Henry A. Manrique B. es poeta, escritor y fotógrafo nacido en Colombia, Ipiales, Departamento de Nariño (1962). Docente universitario y de secundaria. Ha publicado los libros de poemas: “Donde el tiempo no es presente”, “De gestos y Miradas”, “Metáforas del olvido y sueños del once de septiembre”; poesía y relato, “La calle de Babel”, Poesía y relato. “La jugada perfecta del tiempo”, relatos. “Buscaré otro lugar para salvarme”; relatos. Publicaciones en las revistas internacionales, su poesía aparece en antologías: “Nubes Verde”, antología de poesía viva; Colombia y Ecuador. “La generación del retorno”, poesíaviva Ipiales Colombia. Montalvo en Colombia, ensayos. Coordinador de la publicación institucional Pinceles, Prosas Y Poemas al viento. Coordinador, junto con los Chasquis, Senderos Culturales, del encuentro internacional de poetisas: “La mujer en la luz de la palabra”.
La poesía del maestro Henry A. Manrique está quirúrgicamente elaborada, cada verso es la anestesia necesaria, para quienes han decidido ir en un sentido diferente de la literatura convencional. Cada línea que escribe, está llena de presagios, de sombras, de victorias y batallas internas que nos llevan a cuestionar muchas cosas, entre ellas; la existencia misma, la razón del hombre por reconfigurarse en medio de esta incesante posmodernidad que nos embarga en el día a día.
El poeta, es consciente de la necesidad humana de encontrar en la literatura un cuestionamiento, y seguir en el andar con ese mismo objetivo, hasta encontrar algo que asemeje la respuesta a esa urgencia de seguir descubriendo y quizá reencontrarse en la palabra, que es citando al filósofo español, Miguel de Unamuno: «a la que después de todo y al final hemos de llegar.» Es necesario que, a la brevedad, la poesía siga andando, y que su sendero a seguir, sea el de la esperanza en medio de tanta atrocidad que hoy nos habita. Entonces, el poeta nos invita a conocer desde la intimidad de su obra:
TEDIO Que nos cobije el resuello de un Dios agotado los sueños de los muertos, Que dicen cosas sin decir nada nos salven de lo absurdo. Ahora que las palabras no nos viven Hagamos del silencio otro lenguaje. Con imposibles gestos, tratemos de evitar, Que el tedio, antropófago, nos devore.
El autor se asume, reconoce que, es deber del escritor, abordar temas que den un giro en el pensamiento de la sociedad y parte de esto es llevar ante la misma, obras que la inviten a reflexionar sobre el conocimiento impuesto o preconcebido desde las raíces de nuestros antecesores. De ahí, que el escritor, nos entregue este maravilloso poema titulado:
LA MUERTE DE DIOS Lo que preocupa es que Muerto Dios Ya no podremos discutirlo. Su ausencia crecerá sin límites Entonces No estarán muchas palabras. Desaparecerán las dudas. Será tan simple, Vivir sin oraciones Sin temor por el pecado.
Para finalizar, el maestro Henry A. Manrique nos lleva por un recorrido breve pero necesario en la vida, el autor nos invita a persistir de una u otra manera, a no detenernos y salir de los espacios que nos estén generando ambigüedades en nuestro andar. El autor, con su mano puesta en los decibeles de la memoria, nos dice:
ME RESISTO Al olvido Como las uñas y el cabello Se resisten a la muerte. Aferrados Sobreviven su cadáver.
|