Escribió el poeta Oscar Ferreiro que mientras el padecer agobia a los niños paraguayos sobre su tierra color sangre, el gallo canta inocente, el gallo de las espuelas, el gallo que nunca duerme soñando en picar estrellas. Ya escribió Ruskin que para ver con claridad existe la poesía, que unifica religión y profecía. También decía el poeta que la palabra no sólo hace caer al pez, también convierte en pescador al privilegiado que la cultiva con talento. De nada sirve pensar al que no sabe expresar lo que piensa, decía un estadista de la Magna Grecia muchos siglos atrás, aunque la luz viaje más veloz que el sonido.
Hombre dotado de retórica y talento político, el Canciller paraguayo Euclides Acevedo desmintió a escépticos por estas fechas confirmando su retiro del Ministerio de Relaciones Exteriores para bajar a la arena política. Mientras los demás candidatos se esfuerzan ensayando denuncias vagas y adjetivos, a Euclides se le ocurrió arrancar su campaña electoral hablando de política. Toda una rareza en un mundillo político iletrado y rústico, donde el debate ideológico brilla por su ausencia. El posicionamiento de Euclides, socialdemócrata confesó, no implica los ataques políticos ni rencores que saturan hasta el hartazgo la política paraguaya anclada en un pensamiento mágico oscurantista y tradición autoritaria.
Un importante dirigente opositor describió a Euclides Acevedo como un viejo conocido por el cual profesa un gran respeto, hasta admiración y cariño. Aunque perseguido por las dictaduras neo nazis, Euclides se mostró conciliador con el partido con el cual gobernó Stroessner y calificó de "impensable" un gobierno sin su participación.
La irrupción de Euclides, apodado por sus seguidores como el "Gallo" ha conmocionado tanto al gobierno como a la atomizada oposición.
Como si se tratara de un político sin predicamento y dependiente de su posición en el gobierno, propios y extraños se apresuraron a reclamar su inmediata renuncia a la Cancillería. Una muestra de fidelidad al andamiaje clientelista y prebendario al cual responden unos y otros sin mayores diferencias. Atrincherado en su fortaleza de fuego y retórica, el inesperado miembro de la granja de resplandor subitáneo, sigue imperturbable el camino señalado.
Esperando las primeras luces del amanecer, en la semipenumbra de su ignota alquería, el Gallo monta guardia y espera el momento de espolear las estrellas. LAW
|