Si percibimos la presencia de la alienación en nosotros, ¿tiene sentido adoptar una mirada desde el locus de control interno? ¿O irremediablemente debemos adoptar una postura derrotista, y desde ese marco de racionalidad acrecentar la dimensión del locus de control externo como explicación de esa alienación?
La alienación es un proceso mediante el cual un sujeto se convierte en alguien ajeno a sí mismo, que se extraña, que ha perdido el control sobre sí. El proceso racional y deductivo de esta definición conllevaría a que la conclusión acerca de si un ser está alienado o no tuviera un carácter absoluto. Esto es, que la aplicación del vocablo tendría una direccionalidad hacia prácticamente todo su ser o en cualquiera de las circunstancias. Así, la exigencia del cumplimiento de este concepto es realmente elevado.
Más allá de esto, y por lo tanto, sin intentar discernir entre intensidades o porcentajes de cumplimiento, sino más bien procurando aplicar el concepto a determinados contextos, y en definitiva, rebajando el nivel de exigencia -situando ese nivel de exigencia en contextos locales o particulares-, la alienación puede aparecer en determinados escenarios. Un ejemplo podría ser el de una persona que está desarrollando su actividad profesional y, debido a la excesividad descontrolada del volumen de tareas que se le encargan, su motivación e ilusión inicial estarán afectadas, y su sensación de malestar o incluso el síndrome de burnout empezará a manifestarse.
Este párrafo anterior se puede relacionar con el primero en la medida que, si el sujeto no tiene ninguna capacidad de incidencia en el contexto expuesto, efectivamente la direccionalidad del análisis irá enfocado a responder positivamente a la segunda pregunta de ese primer párrafo. El sujeto no siente tener ningún dominio desde su ser, y aún y hacer acciones cotidianas de ámbito laboral desde su quehacer, percibe que la capacidad de agencia para revertir ese escenario es igual a 0. Así, si este individuo se alejara para contemplar su propia silueta, percibiendo a la vez los pensamientos y sensaciones emergentes, podría concluir que no se reconoce, que se extraña, que ha perdido el control de esa situación.
La pregunta es: ¿Se puede justificar estar alienado si hay un margen de actuación por parte de un sujeto para revertir esa situación donde el propio control es ajeno en un grado elevado? Esto depende, tal y como se ha mencionado, de la exigencia a la que sometamos al concepto de alienación. Por su idiosincrasia, la asociación entre exigencia y alienación podría llegar a ser inseparable, pero desde una perspectiva de cierta elasticidad podríamos relajar el concepto para dar cabida a gradualidades de alienación.
Así, desde esta perspectiva, la incorporación del locus de control interno tiene sentido. El hecho de que este concepto estuviera tapado y desasociado prácticamente por completo con la alienación implicaba que quedara fuera del terreno de juego. Si la elasticidad del concepto de alienación supone una menor exigencia en relación a su conceptualización, el locus de control interno es un término susceptible de ser explorado y profundizado en este nuevo contexto.
|