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Emigrantes de ayer y de ahora

Haciendo viajes parecidos, curiosamente tienen nombre diferente
Nieves Fernández
viernes, 26 de junio de 2015, 22:00 h (CET)
Es tiempo de hablar de emigrantes y emigrados, sea por los que a España y a Europa llegan en condiciones infrahumanas, convertidos en tragedia, sea por los que se nos van a otros países, con su joven maleta llena de formación e ilusiones, y es que es importante el lugar de dónde se parte y a dónde se va. Cambia hasta la palabra, ¿verdad? Los que se van se llaman emigrantes, e inmigrantes se llaman los que vienen. Haciendo viajes parecidos, curiosamente tienen nombre diferente. Hay emigrantes que buscan trabajo y llevan sus papeles en regla, los hay que ocultan hasta la edad para no ser descubiertos, y por aquello de que una vez al ser humano se le ocurre firmar que el hombre y el niño tienen unos derechos, hasta es posible que la ley les beneficie; siempre ocurre eso con las leyes, benefician o perjudican según del lado que te encuentres.

Perdón por una introducción tan extensa, hoy quería hablar de demografía. Los demógrafos a veces nos avisan y asustan con que el envejecimiento de la población es un problema, o que el crecimiento cero ya está en marcha, y entonces la misma población va y lo soluciona. Recuerdo a mi padre en los años ochenta y noventa preocupado por quién labraría las tierras, por desgracia no llegó a ver que los inmigrantes llegados de países árabes, latinoamericanos y de países del Este se ocupaban de ello junto a los pocos agricultores del lugar. Llegó la crisis y muchos se marcharon, ocupando esos puestos de nuevo los nativos. En su día su propio hermano y uno de sus hijos emigraron al norte, yo misma me cambié a una ciudad más grande, una de sus hermanas a Madrid, su cuñada con toda su familia a una población industrializada de la misma provincia, y algún amigo se escapó hasta Alemania, Alguien volvió, pero la mayoría se quedaron en la región de acogida. Era tiempo de mudarse a Alemania, Suiza, País Vasco, Cataluña o Levante. Era tiempo de perder horizontes o ganarlos, según se mire. Porque se ganan y se pierden horizontes hasta si cambias de acera en una calle.

Los demógrafos otras veces nos dicen que la tasa de natalidad está muy baja, que no nos nacen niños y la misma población casi lo soluciona con niños españoles de origen extranjero. Pero no siempre el hombre tiene en su mano solucionar los problemas migratorios del mundo, por lo que deberemos estar atentos, puede que nos toque movernos en cualquier momento.

Movimientos de población los hay siempre, aunque se hagan a decenas o a miles de kilómetros. Todos nos movemos. Respeto mutuo para la población dinámica y leyes justas, necesitamos. ¿Recuerdan la moda televisiva de los programas de “españoles por el mundo”?, parecía que te invitaban a salir de tu pueblo o ciudad a buscar eso, el mundo. No, no parecía, es que lo hacían de forma descarada. Pues ya lo tienen, nos hemos convertido en un pueblo viajero, donde los jóvenes saben moverse a la perfección por aeropuertos y ciudades importantes de Europa y América, algunos serán protagonistas del mejor viaje de su vida. Lo que hace falta es que permitamos los viajes sin peleas por albergar un número mayor o menor de pobres inmigrantes económicos que parecen “asediarnos” por todas partes y que nos recuerdan que las causas de la demografía y sus consecuencias existen para todos.

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