No cabe duda, en toda la amplitud circunstancial, como personas, hemos de atender al reto individual, este se ampliará después a más amplias consideraciones. A estas alturas no sería menester mucha insistencia sobre las variadas características de cada sujeto para enfrentarse a dicho reto; pero emerge con asombro esa tendencia de los seguidismos absurdos en torno a cualquier liderucho, consignas vacuas, mentiras flagrantes u ocurrencias estridentes. Nos abocan a la DISYUNTIVA radical de inclinarse por las iniciativas propias con el esfuerzo requerido, o por el contrario, plegarse a las disposiciones ajenas. Será una decisión importante abierta a los variados criterios.
Con mayor frecuencia de la deseada nos vemos arrastrados por el ritmo de los avatares cotidianos, sin tiempo para consideraciones de mayor calado. Surgen entremezcladas las inquietudes laborales, familiares, de la falta de trabajo, de la soledad o de las múltiples presiones ambientales. Sometidos a semejante proliferación de estímulos, no es de extrañar que limitemos nuestras atenciones ceñidos a la inmediatez. Pese a ello, de manera voluntaria o sin pretenderlo, vamos tomando parte en las ACTIVIDADES generales con desigual fortuna. Percibimos la implicación en los aconteceres comunitarios, quedando aparte la explicación de los mecanismos a través de los cuales participamos.
Una de las ironías de la vida, no faltan un sinnúmero de acompañantes, gira alrededor de lo que percibimos realmente. Surgen las expresiones procedentes de fondos imprevistos, después se verá donde queda su interpretación. Estaremos de acuerdo en la gran cantidad de cosas que no se dicen, pero están. Y por si faltara algo, al margen de decires y silencios, la existencia palpita en ondas de mayor amplitud, con unos horizontes abiertos a todo el sentir humano. La riqueza de posibilidades es inmensa, siempre con las peculiaridades asomando su cariz. Desde ese conjunto destaca el absurdo de vernos prestando atención a una sola faceta. El sujeto ABSORTO se pierde la apertura de horizontes, en una renuncia inútil de su vitalidad.
Apenas representamos una motita de polvo en la complejidad del proceso evolutivo, es una participación de poca prestancia, al tiempo que persistente, nadie la puede eliminar. Sin embargo, a través de dicha insignificancia subsiste el rescoldo de la autonomía personal; desde su pequeño habitáculo, ese núcleo particular de la persona dispone de su capacidad volitiva para deambular por las anchuras mundanas. En tal ejercicio resistente se muestra esa potencia del DISCERNIMIENTO, para eludir los seguimientos impropios al son de gentes impertinentes. La pugna será ardua e incesante, porque todos buscan la certeza sumidos en el abismo inesquivable de la incertidumbre. Porque es inequívoco el choque originado cuando las pretensiones tropiezan con la realidad; ocurre entre los medios físicos, como en los entramados psicológicos.
Sí, las ciencias adelantan barbaridades, se divulgan hasta las entretelas íntimas, pero no logramos eludir el abrazo de lo desconocido. Al presumir confiados, pronto chirría con fuerza el misterio de cuanto acontece. Los diversos métodos empleados en esta navegación claudican ante el clamor de lo INALCANZABLE, que nos acongoja. En apariencia, es sencillo reconocerlo, apelando como consecuencia a las colaboraciones para la búsqueda de hallazgos gratificantes. En las aplicaciones practicas se resiste la necesaria humildad, vociferamos con escaso fundamento.
Cuando nos vamos adentrando en las categorías de la actuación humana; surgen los buenos, los malos, los incautos, los estúpidos, los pretenciosos, sin ánimo de ser exhaustivos dado el amplio panorama de los caracteres activados. Uno se encuentra con dificultades para precisar sus convicciones, más aún para convalidar sus actuaciones. La casuística reúne penalidades con alegrías, atenciones personales y colectivas, con esa inseguridad innata para definir las repercusiones de los actos. El BIEN y el MAL planean sobre ese conjunto de circunstancias huyendo de las definiciones rígidas, pero obligando a los protagonistas a pronunciarse. Son disyuntivas exigentes en ambientes cambiantes.
El tiempo sufrido dura la intemerata, mientras los eventos placenteros son esporádicos; nos desajustan los planteamientos al carecer de la brújula eficiente para orientar estos recorridos. Estamos involucrados en la danza cotidiana plagada de ignorancias y supersticiones, donde fluyen las emociones. Sus vibraciones nos ponen en TENSIÓN, porque anhelamos concordias y armonías tranquilizantes, al tiempo que las envolturas acechan con sus turbulencias. Muy a pesar de las inclemencias, subsiste la terca presencia de cada yo, intentando fijar posiciones cuando apenas, cuando apenas consigue deambular entre inseguridades. No disponemos de la pausa reflexiva ni de la coherencia decisoria.
La vida nos aporta numerosos atractivos, pero distribuidos por un territorio notablemente desconcertante. Desde el principio ya coinciden la pesadez de ciertas reiteraciones con los brotes novedosos, sin explicaciones convincentes. En este legado excéntrico nos tocan en suerte una serie de características llamativas; al intentar comprenderlas, dado el poco acierto, pasamos a considerar absurdo todo el bagaje existencial. La tensión acumulada adopta formatos manejables cuando en el posicionamiento personal aparece la ACEPTACIÓN de las limitaciones constitutivas. Dicha aceptación nos libera de las presiones superfluas y posibilita el ejercicio templado de las cualidades.
La disposición de una serie de recursos, personales o ambientales, supone un primer eslabón a la hora de calibrar la intervención de cada sujeto; después influirán las actitudes volitivas del protagonista, así como las colaboraciones recibidas desde otros agentes. De los eventos llevados a cabo derivarán una serie de ramificaciones de diverso alcance; configuran un amplio abanico de resultados e influencias. En estos lances se introduce el concepto del MÉRITO atribuido a los empeños individuales, teniéndose en cuenta sus medios y las dimensiones de su actuación. Parecido, pero muy diferente, es el concepto de su valoración según desde donde se analice y los criterios utilizados.
Felicidad, sensatez, sentido de la vida, surgen entre las ideas tratadas con reiteración anhelante; a su vera lucen reverberaciones de colores insólitos en busca de fundamentos. Dibujan una fascinante DIVERSIDAD, en la cual resultan imposibles las fijaciones, que quizá fueran deseadas, pero están muy alejadas de las múltiples realidades experimentadas. Ni el cauce está quieto en este río de la vida.
Por muchos acompañamientos traídos a colación, con el fondo abisal de los misterios y con las modestas vivencias particulares; la presencia personal ejerce su protagonismo insoslayable e insustituible. Pero además, el SENTIDO de su existencia lo configura cada cual según sus arrestos y diponibilidades. Será un logro personal estúpido o artístico, trabajado o desdeñado, pero autónomo en su condición radical.
|