Esperábamos de este gobierno, presidido por el señor Sánchez, muchas, no todas, de las desagradables sorpresas con las que nos ha venido obsequiando desde que asumió el poder. Incluso, cuando contrajo su “matrimonio” de conveniencia con el líder de Unidas Podemos, el señor Pablo Iglesias, nos hicimos a la idea de que las leyes laborales y algunos artículos de la Constitución referentes a la propiedad, a la vivienda, a los derechos individuales y a las libertades cívicas, iban a ser objeto de cambios que, en ninguna manera, estarían dirigidos a ser para mejorar la vida de los españoles, antes al contrario, que su nuevo signo iba a ser el preámbulo de una nueva etapa pensada de acuerdo con las ideas más progresistas, extremistas y, por supuesto, cuajada de ataques constantes dirigidos al capitalismo, a la propiedad privada, a la religión católica, a las empresas e industrias de signo privado y a todo lo que, en España, tuviera relación con los años de democracia en los que hemos estado viviendo, desde el fallecimiento de Francisco Franco; todo ello dirigido a establecer un nuevo régimen de Estado en el que el Gobierno tuviera facultades omnímodas para hacer y deshacer según sus propios intereses que, por supuesto, que nada tendrían que ver con los del pueblo español.
Sin embargo, según diría el inefable Edward A. Murphy : “Si hay varias maneras de hacer una tarea, y uno de estos caminos conduce al desastre, entonces alguien utilizará ese camino", todos los malos auspicios, que el más pesimista de los ciudadanos españoles pudiera haber concebido respecto al destino de nuestra atribulada nación, van siendo superados con creces por las cada vez más despendoladas, improvisadas, descerebradas y, en muchas ocasiones expresivas de un renaciente espíritu vengativo, intolerante, agresivo e, incluso, partidario de adoptar medidas extremas, incluso contra la vida y la existencia de las personas que, increíblemente, podemos escucharlas en las radios y TV o en los más importante rotativos de este país.
El ejemplo más próximo lo tenemos en un protagonista político que siempre se ha caracterizado por su violencia verbal, su faltas de contención, sus ideas de extrema izquierda y su intolerancia respeto al resto de formaciones políticas, de derechas o de centro derecha, conocido por su chulería, mala educación, malas maneras y por algo peor, por trasladar su supina ignorancia de algunos temas, ya no hablemos económicos, a un discurso mental deslavazado e inconexo, pero siempre dirigido a destrozar la honra de alguna persona que, para él, debiera ser borrada de cualquier cargo, destino o responsabilidad, solamente por el hecho de no opinar como él. Hablamos, por supuesto, del señor Gabriel Rufián, un don nadie, sin oficio ni beneficio, que ha encontrado en la política extremista de izquierdas su modus vivendi que, sin duda alguna, le ha servido para enriquecerse, si es que debemos guiarnos por su cambio radical de aspecto, de vestimenta, de aires personales y hasta de pose, que le hacen parecerse, cada día más, a uno de aquellos petimetres afrancesados de la corte de Fernando VII.
Pues este señor entrevistó, en el programa “La Fábrica” en su canal de YouTube, a una youtuber, de estas señoras que tienen poco que agradecer a la naturaleza y que, con tal de aparecer en TV o en cualquier medio que se preste a presentarla y tener su minuto de gloria, vendería su alma al diablo y que se auto califica como “yo soy una pringadas”, una afirmación innecesaria por ser algo evidente; se permitió avanzar un paso más y entrar en el terreno peligroso en que consiste pasar la línea roja de lo permisible y entrar en lo que contemplan los artículos del CP, si es que, en este país, hubiera autoridades que se atrevieran a tomar medidas contra personajes de tan baja estofa que, con sus palabras, con su falta de contención y de forma pública, se puede entender que incitan a que algún descerebrado se las tome en serio y decida llevar a la práctica algún acto de aquellos que alguna persona pudiera resultar perjudicada.
La expresión literal, en la citada entrevista, de la señora Esty Quesada fue la siguiente: “Hay que matar a los simpatizantes de Vox”, lo que nos llevaría a la evidencia de que esta mujer se alegraría de que se eliminasen de la faz de la tierra a más de tres millones y medio de simpatizantes, que fueron los que votaron a los políticos de VOX. Parece ser que, el señor Rufián, que en el fondo no es tan valiente como pretende ser, se ha querido disculpar ante la audiencia manifestando que él no se esperaba esta respuesta, pero es difícil pensar que, si hubiera querido mostrar su disconformidad, no hubiera cancelado de inmediato aquella entrevista, evitando que aquella deslenguada continuara proclamando sandeces.
Nos gustaría conocer la opinión que, al respeto, tiene este particular y discutido ministro de Interior, señor Marlaska, el que tan tolerante se muestra con quienes forman parte del elenco de las izquierdas y, tan exigente, por otra parte, cuando se trata de ponerles la proa de la Justica encima a los que, para él, son carne de cañón por el mero hecho de no opinar como a él le gustaría que lo hicieran.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, empezamos a temer que, por el camino que parece que intentan seguir estos miembros de la extrema izquierda (que son los verdaderamente peligrosos y no aquellos ciudadanos, perfectamente legales, miembros de VOX, que cumplen a rajatabla las leyes de la nación.) corremos el grave peligro de que llegue un momento en el que la paciencia de las personas de orden, el respeto por las leyes y la tolerancia hacia actitudes extremas propiciadas por el actual Gobierno o consentidas por las autoridades autonómicas, cuando no propiciadas por ellas, como ocurre en el caso de Cataluña, llegue a constituir algo intolerable que despierte el instinto de conservación y el de defensa de los valores patrios cuando hayan sido gravemente perjudicados.
Y una advertencia para quienes no vean en lo que hemos comentado, un peligro evidente de que España pueda entrar en una deriva en la que aparezca de nuevo aquella violencia que surgió a raíz de la proclamación del Frente Popular, otro ejemplo de lo que puede llegar a suceder si cundiera el ejemplo de que se tomara en cuenta lo que opina esta señora, Esty Quesada; no hay nada peor que algo que estamos advirtiendo en la España enfrentada. El odio y falta de solidaridad entre unos españoles y otros. En una ocasión esta situación nos costó más de un millón de muertos.
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