Crédito y Caución prevé que en 2023 se produzca un aumento global del 49% en los niveles de insolvencia, en el marco del proceso de ajuste a los niveles prepandémicos. De acuerdo con las estimaciones de la aseguradora de crédito, tras la interrupción de los estímulos fiscales y moratorias concursales vinculadas a la pandemia pueden transcurrir hasta ocho trimestres hasta que los niveles de insolvencia se normalicen. Este proceso, en combinación con la quiebra de empresas zombis y un contexto macroeconómico de alta inflación y restricción monetaria impulsará el crecimiento de los niveles globales de insolvencia en 2023.
A nivel regional, la aseguradora de crédito prevé el empeoramiento más intenso de 2023 se registre en Norteamérica (71%), impulsado principalmente por la evolución de Estados Unidos, seguido de Asia-Pacífico (56%) y el incremento moderado en Europa (27%), donde la normalización está más avanzada.
Tras dos años consecutivos de descenso, en 2020 y 2021, las insolvencias globales ya registraron un crecimiento del 9% en 2022. Tras el fuerte repunte previsto para 2023, la aseguradora de crédito prevé que el proceso de normalización concluya en 2024 en la mayoría de los mercados, con un nuevo incremento mundial de estos procesos del 12%. Algunos mercados como Austria, Canadá, Dinamarca, España, Finlandia, Irlanda, Reino Unido, República Checa, Rusia, Suecia, Suiza o Turquía ya han vuelto a los niveles prepandémicos. Países como Corea del Sur, Estados Unidos, Nueva Zelanda, o Países Bajos están lejos de completar el ajuste.
Aunque las ayudas fiscales públicas relacionadas con la pandemia han desaparecido en gran medida, la situación fiscal general sigue siendo expansiva en la mayoría de los mercados avanzados. Varios países han adoptado paquetes de apoyo para contrarrestar los efectos negativos de la subida de los precios de la energía, lo que supone un cierto respaldo al crecimiento económico. Sin embargo, también existen nuevos riesgos, como resultado del endurecimiento reciente de la política monetaria. Las empresas se enfrentan a condiciones de financiación significativamente más estrictas, lo que probablemente suponga un reto para aquellas que incrementaron significativamente su endeudamiento durante la pandemia.
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