La atleta española Miriam Martínez, medalla de plata en el lanzamiento de peso de la clase F36 (deportistas con parálisis cerebral) de los Juegos Paralímpicos de Tokio, reconoce que el Athletic Club le devolvió "la esperanza y la ilusión por el deporte" y que se siente "muy identificada" con el club bilbaíno con el que comparte "esa perseverancia y el luchar por lo que te apasiona".
Imagen: MIKAEL HELSING / CPE
"El Athletic me devolvió la esperanza y la ilusión por el deporte. Esas luces de San Mamés y el regalo que me hizo mi madre de la camiseta y el chándal del equipo son los mejores de mi vida. Me siento muy identificada con el club, por luchar por lo que te apasiona, por esa perseverancia", confesó Martínez en una entrevista publicada este martes por la web de la Federación Española de Deportes de Personas con Parálisis Cerebral y Daño Cerebral Adquirido.
La alicantina, que trabajaba en Bilbao cuando sufrió un derrame cerebral y que desde la ventana de su habitación de la clínica en la que estuvo ingresada durante mes y medio veía el estadio, sabe que sería "un sueño" hacer el saque de honor en algún partido del conjunto vizcaíno en 'La Catedral'. "El fútbol es mi pasión, siempre ha corrido por mis venas", aseguró la lanzadora de peso, que antes de sufrir su daño cerebral jugaba al fútbol sala y ya era aficionada de los 'Leones' desde su infancia.
En este sentido, aunque su deporte es ahora el atletismo, no renuncia a disputar la selección española de fútbol 7 la Copa del Mundo del próximo año en Salou (Tarragona). "Ojalá puedan dejarme practicarlo de manera paralela sin que se corte mi carrera como atleta. No quiero elegir entre algo que me da vida y lo que me la devolvió, demuestro que lo más importante es la pasión, haré todo lo posible por estar el año que viene junto a mis compañeras", admitió.
Sobre su éxito en Tokyo 2020, recuerda lo duro que fue ya que sufrió un brote de espasticidad, un fuerte trastorno muscular que dejó bloqueado su cuerpo, justo el día de la Ceremonia de Inauguración de la cita. "Mi enfermedad te ataca sin avisar, no te da opción a elegir, el único camino es aferrarte a lo que te mueve y te hace vibrar en la vida, en mi caso es el deporte", advierte.
Y a un día de su competición apenas su cuerpo "parecía un juguete roto", pero con la ayuda de Kim López y de Héctor Cabrera sacó fuerzas para entrenar la técnica a través de intentar lanzar una toalla doblada que hacía las veces de bola. "Kim me sujetaba y Héctor se situaba delante mientras me frotaban con hielo la nuca y las piernas para romper la espasticidad. Fue emocionante y un alivio, lanzar esa toalla fue como coger la medalla antes de hora", celebró.
"No sabía siquiera si lanzaría tres metros. La bola de acero no solo la empujé yo, también el servicio médico, mis compañeros, mi familia, mis amigas... Ellos han sido mis alas cuando los pies no funcionaban, hemos ganado una guerra juntos. Aquello me llenó todas las barritas vitales y me giró la vida otra vez 180 grados, fue una felicidad inmensa, llegué a tocar el cielo de Tokio y ahora estoy en una nube de la que no quiero bajarme", aseguró Martínez.
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