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Etiquetas | Animalista

Caza enlatada

Si son plaga, ¿por qué los criáis para soltarlos después?
Julio Ortega Fraile
miércoles, 17 de febrero de 2016, 08:31 h (CET)
Sólo traigo aquí unos pocos ejemplos de sus declaraciones pero los hay a cientos, basta con meter en Google las palabras “caza, control, población, jabalí” para encontrarlos. Los cazadores‬ consideran que el jabalí es una plaga contra la que únicamente cabe una actuación: su caza continua, y desde ciertas administraciones se apoya esta tesis autorizando batidas salvajes en las que incluso se emplean métodos normalmente no permitidos, como el uso de focos en esperas durante horas nocturnas.

Delegado Provincial de la Real Federación Española de Caza en Zamora:

“Tan atropellante como el conejo o más resulta el jabalí allí donde mete sus navajas. Maizales y patatales sufren sus intromisiones sin piedad alguna... Si no se controlan por las sociedades de cazadores no se podrá cultivar porque los animales se comerán la cosecha. Cada vez es más necesaria la presencia de cazadores. Si no hay cazadores habrá que inventarlos y había que pagar el control de la fauna”.

En la Página Cinegética Trofeo y Caza también enumeran las terribles consecuencias derivadas de esta “invasión” de cerdos salvajes:

“Los jabalíes ocasionan importantes daños a los cultivos, los pastos, las plantaciones de trufas, los conductores, la salubridad y la fauna silvestre. Todo ello es fuente de múltiples conflictos y enfrentamientos entre los distintos sectores y las administraciones. ¿Cómo gestionamos la situación actual?”

Facilitan "sus" soluciones:

“- Las batidas.
- Las esperas.
- Las jaulas trampa.

De los tres métodos, el más eficaz resultó la jaula trampa (68% de las capturas), seguido de las batidas (29%) y las esperas (3%)”.


Y exponen sus quejas ante unos políticos que para su gusto les dejan “matar demasiado poco”:

“Negar los imprescindibles permisos causa daños y, de forma activa, malogra nuestro medio rural. ¿Los ciudadanos debemos pagar los graves desastres causados por la ineficacia de ciertos políticos y funcionarios (chupatintas)? ¿Qué medidas de control podemos activar para que los “trepadores del poder” no frustren todo intento de regulación de las poblaciones de jabalí? Y es que hoy las instituciones están ocupadas por personas que cumplen todas las convecciones de la buena apariencia, influencia, respetabilidad, prudencia, educación y demás correctas virtudes, a la vez que son los campeones de la inoperancia porque así consiguen frustrar cualquier iniciativa que pueda ponerlos en evidencia”.

En la Página de Fedexcaza los dibujan como seres terroríficos para los humanos:

“Habrá que buscar fórmulas para controlar las poblaciones de jabalíes antes de que continúen causando pánico a los cazadores y a toda la sociedad en algunas comarcas. En este caso la caza, una vez más, es la solución a un grave problema que tiene esta sociedad con la fauna silvestre”.

Así que desde los despachos de políticos no sabemos si porque están muy asustados ante una posible toma de ayuntamientos, universidades, emisoras de radio, bares y discotecas por parte de macarenos o porque tienen en un cajón de su mesa guardada su licencia de cazador, dan el visto bueno a que se maten incluso cuando, donde y como no se podría:

“La Dirección General del Medio Natural de la Junta de Extremadura autoriza batidas extraordinarias de jabalíes para controlar el crecimiento demográfico de estos animales”.
Dicho esto y asumiendo que realmente fuesen tan letales que sólo cabe por el bien de la humanidad luchar sin descanso contra su presencia, se me ocurre un paralelismo en forma de pregunta:

¿Alguien se imagina a portavoces de Médicos Sin Fronteras solicitando más facilidades y recursos para vacunar contra la malaria al mayor número posible de niños menores de cinco años y mujeres embarazadas (los más vulnerables) en las zonas de más alto riesgo en África y, al mismo tiempo, criando en cautividad hembras del mosquito Anopheles para después soltarlas en esos lugares?

Pues en el siguiente vídeo, y he aquí donde se me caen los palos del sombrajo, se puede observar una práctica extendida en el mundo de la caza: la suelta (Sí, ¡¡Suelta!!) de jabalíes procedentes de granjas (Efectivamente, ¡¡Granjas!!) para la celebración de monterías en las que, según quién las organice, pagarán de 1000 a 3000 euros por un puesto en ellas sin cupo de piezas o lo harán por animal abatido. La principal atracción de estos “guarros” es que en buena proporción, mayor que con su reproducción en libertad, son “con boca”, esto es, con varios centímetros de grueso colmillo por fuera de la misma, que queda mucho mejor para la foto posterior del valiente y sonriente escopetero sentado sobre el cadáver ensangrentado.

Y todavía se preguntan en Trofeo y Caza el porqué de la abundancia del jabalí:

“En primer lugar debemos intentar comprender el éxito biológico de la especie: ¿qué factores pueden explicar el aumento de la densidad y la expansión de las poblaciones de jabalí?”

¡Hay que tener caradura!

¿Alguien puede seguir dudando que los cazadores mienten una y otra vez como si nos considerasen idiotas?

¿Alguien, de verdad, todavía no se ha dado cuenta de que lo que les gusta, importa y quieren es matar?, ¿matar por matar y que no hay más en este asunto? Porque eso y sólo eso es cazar.

Y tras espectáculos de “caza enlatada” como el de esta grabación que se repiten una y otra vez en nuestros montes, tenemos encima que tragarnos palabras como las que siguen, dichas por un veterinario cazador en la Página Decazacom

“Amar a los animales es confundirse con su entorno, luchando en su mismo ambiente, sin artilugios que confundan a los sentidos y acatando los ciclos vitales de nuestros inseparables compañeros de caza. Respetando los periodos de caza sin ampliaciones irreales, no adelantando los inicios de temporada por intereses crematísticos, sin emplear artefactos que desnivelan la balanza de la caza (coches como puestos, reclamos químicos, etc..) Amar a los animales es verlos, disfrutarlos y buscarlos en su hábitat, enfrentarse a ellos, en donde el porcentaje de error dependa solo y exclusivamente de la veteranía y experiencia de cada uno, gozando del lance en si mismo como paisaje de un entorno, en donde el trofeo es solamente el recuerdo permanente de este encuentro. Amar los animales es el regusto de la adrenalina de nuestro organismo cuando oímos romper el monte y sentimos igual satisfacción al encarar en nuestra cruceta un buen trofeo como cuando bajando nuestra arma, vemos alejarse una hembra y su fruto joven, o un macho con buen futuro en un deseo interior de que en un tiempo no muy lejano será deseo de nuestros sueños venatorios”.

Farsa ante humanos y crueldad con animales. Nada más.

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