Uno de los principales alicientes que en la actualidad sobrevuela el ámbito político, es la posibilidad de contemplar, si finalmente Irene Lozano va a pedir perdón a los militantes del PSOE, por sus pasadas e hirientes manifestaciones. Desde luego, no han faltado requerimientos por parte de destacados militantes socialistas, para que la ex diputada de la formación magenta, efectúe algún gesto en este sentido. Curiosamente, hasta la fecha, el único perdón pronunciado en este asunto, ha sido emitido por Rosa Díez ante sus conmilitones, “por haber contado con esta persona en UPyD”.
Desde esta tribuna, sabéis que nos gusta echar una mirada atrás, como diría Tito Livio: “para poner de manifiesto a través de los textos, toda clase de ejemplos aleccionadores. Porque en la Historia, “encontramos unos modelos que imitar en beneficio propio”. Examinando algunos precedentes, observamos incluso que hasta los soberanos más poderosos del mundo, han pedido indulgencia en alguna circunstancia.
El caso seguramente más célebre, fue el protagonizado en pleno siglo XI por el emperador alemán Enrique IV y el Papa Gregorio VII, durante el denominado “conflicto de las investiduras”, o lucha por la supremacía moral y política sobre el conjunto de la Cristiandad. En esta pugna, Enrique IV sería excomulgado, lo que le privaba de la obediencia de sus súbditos. Por ello, se vio obligado a pedir perdón al Papa durante 3 días, junto a las murallas nevadas del castillo de Canossa, propósito que obtendría tras diversas mediaciones, aunque poco después fuese excomulgado de nuevo.
Otro famoso episodio, lo interpretaron el emperador romano Teodosio y el Papa Ambrosio a finales del siglo IV, enfrentados también por la preeminencia de la Cristiandad. Finalmente, Ambrosio tras la masacre de tesalónica y ante la amenaza de la excomunión, acabó tras una larga penitencia, postrado de rodillas ante el Santo Padre.
Por último, el calificado por la historiografía como “el Canossa bizantino. Tras subir al Trono de forma irregular Juan Tzimiscés, el Patriarca de Constantinopla, le impuso un par de condiciones: En primer lugar, la expulsión de la emperatriz Teófano de la Corte, y el segundo aspecto prescrito, la penitencia pública. Finalmente, el “Basileus” tuvo que cumplir ambas condiciones.
Tres notorias incidencias sobre tres poderosos gobernantes… Quizá la magnitud de estos acontecimientos ayude a reflexionar al flamante fichaje socialista y en un asombroso acto de humildad y coraje pida perdón… O quizá no le haga falta, porque como ha manifestado o mejor dicho disparado con bala Felipe González: “si no rectifica será porque no creía lo que decía”.
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