Hay momentos en los que las actuaciones de algunos seres humanos con los que nos topamos a diario, nos llenan de zozobra porque sus retorcidos mensajes, lejos de encajar en lo que pudiéramos llamar la lógica o el sentido común, se alejan cada vez más de los postulados que gozan de mayor consenso. Me voy a referir a los llamados progresistas, que aspiran a que el mundo funcione bajo la batuta de sus interesadas sinfonías, sin pensar que caen en constantes contradicciones.
Hoy concretamente quiero hablar de los antitaurinos, que defienden a capa y espada la abolición de las corridas, por la supuesta crueldad que representa el sufrimiento que se inflige a los toros. Y, naturalmente, sin tener en cuenta los muchos beneficios que esta actividad cultural proporciona en mantenimiento de dehesas, de puestos de trabajo y el de asegurar el futuro de un animal único en el mundo.
Y, para ser coherente, no haré ninguna defensa sobre “la fiesta”, simplemente me limitaré a dar mi opinión sobre la incoherencia de muchos de estos “salvadores de los animales” y su postura a favor de lo que -para mí- sonverdaderos asesinatos, como los abortos y las eutanasias, contra los seres humanos más vulnerables: los niños que están aún en el claustro materno, y los ancianos a los que se les hurta aplicar paliativos por el costo que ello represente, o cualquiera otra excusa que quieran argüir.
Y aunque, no cabe hacer ninguna comparación posible, sí quiero aportar lo que dicen las estadísticas sobre ambas actividades. En España, se lidian al año alrededor de 9.000 toros y se practican una media de 90.000 abortos. Sobre las prácticas de eutanasia, aún no tengo cifras fiables.
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