Quiero dejar bien sentado que soy totalmente partidario de la igualdad entre el hombre y, la mujer, con las consiguientes diferencias fisiológicas impuestas por la Naturaleza.
Me siento orgulloso, cuando paseo por mis calles de Córdoba, y veo varios policías con su pistola al cinto, vestidos con sus respectivos uniformes de Policía local, Nacional o Guardia Civil.
Sí siento una especial satisfacción cuando entre ellos distingo a alguna mujer que, caso de una emergencia, atraco, intento de violación, o cualquier altercado callejero, acude ésta, corriendo el mismo riesgo y afrontando igual peligro que su compañero masculino, demostrando el mismo arrojo y valentía que éste.
Sus vestimentas son iguales, llevan su chupa o cazadora y sus pantalones que son lo más práctico por si hay que correr persiguiendo a un fugitivo, o para dominar alguna reyerta. ¿Cómo se las arreglarían si llevasen falda? ¿Se las subirían hasta la cintura para poder correr mejor? Absurdo ¿verdad?
También encuentro inadmisible que una mujer que realice el mismo trabajo que un hombre cobre menos que éste, porque va contra la justicia distributiva que es darle a cada uno lo que le corresponde, por lo tanto, a igual trabajo, el mismo salario.
No obstante estoy totalmente en contra del sistema de cuotas que se está estableciendo o se intenta normalizar, dentro de las empresas, partidos políticos o cualquier otro tipo de entidad.
Esa paridad no tiene alguna razón de ser, no es necesario, desde ningún concepto, que en cualquier organismo tenga que haber, como directivos, ministros, o concejales, el mismo número de hombres que de mujeres. Y éstas no deberían de clamar por ello, lo que sí veo justo que revindiquen es que aquella o aquel que posea más méritos y cualidades que se requieran para ocupar un puesto sea quien lo ostente. Las mujeres florero o los hombres, a los que yo llamaría bastón, no tienen razón de ser.
Bien, estamos en una situación que está lindando con el ridículo, cuando no con el esperpento.
En Valencia la Concejala de Movilidad, para hacer cumplir la política de igualdad, ha dispuesto que en los semáforos el icono que permite o detiene el paso, también lleve faldas.
Ese muñeco no ostenta ningún atributo masculino por lo que, bien puede representar un hombre o una mujer, pues bastante han luchado éstas para vestir pantalones.
Las que combaten por la igualdad, manifiestan una disimilitud, cuando, para hacerse notar, visten con faldas a la imagen de un semáforo
Yo me pregunto, ¿no tienen los munícipes valencianos otras cosas más importantes y necesarias a las que aplicar su mente, su esfuerzo, su trabajo y el dinero de los ciudadanos que a nimiedades como éstas?
Los valencianos, ¿tienen todas sus necesidades cubiertas? ¿Los ancianos que necesitan ayuda, así como los menesterosos, no tienen nada por lo que preocuparse?
No hay otras carencias más urgentes en las que invertir lo recaudado?
Por cierto que he leído que María Dolores Jiménez, ha dicho: “Respecto a los nuevos semáforos, desde Ciudadanos vamos a preguntar en comisión si esta iniciativa ha tenido algún coste para las arcas públicas, porque quiero recordar que llevamos meses exigiendo chalecos antibalas para las mujeres del cuerpo de Policía Local”, así como asegura que la última compra de 50 que se hizo de éstos, ninguno estaba diseñado para las mujeres.
Me perece que este asunto es más necesario y de mayor prioridad que simbolizar con faldas a los monigotes de los semáforos.
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