Según la RAE tradición es: “Transmisión o comunicación de noticias, literatura popular, doctrinas, ritos, costumbres, etc., que se mantiene de generación en generación”.
La eliminación o el simple desprecio de la familia tradicional, así como la abominación casi general por todo lo antiguo -por caduco y demodé-, han traído como consecuencia el olvido de la tradición casi por completo. Pertenecemos a unas generaciones de seres humanos que han vivido hasta hace anteayer una cultura judeo-cristiana. En un corto espacio de tiempo esta ha pasado a la historia.
Hoy en día nos suena como una especie de aberración el recordar a nuestros ancestros y recuperar el dicho castellano que recuerda: del viejo… el consejo. Hace años pude ver una película que me impactó por su música y su excelente planteamiento del tema de nuestra buena noticia de hoy. Se trata de “El violinista en el tejado”. Un film de 1971 que obtuvo un gran éxito en las pantallas de todo el mundo y que se basaba en la adaptación de un musical de Broadway. Entre sus números musicales se quedó grabada en mi mente una canción bajo el título de “Tradition”, con la que se inicia la película. Explicaba como la tradición había salvado y mantenido unido al pueblo judío. Esta palabra, tradición, vino a mi mente tras una pregunta de mi nieta Alejandra. Le han pedido en el colegio que hiciera una redacción sobre la perdida en la noche de los tiempos de las tradiciones familiares, basándose en las preguntas que nos hicieran a sus mayores. Cuales y por qué motivo. No tuve más remedio que tirar de recuerdos. Inmediatamente los mismos se agolparan en mi mente. La mayoría tienen que ver con la familia, las comidas y la religión. Curiosamente la política y el dinero no se relacionan en absoluto con la tradición. Le hablé de las reuniones familiares en los días “señalados”. La veneración por los abuelos. Las oraciones y la vivencia cristiana en familia, las abuelas guisando en las cocinas, el respeto y casi veneración por los mayores. Aquél libro de “urbanidad” que nos inculcaron. Las excursiones dominicales en grandes grupos de familiares y vecinos, tortilla y filete empanado por medio (especialmente el 18 de julio, por la paga). La salida familiar el Domingo de Ramos. El recorrido de las estaciones el Viernes Santo y los estrenos de las ropas de verano del día del Corpus. Bañarnos en la playa tras la procesión de la Virgen del Carmen. Etc. Se ha perdido el usted para con los profesores, los médicos, los clientes y los mayores en general. Han desaparecido las mesas de camilla y el verse a la cara los unos a los otros. Hoy se está mirando constantemente al dios televisor, la play, el teléfono móvil o se está abstraído por unos cascos que nos impiden escuchar a los demás. Se ha perdido el comer y cenar en familia. Cada uno llega a una hora (o no llega) y se apaña por su cuenta. Y otras muchas “antigüedades” que nos ponen cara de “Cuéntame”. ¿Cuál es la buena noticia de hoy? La existencia de unos docentes, del colegio al que asiste mi nieta, que se han preocupado de despertar en sus alumnos la inquietud por conocer la tradición que difícilmente les llega por circunstancias inherentes a los tiempos actuales, en los que se valora más lo novedoso que lo tradicional. Gracias a Dios seguimos existiendo los “abuelos cebolleta” que nos preocupamos de reflejar negro sobre blanco las tradiciones y la forma de proceder que recibimos de nuestros mayores. Y aquellos que hablamos cuando nos dejan. Estos conocimientos deberían ser transmitidos por los historiadores. Pero estos datos suelen estar bastante tergiversados. La historia la escriben a “su modo” los vencedores. Y generación tras generación el reflejo de los acontecimientos varía en función de las tendencias ideológicas del momento. Una especie de noticias falsas propaladas (fake news) con el fin de arrimar el ascua a su sardina. Creo que es una buena noticia el conocer el interés que manifiestan algunos de nuestros descendientes por la tradición, dado que la valoran como una de las principales fuentes de nuestra cultura. Así que les recomiendo que valoremos las tradiciones que recibimos de nuestros mayores y las transmitamos con el ejemplo y la palabra.
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