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Opinión
Etiquetas | Lorca | Kiev | Guerra | UCRANIA

Lorca en Kiev

El verdadero dolor que mantiene despiertas las cosas es una pequeña quemadura infinita
Eduardo Madroñal Pedraza
lunes, 18 de julio de 2022, 08:43 h (CET)

Federico sigue viajando. Federico está ahora en Ucrania con las viejas verdades dormidas. Camino del 86 aniversario de su asesinato, Lorca sigue rehuyendo su tumba, y su duende peregrino viaja y alimenta también el espíritu de todos los pueblos y vive con los ucranianos que están sufriendo, y que son cercenados, sangrientamente, por manos heladas de hombres fríos. Y el poema lorquiano cobra vida, ¿dónde está mi sepultura? / En mi cola, dijo el sol. / En mi garganta, dijo la luna. / Por las ramas del laurel/ vi dos palomas desnudas. / La una era la otra/ y las dos eran ninguna.


Se han cumplido cien días desde que Putin diera la orden a sus tanques de traspasar la frontera, quebrando para siempre la vida de 44 millones de ucranianos. Desde entonces el imperialismo ruso ha generado decenas de miles de muertos, millones de refugiados, crímenes de guerra, ciudades y pueblos reducidos a escombros, en una guerra que se empantana y se hace más violenta cada día.


Porque Federico está allí donde están los elementos vivos, perdurables, donde no se hiela el minuto, que viven un tembloroso presente (…) [no la] historia húmeda y fría de las piedras de los monumentos (…) [ni] las bailarinas secas de las catedrales (…) no la historia, sino la emoción de la historia.


No ha habido ni uno solo de estos cien días en las que las imágenes de Ucrania no nos hayan golpeado en el estómago. Hemos visto los cadáveres de las calles de Bucha, un hospital materno-infantil y un teatro con más de 300 civiles arrasado por los misiles rusos en Mariúpol, el caos tras el bombardeo en una atestada estación de trenes en Kramatorsk, las lágrimas de quienes tienen que enterrar a sus hijos y a sus padres, y la mirada perdida de miles de mujeres y niños llegando a las fronteras de la Unión Europea. Esas imágenes apenas plasman toda la dimensión del horror de la peor guerra en Europa desde la de los Balcanes.


Y de esa universal historia dolorida Lorca nos dice amigo, levántate para que oigas aullar al perro asirio. / Las tres ninfas del Cáncer han estado bailando, hijo mío. / Trajeron unas montañas de lacre rojo/ y unas sábanas duras donde estaba el cáncer dormido. / El caballo tenía un ojo en el cuello/ y la luna estaba en un cielo tan frío/ que tuvo que desgarrarse su monte de Venus/ y ahogar en sangre y ceniza los cementerios antiguos.


Es necesario ponerle cifras para comprender la magnitud del infierno de sangre y muerte que Moscú ha desatado sobre Ucrania. Es muy difícil saber con exactitud cuántas vidas ha costado hasta ahora la guerra de Ucrania. Las cifras mortales que ofrecen uno y otro bando pueden exagerarse o reducirse por razones de propaganda, como en el caso de Mariúpol, donde las fuerzas del Kremlin han sido acusadas de tratar de encubrir los fallecimientos y de arrojar los cadáveres a fosas comunes, lo que enturbia el balance general.


Según la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, en los primeros cien días de guerra en Ucrania han fallecido de manera fehaciente 4.031 civiles, y hay otros 4.735 heridos. A primeros de junio, Unicef informaba de que al menos 262 niños habían sido asesinados y que otros 415 habían resultado heridos.


Lorca: La luna vino a la fragua/ con su polisón de nardos. / El niño la mira, / mira el niño la está mirando. (…) Niño, déjame que baile. / Cuando vengan los gitanos, / te encontrarán sobre el yunque/ con los ojillos cerrados. (…) Por el cielo va la luna/ con un niño de la mano.


En cuanto a las bajas de soldados ucranianos, y atendiendo a las propias declaraciones del gobierno de Kiev -que dijo que perdía entre 60 y 100 soldados en combate cada día y que cerca de 500 más resultaban heridos- Ucrania acumularía cerca de 10.000 muertes y 50.000 heridos en sus fuerzas armadas.


En el caso de Rusia es aún más difícil determinarlo con seguridad, porque el Kremlin guarda su número de bajas como un secreto de Estado, ante su propia población y ante la opinión pública mundial. La última cifra oficial publicada por Moscú data del 25 de marzo, cuando un general dijo a medios estatales que 1.351 soldados habían muerto y 3.825 más resultaron heridos. Todos los analistas internacionales han dado esa cifra por irrisoria. El gobierno ucraniano afirma haber abatido a más de 30.000 soldados rusos, pero tampoco es creíble.


Según fuentes británicas 15.000 los soldados rusos han muerto y alrededor de 40.000 heridos en combate, lo que supone que en tan sólo 100 días se ha igualado la cifra de 15.000 soviéticos muertos durante la década de la invasión de Afganistán, un número de ataúdes que provocó un trauma nacional en Rusia comparable al “síndrome de Vietnam” en Estados Unidos.


Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura. / Los que doman caballos y dominan los ríos: / los hombres que les suena el esqueleto y cantan/ con una boca llena de sol y pedernales. (…) Yo quiero que me enseñen un llanto como un río/ que tenga dulces nieblas y profundas orillas.


Según la comisión de derechos humanos del Parlamento de Ucrania, el ejército ruso ha destruido cerca de 38.000 edificios residenciales, lo que ha dejado a unas 220.000 personas sin hogar. Las bombas rusas han destruido casi 1.900 centros educativos, dañando y arrasando desde guarderías a escuelas de primaria, desde institutos a universidades. Entre la infraestructura atacada hay 300 puentes automovilísticos y 50 de ferrocarril, y 500 fábricas.


Pero no son los muertos los que bailan, estoy seguro. / Los muertos están embebidos, devorando sus propias manos. / Son los otros los que bailan con el mascarón y su vihuela; / son los otros, los borrachos de plata, los hombres fríos, / los que crecen en el cruce de los muslos y llamas duras, / los que buscan la lombriz en el paisaje de las escaleras, / los que beben en el banco lágrimas de niña muerta/ o los que comen por las esquinas diminutas pirámides del alba.


La Organización Mundial de la Salud ha contabilizado 296 ataques a hospitales, ambulancias y personal sanitario en Ucrania en lo que va de año. En los primeros cien días de invasión, ACNUR ha cifrado en 6,8 los millones de refugiados ucranianos que han huido del país. De ellos, 3,6 millones han ido a Polonia, un millón a Rumanía, a Eslovaquia 444.000, a Hungría 649.0000 y a Moldavia 472.000.


Por eso es tan terrible ver la sangre de una derramada por el suelo. Una fuente que corre un minuto y a nosotros nos ha costado años, Cuando yo llegué a ver a mi hijo, estaba tumbado en mitad de la calle. Me mojé las manos de sangre y las lamí con la lengua. Porque era mía. (…) Estas manos que son tuyas, / pero que al verte quisieran/ quebrar las ramas azules/ y el murmullo de tus venas. (…) ¡Tanto! Mirando sus ojos me parece que bebo su sangre lentamente.


Dado que los hombres mayores de 18 años están llamados a las armas, la inmensa mayoría de estos refugiados son mujeres y niños. Según Unicef, unos 5,2 millones de niños ucranianos, entre ellos 2,2 millones refugiados en otros países, precisan urgentemente de ayuda humanitaria. Dos de cada tres menores ucranianos han tenido que abandonar el país. Según el gobierno de Kiev, más de 200.000 niños ucranianos han sido separados de sus familias. El Kremlin admite que 1,6 millones de personas, de ellos más de 259.000 niños han sido “evacuados” de Ucrania a Rusia.


Con un cuchillo, / con un cuchillito/ que apenas cabe en la mano, / pero que penetra fino/ por las carnes asombradas/ y que se para en el sitio/ donde tiembla enmarañada/ la oscura raíz del grito. (…) Voy a descansar sin despertarme sobresaltada, para ver si la sangre me anuncia otra sangre nueva. (…) Hemos de pasar por tu vientre para encontrar la resurrección de los caballos. (…) La luz viva de las horas viejas. (…) Que en último caso dormir es sembrar (…) Benditos sean los trigos, porque mis hijos están debajo de ellos. (…) Romper todas las puertas y disolver el muro de la ley en la más pequeña gota de sangre. (…) Viejas voces imperiosas.


Ciertamente la Unión Soviética, socialimperialista y socialfascista, fue derrotada también en Afganistán como Estados Unidos. Rusia dejó de ser la vieja superpotencia. Pero Putin y los oligarcas a los que representa -con sangrienta memoria imperialista- vuelven a sus viejas prácticas agresivas de invadir países para dominarlos -a imagen y semejanza de Estados Unidos -la única superpotencia realmente existente- levantando ahora la bandera de un mundo multipolar.


Una danza de muros agita las praderas/ y América se anega de máquinas y llanto. / Quiero que el aire fuerte de la noche más honda / quite flores y letras del arco donde duermes / y un niño negro anuncie a los blancos del oro/ la llegada del reino de la espiga.


El mundo se encuentra en un periodo muy turbulento. Nos encontramos en el ocaso de un mundo unipolar y el complicado parto de un mundo multipolar. Y en su seno hay dos líneas. La tendencia por un mundo multipolar -asentándose sobre el más escrupuloso respeto a la independencia nacional de todos los países del planeta y a las decisiones soberanas de sus pueblos-, y la tendencia que reproduce las viejas prácticas imperialistas con invasiones militares.


Porque en Lorca resuenan muchas vidas/ y -cuando revive- emanan todas esas vidas;/ porque en Lorca pululan muchas risas/ y -cuando reímos con él- retumban todas esas risas;/ porque en la sangre de Lorca habitan muchas sangres/ y -cuando sangramos con él- reviven todas esas sangres.


Lorca en Kiev

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