La primera edición de la novela No es país para viejos se editó en español a finales de 2006, y a primeros de marzo de 2010 ya sumaba más de una docena de ediciones para gozo de quienes amamos la buena literatura de acción. Y seguro que continuará esta sucesión de tiradas que irán viendo la luz. Es muy posible que en parte se deba además de ser tan impresionante la novela, que se ha llevado al cine por los hermanos Cohen, magistralmente, hasta el punto de haber logrado un Oscar por el impresionante papel que interpreta el reconocido actor español Javier Bardem.
Todo lo que pueda servir en este país pobre de lectura de forma favorable, tanto en el contenido como en el continente, bien venido sea, pido aplausos Piscator, pues entre el gato por liebre con la mala literatura y el léxico de los políticos y los cronistas deportivos que en vez de retrasmitir el juego de los protagonistas, se dedican a cotillear entre ellos hasta que meten un gol, además de arrinconarse a nuestras gloriosas generaciones literarias y poéticas, sin género a ninguna duda es para sentirnos preocupados y con cierto temblor frente la influencia maligna de los alaridos utilizando tan rica lengua como la de Cervantes, que pregonan los comerciantes de la política y el deporte, nada amigos, salvo excepciones que las hay, de la buena calidad literaria ajena a tanta modorra en la escritura y las habladurías.
No sucumbir bajo el pánico de la desolación que los rodea y oprime, en la esforzada lucha para que su hijo logre salvarse de la desolación de una geografía desértica, y alcance conocer y vivir en el mundo feliz que él vivió antes del desastre. Es una historia de diálogos cortos y escenas de violenta acción, pero arropada por a una lírica conmovedora, que nos recuerda la sombra heredada del mejor Hemingway indiscutible maestro de los diálogos cortos y personajes desbordantes.
En No es país para viejos el cazador Moss, un excombatiente de la guerra de Vietnam, descubre la bestial carnicería de un ajuste de cuentas entre mafias. Y Bell un sheriff veterano de la segunda guerra mundial añorante de los viejos tiempos, y el vidrioso sanguinario e insaciable asesino (el papel de Bardem) Chigurh, nos muestran el factor humano y las causas que llevan a unos y a otros a una interpretación y filosofía de la vida y la sociedad donde lo macabro y humano caminan juntos entre la belleza y la violencia.
Cormac McCarthy representa en la actualidad a un escritor nada dado a ofrecer una literatura cómoda simplemente de entretenimiento, su escritura es de tal categoría que uno se siente en el compromiso voluntario de recomendarlo, por lo que no resulta nada gratuito insistir e invitar no solo la lectura de No es país para viejos, sino cualquiera de sus obras, especialmente La carretera, con la garantía que ningún buen lector perderá el tiempo. Porque esta clase historias siempre girando sobre la realidad provocan un inquietante viaje por el factor humano frente a la crueldad.
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