Acabaron, por fin. las increíblemente exageradas exequias por Isabel II, pero ahora llega la hora de la verdad para el Reino Unido.El paraguas que representaba la reina para muchos asuntos internos y externos a su territorio, se ha ido con ella para siempre. Y a Carlos III, a la recién nombrada primera ministra Sra. Truss y -con ellos- al pueblo inglés, no les arriendo las ganancias.
Porque, con el fallecimiento de la reina, se modificarán de facto, muchas cosas dentro del ahora “Reino Menos Unido” y cambiarán notablemente las relaciones en la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth) que ya se encontraba sostenida con pinzas. Lo mismo les ocurrirá con el resto del mundo, especialmente con Europa, a cuyo paraguasrenunciaron torpemente, creyéndose que, como en tiempos pretéritos, eran los “reyes del mambo”.
Quienes me conocen saben que no es simpatía precisamente lo que siento por estos malos vecinos que, además, nos tienen su sucia bota pisando parte de nuestro territorio. Aún así, debido a mis convicciones morales y religiosas, no les deseo mal alguno; eso sí, no me cansaré de señalarlos como unos vecinos ladrones de los que no podemos esperar nunca nada bueno.
Por último, y aunque cada uno en su casa puede hacer lo que quiera, me ha parecido que el escandaloso gasto que habrán representado esas exageradas exequias, bien podrían haberlo destinado a remediar las necesidades que tienen muchas gentes de ese país.
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