Es una constante que, el deseo preña la mente, con máscaras impregnadas que desean metal precioso, moneda lastimera, cosas buenas y maledicencias de todo tipo. Esa es el alma de un inmenso espectáculo como aspecto de los vecindarios, chismosos, gente curtida, curiosa, con o sin sentimiento, con rostros enrevesados.
Está notable naturaleza social, se ha venido auto fusionando cómo obra de arte del diario vivir de mal gusto. Dónde no existe ningún sentimiento cárdeno al día que nacerá el fruto no deseado o deseado para otros intereses nefandos, al día que nacerá. De todo rumora la naturaleza social, y como si nada lo hecha al olvido cuando es de su conveniencia. Y. No hay pariente más cercano para ella que el billete y el excelente amigo es el cliente, prestamista. En consecuencia, en ese tipo de tierra no hay conducta moral, sentimiento, ni nada, la moneda impera, deambula y labra el camino del placer y acicalan el pensamiento noble que les busque, y ennegrecen todo.
Es evidente, esos son los caprichos de la ciudad y de la “Meretriz impúdica”. Ni la enfermedad detiene ese tortuoso camino. No hay que creer en rumores, es realístico, un problema social laboral de antaño, que, convierte en pecunia llevada al teatro de la “Meretriz impúdica”, cómo una avecita que se levanta muy de madrugada para alistarse e ir en busca del "pan", desde su endeble cuerpo de dama de piel (es) color canela o cualquier otra, cabello café y ajos almibarados, con un corazón y/o alma colgada en una percha, dónde su desdicha y dicha le conceden sendas lágrimas, que aplauden su ceremonia de "Venus, Meretriz", sin dejar el porcentaje de lograr supernumerario, para ir cantando un réquiem a cada quien en su turno, ante vivaces miradas y hambrienta (os) de carne.
La Meretriz, en su teatro cotidiano, buscando moneda lastimera para sobrevivir, despacha el sueño para ir a la vida, nunca descansan sus piernas, cuerpo, fisionomía, para conservarse ante semejante "trabajo" en el entresuelo, aposento en tinieblas, con tan sólo una candela encendida o un candil alumbrando, una bacinilla, un pichel de agua, una toalla, un jabón, para que su comercio impere, e ir procreando equívocamente hijos, cómo fiel ambición de almacenar la cosecha del mañana.
Entonces, la pobre prostituta parió muchos hijos, pensando que ese sería su futuro, porque los diversos padres los manutendrían. Pero, la fantasía la espía-espiaba-, ante los caprichos de "Meretriz impúdica" queriéndole sacarle el jugo a su cuerpo, pero la vida le jugó, le cobró con látigo de intereses, peor que un prestamista, que la torturan bajo el péndulo cruel o guillotina mordaz.
El placer, el gusto, el metal precioso, oro, plata, diamantes, exprimió su tiempo, al vender 25 años de su vida, llegando desafortunadamente a su ancianidad y un descanso repleto de enfermedades, y después el cementerio, como fiel refugio.
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