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​Dina Boluarte se auto-dinamita ante el mundo

En esta nota veremos la política exterior de un Gobienro que se dedique a crear más y más enemigos
Isaac Bigio
sábado, 28 de enero de 2023, 10:58 h (CET)

La presidenta oficial del Perú viene chocando tanto con su propio pueblo como contra su vecindario internacional. Ella no fue el martes 24 de diciembre a la cumbre de la Comunidad de Estados de Latino América y el Caribe (CELAC) y, en vez de ello, realizó una conferencia de prensa donde provocó a Bolivia acusándola sin prueba alguna de estar tras las muertos que su propio Gobienro ha causado.


Los presidentes de Chile, Honduras, Colombia y México en ese mismo día condenaron la represión peruana. Los de estas 3 últimas repúblicas consideran que Pedro Castillo es el legítimo mandatario constitucional. En esta nota veremos la política exterior de un Gobienro que se dedique a crear más y más enemigos.


Cerrándose a la CELAC


Algo en común que han tenido Pedro Castillo y Dina Boluarte es que a poco de cumplir un mes y medio en la presidencia, ambos han tenido que hacer frente a una cumbre de la CELAC. La VI cumbre de este organismo, el primero que une a los 33 países al sur de EEUU y Canadá, se dio en México (18/09/2021) y la VII en Buenos Aires (24/01/2013). Mientras Castillo hizo su primer viaje presidencial al exterior para acudir a esta cita, Boluarte no quiere salir del país.


Si en su primera gira a Norteamérica, Castillo fue bien recibido por las izquierdas y derechas, Boluarte no quiere ir a un encuentro donde su gestión es muy criticada. En el cónclave de Argentina, el Perú es un tema obligado donde el debate ha de ser qué medidas se deben adoptar frente a un Gobierno tan impopular y represivo. La presidencia de Dina es la única civil de todas las que ha habido en las Américas en lo que va de este milenio, que ha ocasionado la muerte de más de 60 personas en todo el país durante sus primeros 45 días.


Cuando Castillo visitó a 9 países, Boluarte pudo remplazarlo temporalmente en el cargo degustando el placer de ocupar la silla presidencial. Ahora que Boluarte ya ocupa plenamente esta, ella está obligada a quedarse en el país para hacer frente a una tremenda crisis, mientras que cualquier intento suyo de viajar afuera puede ser visto como un intento suyo de repetir el ejemplo de Alberto Fujimori para nunca más querer retornar al Perú.


VII cumbre de la CELAC


Para Lula esta cumbre es clave. No es casualidad que ese haya sido el destino de la primera gira internacional de su tercer mandato presidencial. Su predecesor Jair Bolsonaro quiso sepultar a esta y a la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), mientras que para la diplomacia que él siempre ha propugnado estas son piezas claves en proyectar al Brasil como el líder de la región y del Sur.


Él también quiere aprovechar esa cita para que haya una solidaridad continental contra el intento de golpe que tuvo que hacer frente a pocos días de iniciar su Gobierno, cuando bolsonaristas que no querían reconocer su derrota electoral tomaron los 3 poderes de Estado en Brasilia queriendo provocar un golpe militar. De allí que la forma en la cual Boluarte viene reprimiendo brutalmente al descontento popular interno no es bien vista internacionalmente. Desde EEUU hasta la UE hay numerosas voces que le cuestionan por ello.


Lula llegó a Buenos Aires antes que otros mandatarios, pues otra pieza estratégica que tiene es la de crear una moneda común latinoamericana, la cual emularía al euro, una moneda que comparten 20 países europeos y que ha venido rivalizando con el dólar, incluso en las casas de cambio de Oconha. Según el Financial Times (21/01/2021) esta se llamaría Sur e inicialmente se basaría en un acuerdo entre Argentina y Brasil, 2 gigantes cuya población y territorio combinados superan al de la eurozona. La idea sería ir expandiendo a dicha moneda hasta incluir a Uruguay y Paraguay (los socios menores de estos en el Mercosur) y todo el resto de la América al sur de Miami.


Ciertamente que se trata de un proyecto muy ambicioso y que choca con obstáculos como la alta inflación argentina (que bordea los 3 dígitos), así como el default de esta nación al FMI y su alta deuda externa ($40 000 000), pero el comercio bilateral entre esos 2 gigantes han crecido en más de un 20% en el 2022. Viabilizar una moneda común debiera conducir a que los países latinoamericanos comercien más entre ellos que con Norteamérica, China o Europa.


El Perú de Boluarte no encaja bien en ese proyecto, pues los fujimoristas que le dominan tienen como agenda un país autoritario y centrado en exportar materias primas al hemisferio norte, lo cual va en contra de ese modelo y de la estabilidad democrática que una moneda común requiere.


No existe un consenso entre los 33 países de la CELAC sobre la situación peruana. Mientras los presidentes derechistas de Ecuador, Paraguay y Uruguay son proclives a Boluarte y otros de izquierda "moderada" (como Chile e incluso Brasil) adoptan ante ella una actitud más pragmática, resulta imposible que se implemente una línea de desconocer a Dina como presidenta. Ello, además de carecer de un consenso le daría más poder a la OEA para que intervenga sobre el Perú (algo que hasta los más radicales, incluyendo los presidentes asistentes de Cuba y Venezuela, quieren evitar). La CELAC debiera criticar la represión en Perú, pero llamando a una solución con paz y diálogo.


A diferencia de otros presidentes peruanos, Boluarte no ha querido estar allí. Todas las anteriores famosas mandatarias constitucionales latinoamericanas (Michelle Bachellet de Chile, Dilma Rousseff de Brasil, Cristina Fernández de Argentina, entre otras) han participado, así como también la ex canciller germana Ángela Merkel. En 2023 sí asisten Xiomara Castro (Honduras) y Mia Mottley (Barbados), pero Dina no ha podido valerse de su condición de ser la primera mujer y nativa quechua hablante en llegar a la presidencia de su República, y rehuye ir a Buenos Aires para evitar que los vientos no soplen en contra suyo.


Si Castillo quiso llevarse bien con todos, Boluarte se esfuerza en ganarse enemigos internacionales.

Castillo quiso estar bien con todo su vecindario. Fue tratado como hermano por el anfitrión de la VI cumbre de la CELAC, Andrés Manuel López Obrador, quien hasta hoy le considera el único presidente peruano legítimo y ha recibido a su familia como refugiada en México. Luis Almagro, el Secretario General de la OEA, a quien la izquierda continental le acusa de haber impulsado golpes en Venezuela y Bolivia, cortejó al maestro del sombrero chotano como una forma de querer limpiar sus credenciales y de presionar para que él se alinee con Washington y se distancie de Caracas.


En sus viajes, Castillo apareció llevándose muy bien con mandatarios de derecha (como Iván Duque de Colombia, Guillermo Lasso de Ecuador y Jair Bolsonaro de Brasil) y, sobre todo, con Joe Biden. Cuando se dio la Cumbre de las Américas (Los Ángeles, 10/06/2022), él fue el único mandatario que se reclamaba "progresista" en no cuestionar que no se haya permitido participar a Cuba, Nicaragua y Venezuela y, encima, en terminar su discurso con el lema "América para los americanos", la consigna de la doctrina Monroe que justifica la intervención de EEUU en su hemisferio.


Boluarte, sin embargo, apenas ha debutado en su cargo, se ha enemistado con las 2 naciones hispanohablantes más pobladas (México y Colombia), las mismas que, al igual que Argentina (el mayor país hispano en territorio) no le han querido reconocer. Lo acontecido con Gustavo Petro es algo que le ha afectado mucho, pues ella fue la que representó al Perú cuando él juramentó en la presidencia colombiana (07/08/2022).


Mientras Castillo buscaba ganar aliados externos, pues a nivel interno tenía en contra a los poderes legislativo y judicial, además de al Tribunal Constitucional, Boluarte ha decidido hacer lo inverso. Para buscarse bien con la ultraderecha que domina al Congreso, ella ha decidido identificarse con los perdedores de las elecciones y gobernar con y para ellos. Creyendo que así iba a contar con el aval de los otros poderes del país, se ha enemistado con su propio electorado, con el pueblo y con gran parte del vecindario latinoamericano.


Boluarte vs Bolivia


Boluarte había llegado a su puesto en la plancha presidencial de Perú Libre reclamándose como una incondicional admiradora de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA, el bloque antiimperialista de 10 naciones capitaneadas por Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, en la cual se encuentran otros 6 Estados de las Antillas). Hoy, ella se ha enemistado con todo ese sector (que representa casi un tercio de los países sud y centro americanos) e incluso ha lanzado sus peores dardos contra Bolivia.


Cuando en julio 2021 Boluarte juramentó como vicepresidenta y ministra, Evo Morales estaba en Perú, donde fue entonces la figura extranjera más popular. Entonces, Boluarte se identificaba plenamente con él. Empero, hoy ella le ha prohibido al expresidente boliviano el ingresar al país, mientras que varios congresistas que apoyan a su Gobierno piden condenar a Morales por "traición a la patria" (pese a que él no es peruano ni ha vivido en Perú) o repatriarlo para juzgarlo.


Boluarte y su Premier Alberto Otárola han acusado a Bolivia de ser el país que está proporcionando las armas con las cuales han muerto varios manifestantes en el Sur. A pesar de que las fuerzas del orden han capturado a cientos de manifestantes en todo el país, nunca han podido mostrar uno solo que sea de Bolivia. Numerosas fotos, videos y testimonios del personal de salud, protagonistas, víctimas y organismos de derechos humanos coinciden en que todos los más de cien peruanos que han sido muertos o heridos con armas de fuego han sido disparados por policías o soldados bajo instrucciones del actual Gobierno.


La fobia contra Bolivia expresa el racismo de muchos en la elite de Lima tienen contra los "serranos", quechuas y aymaras. Para agravar más la tensión con el único otro país con el que compartimos el Titicaca, de cuya cuenca salieron los incas y las otras otras grandes civilizaciones que le precedieron (Pukara, Tiahuanaco y kollas), Fernando Bustamante ha llamado a preparar una invasión militar sobre Bolivia. Sus declaraciones son muy graves, pues se trata de alguien quien presidió la comisión de relaciones exteriores en 12 de los 18 meses que lleva el actual Congreso, y que es el principal portavoz en temas internacionales de Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori (quien hoy tiene la mayor bancada parlamentaria, la misma que con sus aliados imparte la línea de los poderes Legislativo y Ejecutivo).


Dicho connotado dirigente fujimorista tuiteó: “El Perú debe dar ultimátum al gobierno de Bolivia, para que detenga apoyo material y financiero a terroristas en Perú. Cumplido el plazo sin solución, el Ejército del Perú deberá ingresar a Bolivia y ocupar cautelarmente recursos naturales que garanticen una ulterior reparación”.


Hoy en Perú no opera ningún grupo armado irregular, con excepción del del MPCP Víctor Quispe Palomino en el VRAEM, el cual no es un partido que emite comunicados o proclamas para influir en la opinión pública. Hoy este anda callado durante toda esta crisis, solo actúa en el circuito de la producción o comercialización de la cocaína y sus principales apariciones con hechos de sangre se han dado a pocos días de los 3 balotajes presidenciales en los cuales Keiko competía (se quiso usar esas matanzas para favorecerla y justificar que se necesitaba a ella para derrotar al terrorismo).

Quienes hablan del apoyo material o financiero de La Paz a las protestas populares son ultraderechistas de Bolivia y Perú que carecen de cualquier prueba y que están interesados en derrocar al presidente Luis Arce en La Paz.


Vietnam para la ultraderecha peruana


Las declaraciones del expresidente de la comisión de relaciones exteriores del Congreso son muy peligrosas en 3 sentidos más:


1) Demuestran la avaricia de los grupos de poder en Lima, quienes han buscado seguir enriqueciéndose gracias a los recursos mineros y el litio del sur del Perú (queriendo, además, eludir tributos y pasando por encima de los derechos laborales, medioambientales y de las comunidades campesinas) y que ahora están dispuestos a expandirse hacia Bolivia.


2) Como ya han fracasado en encontrar un enemigo interno contra el cual buscar unir a la población en torno a la militarización (pues las mayorías no se tragan el cuento de la lucha contra el terrorismo y el vandalismo), hoy buscan un peligro externo. Ahora azuzan la fobia contra Bolivia (el país fronterizo más izquierdista, serrano e indígena).


3) Una eventual guerra contra Bolivia conduciría a la peor guerra civil y a la peor derrota militar de la bi-centenaria historia republicana.


Si el Perú invadiese Bolivia, el primer objetivo a tomar serían las ciudades de El Alto y La Paz, que conforman la principal metrópolis del país (donde viven 1 750 000 personas), la cual se encuentra a 95 km de la frontera. He recorrido muchas veces la pista que va desde el Desaguadero peruano hasta allí, la misma que se recorre en 90 minutos. Puedo comprobar que su terreno es plano y sin mayores obstáculos para el uso de tanques y vehículos blindados.


Sin embargo, los principales "recursos naturales que garanticen una ulterior reparación” se encuentran en los otros extremos del país. Se produce gas, petróleo y agroexportaciones al sud oriente (sobre todo en el departamento de Santa Cruz, que linda con Brasil, Paraguay y Argentina).


Las grandes minas de plata, estaño y metales, así como los mayores yacimientos mundiales de litio (materia prima para celulares, aviones y diversos instrumentos avanzados) se hallan en la cordillera occidental, lindante con Chile. El oro, que es el nuevo boom económico de Bolivia, se encuentra en la cuenca amazónica de los departamentos de La Paz y Beni (norte de Bolivia).


Para poder ocupar esos recursos, las FFAA peruanas debieran ser desplegadas en un país con casi 1,1 kms2 (casi tan grande como el nuestro, y mucho mayor que Afganistán, Yemen o Vietnam, países invadidas que han acabado tumbándose a sus agresores) y cuyos 12 millones de habitantes tienen una fuerte tradición antimilitarista. Una aventura de este tipo sería peor que la que Moscú o Washington tuvieron en Afganistán.


Además, de ser un potencial vietnam peruano, todo el vecindario americano se opondría a tal invasión. Las otras 6 repúblicas latinoamericanas más extensas (Chile, Argentina, Brasil, Colombia, Venezuela y México) mostrarían distintos niveles de simpatía por el agredido (incluso algunos de ellos pudiesen enviar pertrechos, armas y contingentes en su ayuda).


Una guerra así ocasionaría cientos de miles de muertos, numerosas insurgencias armadas incluso en el Perú y la posibilidad de que algunas regiones del sur busquen independizarse y hasta aliarse con La Paz.


Impopular


El 19 de enero, cuando se dio el paro nacional de la CGTP y Boluarte dio un mensaje presidencial en el cual ella aseguraba que no iría a renunciar, en Nueva Zelandia, Jacinta Ardern, la mandataria más popular de Oceanía y del mundo de habla inglesa, anunciaba que iba a dejar su cargo. A más tardar, ella iba a cesar de ser la primera ministra el 7 de febrero, fecha en la cual, contra viento y marea, Boluarte quiere seguir persistiendo en la presidencia peruana.


La comparación entre ellas es importante. Ambas fueron electas representando a la izquierda. En 2017, Ardern, a los 37 años de edad, se convirtió en la mujer más joven en el mundo en encabezar a su nación. Luego, en octubre 2020, ella fue la primera líder laborista en hacer que su partido supere el 50% de los votos, algo tan difícil de lograr en cualquier democracia parlamentarista y no presidencialista.


Mientras Boluarte se ha hecho muy impopular matando a muchos de sus compatriotas e iniciando sus propias carnicerías en su natal Abancay, Ardern, en sus más de 75 meses en el poder jamás ha ordenado a sus fuerzas del orden disparar contra sus ciudadanos. Ella, más bien, se hizo más popular con sus políticas de beneficios sociales y sus avanzadas medidas de salud ante la pandemia (en las que hizo que muy pocos fallecieran por el Covid-19 en sus islas).


Cuando Margarita II se convertía en la mandataria mujer que más tiempo está en el poder en el mundo y festejaba el 51 aniversario de su reinado sobre Dinamarca, la represión de Boluarte llegaba a los 51 muertos. Una aristócrata descendiente de los vikingos que saquearon y esclavizaron pueblos conquistó el corazón de sus compatriotas aceptando tener gobiernos socialdemócratas que redujeran las desigualdades sociales y dieran paso a sistemas gratuitos y de alta calidad de salud y educación primaria, secundaria y universitaria. Dina ha hecho lo inverso. Esta plebeya provinciana, quien fue electa como "marxista-leninista", hoy gobierna como porky-fujimorista.


El día en que Boluarte celebraba 45 días en la presidencia se prendían 61 velas. Estas no correspondían a los de una torta por haber cumplido 60 años en mayo, sino a las que se han puesto por doquier en honor a los 61 muertos que sus políticas represivas han causado.


Una persona que gobierna con la fuerza bruta, pero contra los principios y planteos con los que fue electa, contra su electorado y contra su pueblo, no puede mantenerse mucho tiempo en el poder. No se puede manejar un país sentándose sobre una bayoneta.


Mientras tanto, un posible signo de que su fin se acerca es de que se viene cambiando a la mujer más importante en el poder en el Perú. Ella, claro está, no es Boluarte, sino la embajadora de EEUU. Lisa Kenna, quien sirvió en la CIA y fue nominada por Donald Trump como la cabeza de su misión en Lima, ahora viene siendo relevada por una diplomática de carrera, Stephanie Syptak-Ramnath.


Kenna fue la embajadora que más aparecía rodeada de figuras del poder en Perú y quien ha jugado un rol clave en apoyar a Boluarte desde un inicio. Contra su permanencia ha jugado la gran convulsión social y 2 portadas del New York Times, destacando las masacres de Ayacucho y de Juliaca (cosa que no hace la mayoría de la prensa de Lima, pero que en EEUU sí puede influir mucho).


No sabemos qué órdenes tiene la nueva "virreina" de Washington, pero es probable que ella venga para buscar una presidencia que genere menos confrontación e inestabilidad para las inversiones e intereses de su mega-potencia.

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