Sí, sí, cansino, pesado, fastidioso, engorroso y todos los adjetivos que se le puedan aplicar a una persona que no deja re repetir, cual un disco rayado la misma perorata o cantilena que continuamente sale de su inculta, o malintencionada boca. ¿De quién hablo? de Manuel López obrador, actual presidente de Méjico. Pero considero importante que refiramos antes algo del linaje de este hombre. Es nieto de españoles. Su abuelo José Obrador nació en el pueblo cántabro de Ampuero. Hijo del guardia civil mallorquín Esteban Obrador Mayol, destinado a la antedicha localidad; con más necesidad que conocimientos siendo aún un mozalbete, tenía 17 años, abandonó la Casa cuartel para “hacer las américas”. Pues bien, este mejicano de segunda generación sin ningún antepasado azteca al que con propiedad pueda defender, pues su sangre no corre por sus venas, y sentirse dolido por la civilización hispana, sí digo bien, civilización, ya que los españoles aparte de todos los tintes oscuros con los que puedan embarrarlos y todas la leyendas negras con las que se les pueda denigrar, llevaron al nuevo mundo la civilización, la cultura y los conocimientos de los que carecían y que en España y Europa eran moneda de uso común. En el año 1538, es decir, cuarenta y seis años después de haber arribado a las nuevas tierras los españoles, se construyó la universidad de Santo Domingo, y no dejaron de erigirse estos centros de enseñanza durante todo el tiempo del mandato hispano En su discurso de conmemoración de los 500 años dela caída del imperio mexica ha dicho textualmente: “Ofrecemos perdón a las víctimas de la catástrofe originada por la ocupación militar española de Mesoamérica y del resto del territorio de la actual república mexicana”. Ciertamente me llama la atención que haya dicho ofrecemos. El verbo ofrecer, según el DIRAE y el panhispánico significa, brindar, prometer, convidar, celebrar, y un largo etc., o sea, que brinda, promete u ofrece perdón a las víctimas…, cuando lo lógico es que fuesen estas, si existiesen, quienes otorgasen el perdón y que quien lo solicitase fuese López Obrador. Pero bueno, puede que haya cometido un lapsus linguae, siempre perdonable a quien se pone a hablar y no presta mucha atención a lo que dice. Ya es un lugar común, puesto que está muy bien estudiado por famosos historiadores de ambos lados del Atlántico lo que eran los sacrificios humanos de los aztecas, la esclavitud a la que tenían sometidos a los pueblos a los que dominaban y el terror pánico que estos sentían hacia los mexicas. Si no hubiese sido porque, deseosos de liberarse del yugo al que estaban sometidos, no dudaron en unirse a Cortés para combatir a sus tiranos, ¿cabe en la cabeza de alguien en su sano juicio que apenas cuatrocientos hombres, unos pocos caballos y algunos arcabuces, hubiesen derrotado el formidable ejército de Moctezuma? Sí le recomiendo a esta persona, pues se ve que la Historia no es su fuerte, que consulte, no hace falta que profundice mucho, alguno de los muy buenos libros que hay acerca de la labor de civilización que los españoles: soldados, monjes y personas civiles realizaron en las nuevas tierras.
|