Leyendo libros de historia, firmados por profesionales objetivos y eruditos: “personas que demuestran una vasta cultura sobre un tema en particular y unos sólidos, amplios y profundos conocimientos en una o múltiples disciplinas”, aprenderemos a conocer la realidad de un país. Como ejemplo podemos citar a Arturo Pérez Reverte y su libro “Una historia de España”, narración sencilla de toda una gestación, sin abortos quirúrgicos interesados.
Las sucesivas desmembraciones hereditarias han sido siempre la simiente de los enfrentamientos, padres contra hijos e hijos contra padres y hermanos (utilizo el neutropor ser el más igualitario). El pueblo llano, según las mesnadas, se enfrentaba entre sí, convirtiéndose en “bueno o malo”, según el “pan nuestro de cada día”.
Con el paso del tiempo el poder económico se vistió de Rey, de Príncipe, de Presidente, de Cortesano, de Empresario, de Diputado o Senador y, también, de Pobres con ropa usada. “Buenos y Malos”, racimo apretujado de una España que queremos llamar NACIÓN, pero sin abrazos, sin orgullo a la BANDERA, sin SENTIMIENTOS de sangre…
Deseo imposible, mientras sigamos dividiendo lo que llamamos TIERRA IBÉRICA en territorios, en acuíferos, en playas e interior, en industria y en labranza, en pobres y ricos, en norteños y sureños… Resumiendo, BUENOS y MALOS, es el fruto de tanta y tanta DESMENBRACIÓN POLÍTICA e IDEOLÓGICA…
Siempre se ha comentado las herencias dividen cuando el sentido común desaparece. “España resumida”, resultado de herencias fratricidas, que olvidan nombres y apellidos, para utilizar el APODO BUENO o MALO como DIVISOR de la CONVIVENCIA.
¿Qué hacer desde la soledad del votante? ¿Qué hacer frente al poderío económico de las redes informativas? ¿Qué hacer frente al reparto politiquero entre partes enfrentadas? No sé… De lo único que estoy seguro es que no hay BUENOS y MALOS, sino DIVISORES interesados de un DIVIDENDO de TODOS.
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