Cuenta una leyenda azteca que alguna vez un Dios recibió desde el inframundo como regalo de los demonios un espejo, donde pudo ver que su apariencia era humana. Atemorizado por el descubrimiento, y por la revelación de que su identidad era también humana, perdió la razón. Su rostro humano auguraba un destino igualmente humano, algo que lo sacó de quicio y le hizo huir anunciando que volvería.
Dicen que las profecías anunciaban el regreso del Dios atemorizado por su propia imagen, precisamente en el año uno de la caña, 1519 después de Cristo en el calendario europeo. Una historia muy difundida cuenta que el emperador Motecuhzoma II intentó recrear el episodio mítico del espejo convencido de que el emisario de otro emperador, el conquistador español Hernán Cortés, huiría despavorido.
El plan no resultó, pues su propia imagen no inquietó a Cortés pues desconocía la mitología azteca que por entonces aún no se tenía en cuenta en la universidad de Salamanca donde había estudiado. Pero la misma ciencia nos dice que los calendarios precolombinos de MesoAmérica superan a los calendarios juliano y gregoriano, y solo tenían una mínima fracción de su error.
Escribió el gran Carlos Fuentes que el espejo es poderoso, pues permite concentrar la energía del sol y nos revela nuestra propia identidad.
Una maldición que subyace en el fondo del río Paraguay, tal vez representa un espejo enterrado como aquel de obsidiana que Felipe II regaló a John Dee.
La historia real de la Cuenca del Plata demuestra que los ríos han sido la riqueza que causa su pobreza, pero subyacen en sus fondos espejos humeantes que impiden ver la imagen propia y de los demás.
Durante el auge neoliberal de la década 1990-2000 Argentina pagó su monstruosa deuda externa entregando la gestión del Río Paraná a empresas extranjeras a la región. Se sabe que hoy gran parte de Brasil (Matto Grosso y otras regiones) necesita de la hidrovía Paraguay- Paraná para emerger.
Desde hace pocos meses, se sabe que el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos estará involucrado en un proyecto para modificar la navegabilidad del río Paraguay, intervención que ha generado disturbios en el MERCOSUR.
El Senado paraguayo estudia un acuerdo que ya no alcanza al cruce con el río Paraná, como un plan anterior de 2015, para evitar objeciones de Argentina. La diferencia está en el recorrido de las obras que, en la última opción, finaliza antes de la confluencia con el río Pilcomayo, límite con Argentina.
El cruce entre Argentina y Estados Unidos por cuestiones relacionadas con Paraguay retrotraen el conflicto al acuerdo por la Paz del Chaco en 1938, en el cual Washington desplazó con poco esfuerzo a Buenos Aires de su zona de influencia, en una conferencia inaugurada por el mismo Franklin Delano Rooselvet en diciembre de 1936.
Seis décadas antes, una cruenta guerra inspirada y sufragada por el imperialismo inglés y sus intereses comerciales, en los cuales los ríos de la hidrovía Paraguay- Paraná tuvieron mucho que ver, dejó un espejo humeante en el fondo de las aguas.
Lo cierto es que las notorias presiones de la Embajada Norteamericana en Paraguay para lograr un Acuerdo entre el Cuerpo de Ingenieros de EE.UU para el diseño de la Hidrovía Paraguay-Paraná, han causado alarma en una región que puede buscar en su pasado el propio reflejo del futuro. Siempre y cuando no se trate de espejos rotos ni humeantes. LAW
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