Pere Aragonés, presidente del Gobierno catalán, tiene muchos frentes abiertos: mesa de diálogo; división del independentismo; trama rusa de Puigdemont y su consejero, José Luis Alay; apoyo inicial al mal llamado “Tunami Democrático”; campaña de postconvergentes contra la mesa de diálogo; negativa del Gobierno español a negociar la amnistía y la autodeterminación… No hay duda de que si monta un circo encogen los elefantes. Y a pesar de lo enumerado sólo ve por los ojos de la próxima y devaluada mesa de diálogo con Sánchez; una mesa que no debe celebrarse porque es una provocación al resto de comunidades autónomas y la fase inicial de una traición que Sánchez podría firmar llegado el momento: el referéndum separatista. ¿Acaso no se ha volcado con los indultos como hipoteca por su actual cargo?
El republicanismo catalán va a exigir al Gobierno que abra una mesa de negociación, ¿otra?, sobre lo que ellos llaman “conflicto político”. La mesa lleva en suspenso desde febrero 2020 por la incompetencia catalana para formar Gobierno, dada la división surgida entre los partidos nacionalistas, golpistas y la formación extremista de la CUP.
Tras la celebración de la última mesa se han dado dos circunstancias que han alterado el panorama catalán: la formación del nuevo gobierno dominado por ERC y el abandono del trullo por parte de los golpistas proindependentistas, como consecuencia del dudoso indulto otorgado por el Gobierno del “espantajo” Sánchez.
Fuentes cercanas a Moncloa han confirmado que el presidente catalán está desorientado, desmotivado y desinformado, en tanto que Sánchez ya muestra su hartazgo con esta mesa que de nada servirá, salvo para soliviantar al resto de presidentes autonómicos. Hay un diálogo de sordos entre administraciones y los acuerdos son cada vez más complicados: Sánchez sólo admite en el orden del día los temas que caben en el marco constitucional, en tanto que Pere Aragonés actúa como talibán proindependentistas y jefe de la “republiqueta” de nunca acabar. En muchos casos actúa por su cuenta sin el apoyo de los exconvergentes ni de la CUP. No sólo saltan chispas, sino que su presunta “Repu” puede saltar por los aires ante la actual la división catalana. Por cierto… “¡La república catalana no existe, imbécil!”
Si ya hay problemas con la fecha de la celebración de la mesa, no menos los hay con la asistencia de los presidentes. Sánchez pretende delegar en segundones, sabiendo que esa mesa no sirve más que apara tacos de escopeta. Los catalanes y Aragonés creen que están negociando de Estado a Estado y, mientras, los presidentes autonómicos mofándose de la puesta en escena. Eso sí, la millonada se la lleva Cataluña, en tanto que hay comunidades donde las comunicaciones ya son tercermundistas. La deuda catalana está desorbitada y sólo un paranoico narcisista como Sánchez puede condonarla, con tal de dormir una noche más en Moncloa. Es lo que se conoce como “paranoico integral”. Otros lo conocen en román paladino como “macabro personaje del engaño y la traición”.
En la Diada y después de ella pueden suceder muchas cosas que hoy parecerían un sueño, un mal sueño. La división es un hecho. Dice Pere Aragonés que “Esquerra y Junts (Juntos por el 3%) ya están trabajando en la reunión de esa mesa porque serán quienes representarán al país en esta mesa de negociación”. ¿País? ¿negociación? ¿representación? ¿Pero de qué habla Aragonés y qué se ha pensado que es Cataluña, aparte de una comunidad más de España?
No me sorprende que Pere Aragonés --apoyado por el ‘Sófocles’ Salvador Illa-- pretenda que se negocie la amnistía, la autodeterminación, el obligado exilio de la monarquía y el soberanismo catalán. Precisamente esas cuestiones, el Ejecutivo las tiene descartadas por completo, dado que están fuera de la ley. La ignorancia catalana y el egocentrismo salen a luz una vez más. Ya son muchos años robando a España.
Mucha estrategia catalana, pero ninguna agenda formal por parte del Gobierno regional. Tal vez Aragonés debería incluir en su agenda las explicaciones sobre el reporte de inteligencia europeo publicado por The New York Times, donde José Luis Alay, consejero de Carlos Puigdemont, gestionó reuniones con funcionarios rusos y exagentes de la Inteligencia con el objetivo de conseguir ayuda para luchar por la separación de Cataluña del resto del España. Otra traición que los jueces deberán juzgar, aunque la fiscalía ponga todas las trabas del mundo e insista en que no es delito.
El presidente catalán tiene mucho que decir sobre el Tsunami Democrático. Asustada ERC de lo que había surgido por iniciativa de Puigdemont, quiere hacer creer que se desmarcó del movimiento. Estando metidos los republicanos hasta las trancas, lo cierto es que empezaron a abuchear al ‘fantasma’ Rufián en cuantas manifestaciones aparecía y a insultarlo como “botifler”: vocablo catalán utilizado a modo de apodo contra los seguidores felipistas o borbónicos.
No creo al Gobierno catalán cuando dice que no promovió los viajes a Rusia. Me cuesta creerlo porque todo el mundo independentista estaba al tanto de todo. Por cierto, también negociaron con China; se trataba de atraer dinero para la “republiqueta” y no les importó hacer cesiones portuarias que no tardaremos en conocer. Ahora mismo, independentistas y golpistas están desesperados. Todo sea por el bien de España.
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