El 6 de Diciembre de 1978, hace ya cuarenta y tres años, siete diputados de diferentes e incluso opuestas ideologías que se habían conjurado para superar el trauma histórico de una fallida República, una cruenta guerra civil y una dictadura, presentaron ante la sociedad española el resultado de un difícil trabajo que inició su andadura el 22 de Agosto de 1977 en la Comisión de Asuntos Constitucionales y Libertades Públicas del Congreso y que fructificó en la Constitución más longeva de nuestra historia.
Los que hemos tenido la gran fortuna de disfrutar de una España próspera, democrática y respetuosa con los derechos y libertades de los ciudadanos desde el gran hito histórico de la transición, no podemos ocultar hoy un sentimiento de preocupación e incluso de temor ante los vientos revolucionarios que amenazan desmantelar el orden constitucional que ha cimentado una paz y una convivencia entre españoles que ha sido modelo para numerosas naciones del mundo.
Que un Ministro de Justicia afirmara en sede parlamentaria que España está en una “crisis constituyente”; que un Gobierno desafíe permanentemente a la Carta Magna como lo ha hecho con los confinamientos decretados durante la pandemia y declarados inconstitucionales por sendas sentenciasdel Tribunal Constitucional o que se tengan que recurrir leyes como la Ley Celaá sobre educación, la de matrimonio de los homosexuales o la de la eutanasia, sin olvidar la Ley del aborto pendiente escandalosamente desde hace once años en el mismo Tribunal, son signos de la permanente línea roja que constitucionalmente traspasa el Gobierno de Sánchez, despreciando así el espíritu de consenso que inspiró a los padres de la Constitución.
No se nos oculta que estamos viviendo unos tiempos convulsos y de profunda crisis económica e institucional. Mientras se eliminan fronteras en el nuevo mundo digital en el que nos desenvolvemos, se buscan lenguas comunes de entendimiento y se trabaja por un espacio común de seguridad, libertad y justicia, otros se empecinan en levantarbarreras lingüísticas, culturales o sociales que nos hacen cada vez más desiguales, nos dividen peligrosamente y nos debilitan en nuestro entorno geográfico y natural que es Europa.
En este nuevo cumpleaños felicitémonos con el deseo de que las futuras generaciones continúen la senda que millones de españoles, con nuestro trabajo, esfuerzo y sacrificio hemos trazado a lo largo de estos años, para que las instituciones y poderes públicos señalados en nuestra Constitución no dejen de ser la garantía de la paz y el desarrollo que España por su historia y su destino se merece en Europa y en el mundo.
|