La finalidad de una capilla ardiente es facilitar la despedida pública de la persona fallecida. Este adiós social, sin embargo, se debe realizar sin abandonar el ambiente familiar e íntimo de esta realidad tan triste. En este sentido, por capilla ardiente nos referimos a un emplazamiento y no a un acto en sí mismo.
En consecuencia, una capilla ardiente se instala, se dispone o se abre, pero no se celebra, tal y como aclara la Fundación del Español Urgente, Fundéu: «La voz capilla ardiente se refiere a una cámara donde se vela un cadáver o se le tributan honras, de modo que se trata de un lugar, no de un acto».
A la hora de organizar una capilla ardiente, la necesidad principal a cubrir es dar cabida al número de personas que se estima que van a dar su último adiós al difunto. Generalmente las capillas ardientes se organizan cuando el finado es una autoridad o personalidad pública de gran arraigo en la sociedad.
Por lo tanto, las capillas ardientes se instalan en aquellos lugares en donde el fallecido realizaba su vida pública o tenían una relación directa con su profesión. Por ejemplo, la capilla ardiente de Adolfo Suárez, ex presidente de España, se instaló en el Congreso de los Diputados; la del futbolista del Sevilla, José Antonio Reyes, en el estadio de Ramón Sánchez Pizjuán; la del arzobispo castrense, José Manuel Estepa, en la iglesia catedral de las Fuerzas Armadas; y la del tenista, Manolo Santana, en la Caja Mágica de Madrid.
Estos espacios en el ámbito de la organización de eventos son identificados como efímeros. Es decir, aquellos espacios cuya finalidad no es celebrar eventos, pero que por motivos concretos y determinados pueden acogerlos.
En cuanto a los elementos materiales que puede disponer una capilla ardiente son: catafalco, iluminación, sillas, coronas de flores, banderas, crucifijo, reclinatorio y fotografía del fallecido. En el caso de hacer uso de símbolos oficiales, como es el caso de las banderas, es necesario que estén sujetas a su normativa.
En resumen, la organización de una capilla ardiente debe responder a dos cuestiones básicas: acoger con seguridad y eficacia el flujo de personas esperado y crear un ambiente de respeto y despedida.
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