Me gustaría saber dónde llegamos con las balas y las navajas que recibieron en carta el ministro de Interior, la ministra de Industria y Turismo y el desaparecido “marqués”, además de la directora general de los ‘Ahumadas’. Aquellas graves amenazas queatentaban contra la democracia y la convivencia se desactivaron con un simple chascarrillo de Ayuso y su calificación de “Circo de la extrema izquierda”. Es evidente que se le vio el plumero a la siniestra tensionada, aunque hoy todos sospechamos que ellos mismos se hicieron las amenazas para alterar la convivencia de las elecciones madrileñas. Los objetivos eran claros: buscar réditos electorales, movilizar a su asustado electorado, montar en la mentira, el provecho propio, la venganza y triquiñuelas de todo tipo.
Aquellas misivas no se las creyó ni la izquierda más cabreada. Las sospechas fueron evidentes, sobre todo porque llegaron a su destino sin ser captadas o interceptadas por ningún escáner oficial. Hasta la Cadena SER --fiel a su amo y dador de prebendas-- no dudó en afirmar que pudo deberse a que la navaja iba envuelta entre “compact discs para evitar ser detectada por los escáneres del Ministerio de Industria". Eso no se lo cree ni el periodista más ignorante de la citada Cadena. Prueba de ello es que, a pesar de la bulla reiterada y mal intencionada de algunos medios, expertos en radioscopia aseguraron que eso no se lo cree nadie, ni siquiera la ministra de Medina del Campo.
Por cierto, Reyes Maroto salió a la palestra para sembrar cizaña y enmarañar el curso de las elecciones y, tras el batacazo electoral del PSOE, se escondió silenciosa y avergonzada. La seriedad de los naturales de Medina del Campo, lugar de nacimiento de esta desnortada señora ministra, no se brinda a componendas de ese tipo, pero ya se sabe que siempre hay ovejas negras en todas familias y en todos rebaños. Veremos qué dice el juez sobre esas amenazas. ¿Eran reales? Lo dudo, como lo duda mucha gente, incluida la izquierda autora. Es el momento de que la acusación particular inste al juez a pronunciarse, pero ya verán cómo se pasa por encima; sobre todo si se resuelve que fue el entorno del Gobierno y de los partidos de extrema izquierda quienes fabricaron las amenazas contra ellos mismos.
¿Dónde está la denuncia del “marqués” en los juzgados, como dijo que haría? ¿Y la correspondiente de Reyes Maroto sobre la presunta navaja ensangrentada? Ellos solos se pillaron los dedos. Hoy se han olvidado del juego sucio y de la chulesca afirmación del ‘Doctor’ respecto a que “No vamos a dejar que el odio se apodere de la convivencia en España”. Mientras el juez no se pronuncie, podemos sacar conclusiones a gusto del consumidor. Marlasca, Iglesias y Maroto quedaron como el tonto de la feria y se los vio el plumero de expertos en bulos, tramas bolivarianas y falsedades más propias de organizaciones criminales que de miembros de un Gobierno que creíamos serio, pero al que ya hemos perdido todo el respeto y quitado cualquier atisbo de credibilidad.
No me olvido de la directora general de la Guardia Civil. Otra escondida, simple correveidile socialista y dispuesta a introducir la lengua donde le digan, sin mirar a quién. A las pruebas podemos remitirnos y al ridículo inducido por el ministro próximo a la defenestración tras la presunta remodelación del Gobierno en septiembre.
El camino iniciado por el actual Gobierno --indultos injustos y amenazas incluidas—es muy peligroso, no sólo por las personas que hacen el mal sino por las que se sientan a ver lo que pasa sin evitarlo. Por mucho que se empeñe este Gobierno, nunca podrá normalizar, y mucho menos blanquear, las amenazas permanentes o los pactos con proetarras, nacionalistas de vía estrecha, independentistas de calcetín polvoriento o golpistas de tartera penitenciaria.
Esas balas y navajas eran chanzas para Ayuso y para los madrileños. Las amenazas recibidas por la presidenta y su demostrada madurez desactivaron los dardos amenazantes de la extrema izquierda y del socialismo faltón (Adriana Lastra, Simancas, Ábalos…). “La tensión es cosa de la izquierda y forma parte de la estrategia del socialismo y de su primo carnal, el comunismo. Es su circo particular”, confesó la ínclita presidenta madrileña, Díaz Ayuso..
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