Mirarse al espejo y verse a uno mismo, es cada vez menos creíble.
Son las REDES SOCIALES las que van ocupando los claroscuros de la fotografía identitaria individual. Cada vez es más improbable la reflexión personal libre e independiente.
El aluvión de flechas envenenadas de esclavitud intelectual, hace que desde la conciencia personal hasta las estructuras sociales, todo esté empapado enciclopédicamente de OPINION AJENA INTERESADA.
La IDENTIDAD personal, se diluye y se rellena de ideologías adoptadas.
Es lo fácil, barato y laxante.
También es triste, porque los espejos no mienten, siempre dicen la verdad:
Ahora muestran rostros plagados de rictus ajenos, que hacen comentar al personal:
"¡Cuánto ha cambiado el chiquillo!"
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