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Antídoto contra el aburrimiento

El aburrimiento cuando se comparte es un estímulo para hacer fechorías
Octavi Pereña
lunes, 1 de junio de 2015, 22:01 h (CET)
Entre el 21 de junio y el 24 de agosto de 2012 el municipio de Roses fue sacudido por diversos incendios forestales. Dos adolescentes de 16 años, vecinos de Roses fueron acusados de una serie de incendios forestales. Los acusados dos estudiantes que estaban de vacaciones y miembros de familias estructuradas y acomodadas. Su perfil es el de unos jóvenes de los que nadie hubiera sospechado que hubiesen provocado los incendios. No tenían antecedentes. Posiblemente hubiesen seguido con su aventura destructiva si no hubiese sido por un hecho fortuito y el narcisismo de querer inmortalizar en imágenes sus gamberradas. Se da por descartado que tuviesen algún tipo de problema mental.

Un vecino encontró una tarjeta de memoria de teléfono móvil. Al ver que contenía fotografías y videos en que aparecían los dos jóvenes encendiendo fuego en zonas forestales alertó a la policía. Este hallazgo fue la clave de la investigación porque puso a la policía sobre la pista.

La policía después de haber analizado las imágenes llegó a la conclusión que los jóvenes posiblemente pretendían romper la monotonía del verano, los días sin tener nada que hacer se les hacían muy largos. Si el aburrimiento fue el causante de que los dos jóvenes abandonasen los videojuegos y los recorridos en moto por el encendedor, nos detendremos en el aburrimiento.

José Antonio Marina al respecto dice algo muy interesante: “Me intriga (el aburrimiento) porque es el malestar que siente quien no es desdichado. Quien sufre no está aburrido. Está sufriendo. El aburrimiento es el sentimiento de no estar recibiendo un nivel adecuado de estímulos. …Cuando estamos aburridos buscamos nuevas salidas. Si nos preocupamos en divertir al niño, lo condenamos a la pasividad. La sociedad del espectáculo es una sociedad de pasivos…El culpable del aburrimiento a la vez es su víctima. Mis alumnos se irritan cuando les digo: ”No estáis aburridos porque las cosas sean aburridas, sino al contrario. Las cosas son aburridas porque estáis aburridos”.Les recomiendo que tengan proyectos, hacen interesante la realidad. El aburrido necesita matar el tiempo porque no tiene con que llenarlo. I por esto consuma una conducta suicida, ya que el tiempo es nuestra única riqueza. La creación aunque sea minúscula, cuotidiana, es el antídoto contra el aburrimiento. Por esto el epígrafe de esta columna es crear.

El aburrimiento según Marina, es un estado emocional inactivo porque le falta creatividad. El aburrido está desilusionado. Nada le importa. Lo que cuenta es matar las horas sea como sea. A los dos adolescentes de Roses los días veraniegos se les hacían muy largos y como no eran creativos se dedicaron a encender fuegos forestales, cosa que los emocionaba. En lugar de creatividad, destrucción. No todos los aburridos se convierten en Nerón que para inspirase para hacer una loa a Roma le prendió fuego. Da en el blanco Marina cuando escribe: La sociedad del espectáculo es una sociedad de pasivos. Las ilusiones que despierta la sociedad del espectáculo son como un fuego de virutas que despierta emociones y antes de haberlas disfrutado ya han fenecido. Y así indefinidamente. La sociedad del espectáculo que hemos creado para mantenernos despiertos nos aburre. Nos mata emocionalmente. He aquí la necesidad de emociones cada vez mas fuertes para alcanzar la misma intensidad. Podemos llegar a convertirnos en incendiarios.

Según Marina el antídoto contra el aburrimiento es la creatividad. Veamos lo que nos dice el libro de Eclesiastés: “Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén. Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo, este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. Miré todas las obras que se hacen debajo del sol, y he aquí todo ello era vanidad y aflicción de espíritu” (1:12-14). Al final del libro aconseja a su hijo: “Ahora, hijo mío, a más de esto sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros, y el mucho estudio es fatiga de la carne” (12:12). Lo que nos viene a decir Salomón es que todo aquello que no tiene trascendencia eterna no satisface a quien se esfuerza porque “es vanidad y aflicción de espíritu”. Lo que no tiene sentido, por importancia que se le de, aburre. Si lo que hace el hombre es intrascendente, ¿debemos conformarnos con el aburrimiento? De ninguna de las maneras.

El hombre ha sido creado por Dios y la plena realización la obtiene cuando por la fe en Jesús y su obra redentora recupera la amistad con Él perdida en el paraíso por el pecado de Adán que ha sido transferido a toda su posteridad. Cuando alguien se encuentra con Jesús pone toda su diligencia en crecer en el conocimiento de Dios. El apóstol Pedro nos asegura que “si estas cosas están en vosotros y abundan no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:8). El creyente en Cristo a partir del momento de su conversión entra en un proceso de perfeccionamiento espiritual que le impulsa a querer alcanzar la perfección del Padre celestial a la que ha sido llamado alcanzar. Esforzarse por entrar en el reino de los cielos es el trabajo que jamás recompensa con “vanidad y aflicción de espíritu”. Esta labor es placentera porque todo aquello que tiene que ver con la trascendencia eterna jamás decepciona.

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