Es evidente que las tribulaciones no faltan. Con la misma rotundidad anotaremos la distribución tan irregular de sus efectos entre los diferentes sectores de población, repercuten con matices peculiares en cada individuo. De todas formas, se hacen visibles una serie de AGRUPACIONES repetitivas de sufridores. Solemos detectarlas en áreas de miseria extrema o regímenes con privación de libertades. También las condiciones laborales pueden llegar a ser agobiantes por los ambientes insanos, la manipulación de tóxicos o tratos abusivos. En cuanto a las causas, las hay muy diferentes; por incapacidad para superar las condiciones naturales o por las aviesas manipulaciones practicadas.
No damos abasto ante los retos candentes del momento actual, esa es la impresión dominante; no tanto por los evidentes logros tecnológicos, sino porque estos mismos avances descuidan su repercusión sobre los humanos. Es ese perfil de POSTERGACIÓN de la sensibilidad de las personas a esferas muy secundarias, el principal condicionante de la frustración. Gran parte de la población no parece contar para las aristas de un desarrollo potente y problemático a la vez. Aciertos y descarrilamientos adquieren un nivel de independencia que no se tolera a ningún ciudadano corriente. Lo penoso de la situación es la presencia en la cúspide de algunos humanos apoltronados.
Hasta en los grupos sociales más favorecidos emergen estos perfiles disociativos. Con la parafernalia de rentabilidad, gestión, escasez u otras mandangas; el espectro de los dineros se estira como una goma blandengue. Hacia un lado los sueldos mínimos y hacia el otro las cifras mastodónticas de los de arriba. De nuevo nos encontramos con una SEPARACIÓN cuyo justificante no aparece por ningún lado. Son tan exageradas las distancias, que chirrían las explicaciones. No estamos ante un simple dato frio aislado de otras circunstancias, porque incide directamente en las penurias originadas para amplios sectores de personas. Estremece la conclusión, alguien promueve estos perfiles sociales.
Aunque los aspectos económicos influyen en casi todo, no son los únicos. También se reproducen en la sociedad actitudes displicentes con los factores humanos basados en otras modalidades. Enfrascados en dudosas interpretaciones de la utilidad, uno de los engorros manifiestos gira en torno al deterioro provocado por el paso de los años en las personas. Sobre esos prejuicios, la EDAD se convierte así en un motivo más de apartamiento desdeñoso de esa gente menos activa para los ambientes propuestos. Ni se entra en consideraciones cualitativas de otro orden, como familiares, experiencia, criterios o valor personal. Sólo falta un cercado para que la separación fuera efectiva sin las interferencias de la convivencia.
Las constantes de escasa consideración humana se establecen con aires de perdurar, crispación, litigios, burocracia virtual, abandonos; incluyendo los aires libertarios irrespetuosos o las ínfulas comunitarias controladas por unos cuantos. El análisis de estos despropósitos no parece completarse nunca. Se establece una trama pringosa de profesionales explotadores y explotados casi imposible de desentrañar. La supervivencia en estos ambientes nos enfrenta a valoraciones KAFKIANAS, porque las ramificaciones se entrecruzan endiabladamente. La confianza se perdió y con ella se acrecentó el obstáculo regenerativo. De seguir así, la metamorfosis nos aboca a las monstruosidades sucesivas.
Por aquí o por allá, todo son agobios; más aún, imposiciones intolerables. Que poquitas voces suenan, que pocos apoyos emergen, en defensa de las vivencias integrales de cada ser humano. Abundan las recriminaciones y pautas de obligado cumplimiento; las actuaciones deben ceñirse a sus consignas. Con tus cualidades no haces las cosas como debieras. Pues bien, es el momento de REPLANTEAR a cuestión, no deben ahogarse los matices personales en aras de cumplimentar servilmente las consignas manipuladoras. Escribía Wallace Stevens: ”Dijeron: Tienes una guitarra azul / No tocas las cosas como son. / El hombre replicó: Las cosas como son / Cambian con la guitarra azul”. De eso se trata, de vivir y dejar vivir.
Y este es un buen comienzo para percibir la magia de la Naturaleza. En ella no existen los secuaces para establecer estrategias perniciosas, ni tampoco las pertenencias acérrimas de índole corrupta. Liberada de impedimentos, pero aferrada a sus condiciones constitutivas, persiste en el mantenimiento franco de sus potencialidades. En sus términos es fulgurante la ESPONTANEIDAD de sus elementos sin peticiones obligadas de permisos ni requisitorias caprichosas. Esa franqueza no vive de rodillas, expresa su realidad con la altivez de quien no guarda tapujos en la recámara. En ese sentido, la honradez ha de permanecer con la frente alta ante los acosos de las desmesuras enajenadas.
Nadie dudará a estas alturas de la gran cantidad de sombras, inquietudes e ignorancias, de las cuales no conocemos los límites. Aquí no viene de perlas la evocación de la imagen del BOSQUE; en él tienen un amplio espacio las sombras. Aunque ellas no se enseñorean del territorio. La vitalidad aplica sus maravillosas potencialidades, preñadas de una diversidad existencialista irrefrenable. La fuerza expresa diferencias notables con los tamaños. Resisten los enormes árboles con sus recias estructuras, pero no lo hacen con menor viveza los microorganismos esenciales para el conjunto. Los nuevos descubrimientos revelan nuevas maneras de comunicarse y relacionarse entre sí los variados elementos.
En la Naturaleza, podemos preguntarlo, pero hasta ahora no se encontró a nadie esperando a Godot. El compromiso de poner en acción las propiedades de cada elemento se da sin reparos, ni falta hacen los pronunciamientos. Y desde luego, pese a las dificultades, por allí no se perciben las acciones para malear el ambiente. Predomina la perspicacia para detectar los HALLAZGOS vitales, el sol, el agua, los vientos, las sensibilidades generan las aportaciones generosas, recibidas con ansia. Para la razón sería decisiva la orientación centrada en la búsqueda de esos hallazgos gratificantes y necesarios. Se entiende mal su deriva degradante hacia objetivos de poco fuste, sino embarullados y perniciosos.
Resulta crucial también ese papel revitalizante de las SEMILLAS, con la modestia altanera de ser portadoras de una potencialidad innegable. Aunque en este campo, los humanos no hemos renunciado a la introducción de malas potencias. Nos plantean la disyuntiva impresionante de las responsabilidades, nos obligan a un discernimiento inexcusable de cara a las posibles opciones. Entre ir a remolque de convenciones estúpidas o decidirnos por el cambio radical de talante, no podemos ejercer como elementos solitarios ensimismados. Tampoco los entretenimientos deslavazados nos satisfacen. La idea pujante de la NATURALIDAD no admite trapicheos. La percepción de su destello nos provoca un estremecimiento ilusionante.
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