indicaba la categoría (jabón, leche, azúcar, etc.). Pasado el tiempo, en un mercado competitivo, los productos clasificados como ‘marcas blancas’ se han convertido en las conocidas ‘marcas propias’, que a la vez honran la firma que las vende y se prestigian con ella. Pero el Hummm de independentistas, no prestigia nada ni a nadie. Tampoco lo hace ‘hu, hu, hu’, el grito con el que las chusmas de galeras saludaban a las personas principales que entraban en ellas, aunque entre chusmas, galeras y algún tipo de personas aparezcan sugerencias. Solo produce el efecto que indica el diccionario: cansancio, fastidio, sofocación y repugnancia.
Pero la familia ‘hum, humm, hummm’ existe. La usa el independentismo y la aguantamos todos. Por buscar justificaciones, hay dos motivos que no son excluyentes: Farfullo o tartamudeo con etiología desconocida, propio de la lengua y del uso que se haga de ella. Y dificultad de los que entienden mal o a medias, traducen lo que creen, piensan en un idioma, vuelven a traducir lo que razonan, y lo expresan como se les antoja con miembros de la familia de los hum.
En definitiva, farfullo, tartamudeo y trapisondas. A veces, como la tabarra de algunos políticos independentistas catalanes que molesta. Pero, en este caso, además, al margen dicciones y sonidos, hay algo que excede a otras razones, depende del independentismo y es importante: Está pendiente la formación del Gobierno de la Generalitat de Catalunya (El Govern). Acabadas las elecciones catalanas, sin interpretar ni administrar el resultado de las urnas, estamos ante algo inaceptable: Trapisondas, reparto de puestos, vetos, pactos a la contra…
¿Trampas y tramas para el nuevo Govern? Puede. Pero con un reparo: Hummm, ni coletilla independentista ni marca blanca catalana.
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