Las colonias inglesas norteamericanas firmaron su Acta de Independencia de la Corona Británica el cuatro de julio de 1776, o sea que, como nación, tienen 246 años de historia, pero esta más lúgubre y tenebrosa, por el exterminio sistemático y continuado de los aborígenes de las tribus sojuzgadas por ellos, no puede ser. Precisamente los historiadores discuten si la frase: “El único indio bueno es el indio muerto” fue pronunciada por el general Custer o el General Philip O´Sheridan, fuere quien fuere, lo cierto es que la profirió un exterminador de autóctonos de la zona sojuzgada por los anglosajones, en este caso los habitantes de América del Norte. Frase que contrasta fuertemente con la pronunciada por Isabel la Católica, cuando Colón, a la vuelta de su primer viaje a América envió 600 indios en cada uno de los barcos que regresaban a España para que aquí fuesen vendidos como esclavos, la reina Isabel se enojó gravemente y pronunció la famosa frase de “¿Qué poder tiene el mío Almirante para dar a nadie mis vasallos?”
Hay constancia documental es que el 20 de junio de 1500 Isabel promulgó una cédula real en la que se ordenaba que fuesen liberados todos los indios que hubiesen sido vendidos como esclavos y que volvieron a sus tierras en la flota comandada por Francisco Fernández de Bobadilla. España no fue a América a colonizar, sino a civilizar, a llevar a las tierras recién descubiertas en las que en algunas tribus se practicaba desde sacrificios humanos hasta la antropofagia, los conocimientos de la Europa del siglo XVI hasta el XIX. Eso es lo que queda recogido en las Leyes de Indias que son el Ordenamiento de la protección de la monarquía hispana a los pobladores nativos de América. Son el pilar que hizo posible la convivencia y desarrollo de los pueblos de América hasta tal punto que Alexander Humboldt describió las tierras civilizadas por los españoles como las más prósperas del mundo, de tal manera que los nativos, cuando los criollos iniciaron la independencia, se pusieron con abrumadora mayoría a favor de la Corona de España con muestras de lealtad admirables o que mantuvieran durante décadas los derechos de posesión de sus tierras por los títulos legales concedidos por los españoles. A tal extremo llegó la escrupulosidad de los reyes, teólogos y los grandes pensadores de la España de entonces, que el dominico Francisco de Vitoria y con él los profesores de la Universidad de Salamanca en la que ejercía su cátedra, llegaron a cuestionarse los títulos que tenían los reyes hispanos para conquistar a los indios si no se regían por el Derecho Natural, que se basa en la libertad de circulación de las personas, bienes e ideas. Es el pensamiento de los teólogos, con Vitoria a la cabeza, que circulaba en España el siglo XVI, qué distinto al mencionado más arriba de que el único indio bueno es el indio muerto o el que actualmente, en pleno siglo XXI, impera entre los estadounidenses en su relación con los negros, a pesar de que ha tiempo que se l4s permite que viajen en el mismo autobús que los blancos, o vayan a sus mismos colegios. Ellos mismos blasonan del exterminio y genocidio practicado sobre los indios de la parte colonizada por ellos, cosa que plasman en la miríada de películas sobre el Lejano Oeste.
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