Confieso, como autor de esta entrevista, que no soy imparcial en el tema sobre el que gira mi charla con Iván Mourin (autor de "Anatomía de las casas encantadas", Ed. Luciérnaga, 2016, ganador del Premio Enigmas) y por ello no puede tener esa asepsia, ese distanciamiento, que se puede esperar de un trabajo periodístico que tiene como eje un asunto tan opinable y que despierta tanta polémica como el de la existencia de casas y edificios habitados por fantasmas. Yo creo en ellos –y en especial en los que habitan en ciertas casas, remotas o no- a raíz de una experiencia que tuvo lugar en mi adolescencia en una vieja casona cántabra; algo que me hizo abandonar para siempre el lado de los escépticos. Con la lectura de este libro, ágil y de lectura apasionante, he revalidado una buena parte de aquel suceso, descartando para siempre que fuera debido a la autosugestión.
¿Qué te llevó a escribir este libro?
Llevaba varios años recopilando documentación para diversos tipos de trabajos (novela guiones relatos artículos...) y desde hacía tiempo tenía ganas de escribir un ensayo, para lo cual trataba de elegir un tema interesante. Fue a raíz de leer las bases del Premio Enigmas cuando me decidí por uno de entre todos los que manejaba. Quizá el que tenía más fresco por el último que había publicado: casas encantadas y fantasmas desde una perspectiva escéptica y lo más objetiva posible.
De todos los casos que tratas en el libro ¿cuál es el que te impresiona más y te merece mayor credibilidad?
Quizá el caso de Lucía. Una chica que tuvo una experiencia con la ouija. Yo le sugerí que pudiera tratarse de un caso de sugestión y ella no lo negó. Frente a otros entrevistados, que no dudaban de la intervención de lo paranormal, fue curioso comprobar que todavía acusaba el temor que aquel hecho le había producido. Existe también otra historia que proviene de un investigador al que conozco desde hace mucho tiempo, Antonio Neto, del grupo Misterios de la TCI, que se refiere al caso de una presencia que afectaba a una familia; en concreto a un niño de menos de dos años.
Uno de los casos que me han parecido más sugerentes, a raíz de la lectura de tu libro, ha sido el del “hombre del palomar”, cuyo protagonista es un amigo tuyo...
En efecto. Sobre este tipo de temas la gente se muestra bastante reacia a hablar. Se sitúa una zona que conozco bastante bien, ya que una tía mía vivía precisamente en la calle donde sucedió el episodio que mi amigo Marcel me relató. Hablando con vecinos de la zona comprobé que algunos de los mayores todavía recordaban que había un palomar en la parte alta del edificio; aunque, por ejemplo, los propios padres de Marcel no llegaran a conocerlo. Sin excluir, como en el caso de Lucía, un proceso de autosugestión debido, por ejemplo, a retazos de conversaciones oídas etc. había elementos suficientes que indicaban una presencia inexplicable.
¿Qué es para ti un fantasma?
(Risas) Trato de encontrar la respuesta en la Física, cosa que menciono en el libro. Según un buen número de testimonios sobre este tipo de fenómenos, estas entidades son capaces de atravesar superficies sólidas, como un suelo o una pared,e incluso pueden coger objetos. Si nos basamos en la Física, para poder atravesar elementos sólidos tendrían que estar compuestos por neutrinos, de modo que los átomos no pudieran repelerse. Esto le lleva a uno a pensar que, en el caso de que realmente existan, quizá pudieran entrar en juego las facultades mentales que uno puede desarrollar o que poseen algunas personas en vida, por ejemplo la telequinesia, y que, una vez fallecidas, se potencian.
Como hombre de ciencia ¿cuál es la manera en que te enfrentas a fenómenos que podrían calificarse de acientíficos o, por lo menos, no comprobables a día de hoy por la Ciencia?, ¿Crees que la Ciencia podría llegar alguna vez a explicarlos?
Pienso que no. Hay muchas cosas que quedan por descubrir y otras nuevas que no paran de aparecer. No hay una ciencia exacta que dé razón de ellas. Existen muchos puntos de vista y ha de irse con la mente bastante abierta. Sí uno se cierra mucho y se muestra totalmente escéptico es difícil, por no decir imposible, ver mucho más allá. Es necesario enfrentarse a estos fenómenos con la dosis justa de escepticismo y con la aceptación de que pueda haber otras realidades.
¿Has tenido alguna experiencia personal con una casa encantada?
Yo diría que no. Me lo suelen preguntar y siempre respondo que no creo haber experimentado ningún tipo de fenómeno de este tipo. Lo poco que me pueda haber pasado lo he relacionado con la sugestión, la atmósfera, con las horas en que se suelen hacer este tipo de investigaciones. Todos estos elementos en conjunto pueden representar un factor importante y posteriormente puede hallarse una explicación lógica que los justifique.
¿Son los niños más receptivos a los fenómenos paranormales?
Sin duda. En el caso de los niños, como sucede con los animales, están mucho más abiertos y la mente de los niños se encuentra en expansión, mucho más receptiva que la de los adultos. A medida que se va abandonando la infancia esa facultad se va cerrando. Esa percepción especial que puede darse a edad temprana va disminuyendo conforme se instalan unos valores cerrados y una buena cantidad de prejuicios.
Dentro de la Iglesia Católica todavía existen los exorcistas ¿Se trata de una práctica anacrónica o pueden resultar necesarios?
Me parecen necesarios y no sólo para ahuyentar a esos supuestos demonios, sino como ayuda a ciertas personas que se creen afectadas por algún tipo de ente o fenómeno paranormal en su forma más violenta. Todo tiene su raíz en nuestra propia mente y quizá este tipo de sacerdotes, que están especializados en temas esotericos pero también en la vertiente psicológica de estos hechos, creo que, en ese sentido, pueden juegar un papel importante. Es curioso comprobar cómo el número de exorcismos ha aumentado; así como el de los sacerdotes preparados para realizarlos.
Entonces ¿hay más exorcistas ahora que hace unos años?
Desde luego hay más que una década atrás. No hace mucho leí un artículo donde se afirmaba que sólo en Madrid se había designado recientemente a 80 nuevos exorcistas, un número muy alto en comparación a otras décadas.
¿Existe alguna casa o edificio en España que te haya atraído más como investigador de estos fenómenos?
En nuestro país hay muchos. Uno de los mencionados en el libro, La Casa de las Siete Chimeneas, en Madrid, fue uno de los que quise incluir desde el principio. Se trata de uno de los “clásicos” dentro de la fenomenología de las casas encantadas. En él desempeña un papel muy importante la leyenda, ya que esta y los datos documentales sobre la construcción de la casa no acaban de cuadrar: por una parte tenemos la historia en la que parece que tiene una presencia bastante importante la figura de Felipe II, que, según se dice, hizo la petición de que se construyeran las Siete Chimeneas en relación a los siete pecados capitales, pero que a la vista de los documentos comprobamos que, en realidad, fue un comerciante genovés Baltasar Cattaneo quien las mando construir bastante tiempo después. La aureola fantasmal se ve intensificada con el hallazgo de dos esqueletos durante unas obras de reforma. Hay leyenda, sí, pero también hechos en absoluto explicados.
¿Qué opinión te merece el Palacio de Linares como lugar encantado? ¿Puede haber “algo” o se trata simplemente de un embuste?
Se trata de un asunto un tanto manido y es indudable que hubo ciertos fraudes cuando se hicieron públicas unas pretendidas psicofonías durante la década de los 90. Tiene, sin embargo, aspectos interesantes que merecerían ser estudiados más a fondo.
Imagino que en su día verías la película de Alejandro Amenábar “Los otros” Siguiendo la tesis central de la historia ¿Podría existir una suerte de realidad paralela de la que no somos conscientes, aunque quizá se produzcan a veces leves atisbos de ella? ¿Podría tener esto alguna base científica?
No puede descartarse. Existe la tendencia a creer que las casas encantadas están siempre relacionadas con un hecho negativo qué ocurrió en el pasado y esto no es necesariamente así. Por ejemplo, en el caso del “hombre del palomar”, que citábamos antes, no hay nada negativo; es como un eco del pasado que impregna un lugar. Podría deberse a concentraciones energéticas (que han podido comprobarse en algunos estudios) derivadas de unas vivencias que no tienen por qué ser negativas y que permanecen en un edificio. Y acaso personas con ciertas características sean capaces de activarlas.
¿Tienes pensado escribir algún otro libro en la misma línea de “Anatomía de las casas encantadas”?
Pues, sí; estoy precisamente ahora escribiendo un ensayo que no es exactamente sobre casas encantadas y fantasmas, sino más bien sobre otro tipo de historias, bastante curiosas, sobre fenómenos paranormales; pero, sobre todo, buscando el lado especial de las leyendas, lo que de real puede haber en ellas para distinguirlas de aquellas historias que son simples bulos que han corrido de boca en boca.
Fotos: 2iacció
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