Seguramente ustedes se habrán percatado de que el mundo está en unos momentos en los que parece que se están juntando situaciones de extremo riesgo que, si cada una de ellas de por sí ya es motivo de gran preocupación, si vamos sumando todas las que coinciden en el tiempo y en los distintos lugares de la geografía mundial, seguramente llegaríamos a la grave conclusión de que estamos en manos de que algún loco, irresponsable o maniático tuviere la tentación de provocar un cataclismo mundial que redujera la humanidad a cenizas.
En primer lugar, ya es causa de grave preocupación el que las naciones con poderío nuclear hayan proliferado, ante la pasividad de aquellas que fueron las primeras en conseguirlo. Nos hemos preocupado de averiguar cuales son los países que están en condiciones de provocar un desastre internacional, por estar en posesión de un arsenal, más o menos grande, de armas nucleares. Son más de los que hubiéramos podido imaginar, lo que nos causa la desazón de que puede resultar muy difícil poner coto a que este tipo de armas de destrucción masiva siga proliferando en todo el planeta.
La lista está encabezada por China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos. Sin embargo, también otras naciones como La India, Pakistán y Corea del Norte se sabe que disponen de tan terrible armamento, a las que se podría añadir, seguramente, la nación de Israel. Y luego están los países de la OTAN que comparten el armamento atómico como son: Alemania, Italia, Países Bajos y Turquía. Quizás, estos últimos, sean los más controlados y que requieran un protocolo más exigente para poder usar, en casos límite, el arsenal nuclear que poseen . Muchas naciones que pueden sentir la tentación, en un momento dado, de hacer uso de sus armas atómicas. Uno piensa ¿en qué estarían pensando en la ONU, durante todos los años en los que se han ido desarrollando, en cada nación, sus respectivas potencias nucleares?
¿Somos conscientes de lo que puede ocurrirnos, a todos, si el señor Putín y sus delirios de grandeza, toma la decisión de que, como ya está insinuando, Polonia representa un “peligro” para Rusia? Alguien llegó a pensar que la intervención de la OTAN y de los EE.UU harían desistir a los rusos de su empeño de hacerse con Ucrania, conociendo, como es conocida, la especial idiosincrasia de este pueblo eslavo que, tanto durante el periodo de los zares como después de la gran revolución soviética, siempre han sentido la necesidad de ir ampliando su poder, sojuzgando a todas las naciones que han podido. ¡El gran imperio ruso!, con el que sueña Putín, puede que sea ahora el leit motivedel que se valga el dictador para convencer al pueblo de que ha llegado el momento de demostrar el poderío del ejército del país.
No somos más que simples ciudadanos, pero temblamos al ver como nuestros gobernantes, por meras cuestiones de política, simplemente por tener satisfechos a los comunistas con los que comparten el gobierno, están empezando a dar muestras nada tranquilizadoras de estar cambiando de opinión respecto a la postura de España, hasta ahora tan clara y decidida a favor de la nación ucraniana, que parece que va desviándose hacia una opción menos comprometida y, podríamos decir, más amigable con las teorías de dictador ruso.
Mi experiencia con el Ejército se ha limitado a la mili, que cumplí en África, en tiempos revueltos, debido a los intentos de revolución en contra de España de la región de Sidi Ifni. Sin embargo, hay algo que no puedo entender, por mucho que algunos ministros del Gobierno se hayan empeñado en hacernos creer. Los tanques Leopart, un magnífico tanque alemán que está en servicio en el Ejército español desde al año 2003, y fue una mejora del tanque alemán Leopart2A6. Su coste de fabricación por unidad fue de 11 millones de euros y su mantenimiento anual se calcula en 5.000 euros por unidad.
Ahora, cuando deberíamos de haber enviado un grupo de ellos en ayuda del pueblo ucraniano, nos sale la señora ministra del Ejército, doña Margarita Robles, y sin que le temblara el pulso, nos dice que estos tanques tan caros y en los que invertimos 5.000 euros anuales en mantenimiento, para cada uno de ellos, no están en condiciones de prestar el servicio debido por estar inservibles.
Veamos señora ministra, si tenemos unos tanques que, con toda probabilidad, son los mejores que teníamos, con un coste de 11 millones de euros cada uno y que, desde que se incorporaron al Ejército, se han venido gastando 5.000 euros anuales en conservarlos, ¿cómo es posible que ahora tengamos que desecharlos? ¿No pueden disparar, no les funciona el motor, se han oxidado los engranajes o resulta que todo el dinero que se ha gastado, teóricamente en su mantenimiento, ha sido destinado a otros objetivos o, lo que aún sería peor, se ha quedado diluidos en la nebulosa de la administración pública?
Esta lealtad que nos pide a los ciudadanos el Gobierno, no parece que la practique en sus relaciones con el pueblo ucraniano, que se queja de que no le llegan armas suficientes para poder oponerse a la potente armada rusa. Nadie, en su sano juicio, puede fiarse de las promesas de nuestro presidente, Pedro Sánchez, pero lo que está sucediendo en el mundo ya sobrepasa, con creces, lo que pueda pensar o decidir este sujeto porque, señores, estamos entrando en una espiral en la que lo que ocurra en cada nación va a quedar condicionado por los acontecimientos mundiales.
La guerra entre palestinos e israelíes; el conflicto inacabable de Ucrania, la amenaza evidente y sumamente peligrosa de que China invada Formosa y, la siempre imprevisible reacción del corea del Norte que, como es sabido, está en manos de un sicótico que, para mayor abundamiento, tiene el poder de apretar el famoso botón rojo de la guerra nuclear. Añádanle ustedes la guinda de la escasez energética, de la crisis que se nos viene anunciando para el otoño y la evidencia de que los socialistas no piensan en otra cosa que en cómo conseguir que se los vote de nuevo, a pesar del rechazo evidente que se va anunciando en las sucesivas encuestas que tienen lugar en nuestro país.
Pero aquí nadie renuncia a las prerrogativas del mando. Ningún ministro es capaz de rectificar; nadie, en el Gobierno, admite que se están equivocando; hablan de diálogo, pero practican el monólogo totalitario; el egocentrismo forma parte de la idiosincrasia de un gobierno que sí, por algo se caracteriza, es precisamente por su bajo nivel de eficiencia, su falta de preparación y su indudable sectarismo político, que le impide cualquier negociación con la oposición.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, sentimos que estamos atrapados por una situación internacional que amenaza con que entremos en un periodo de posibles confrontaciones mundiales y, a la vez, a nivel local, observamos con inquietud que quienes debieran de tomar las medidas adecuadas para afrontar el incierto porvenir, permanecen enclaustrados en sus ambiciones personales, sin prestar atención a lo que convendría a España y a los españoles.
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