El pasado sábado 5 de febrero, el ciclón Batsirai azotó la costa oriental de Madagascar con fuertes lluvias y vientos violentos que alcanzaron los 165 km/h y rachas de 235 km/h, causando importantes daños materiales y humanos. El número de víctimas fue elevado: más de 200 escuelas afectadas, 17 carreteras y puentes cortados, casas destruidas y personas sin electricidad. Cerca de 70.000 personas se han visto obligadas a buscar refugio en los 154 alojamientos previstos en caso de inundación.
"Las consecuencias del ciclón son importantes y las necesidades son reales. Estamos haciendo todo lo posible para responder a la emergencia, en colaboración con nuestros socios locales. Nuestros equipos, junto con la asociación malgache ASOS, en colaboración con Aquassistance y con el apoyo de ECHO, están evaluando las necesidades en la región de Vatovavy, que es la más afectada", afirma Olivier Le Guillou, director de Acción contra el Hambre en Madagascar.
"La capital (Antananarivo) se ha salvado, pero seguimos movilizados para ayudar a la gente a limpiar las calles y los barrios afectados por las inundaciones. En particular, vamos a reforzar el suministro de agua potable, la higiene y el saneamiento y a poner en marcha actividades de "dinero por trabajo " para las personas más afectadas por el ciclón", comentó.
Este ciclón se superpone a otros fenómenos climáticos recientes que han afectado al país, provocando una importante crisis alimentaria y nutricional, sobre todo en la región del sur, donde más de 1,6 millones de personas, el 37% de la población, sufren inseguridad alimentaria.
"Estamos especialmente preocupados por el impacto del ciclón en las zonas agrícolas de la costa este, que tendrá consecuencias para la próxima cosecha y acabará agravando la ya alarmante inseguridad alimentaria de esta región", comenta Olivier Le Guillou.
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