Sol, playas, historia, gastronomía, cultura, agricultura son sólo algunas de las palabras que la provincia de Almería evoca en el viajero, y, sin duda alguna, algunos de sus mayores reclamos turísticos y económicos. Almería es, ciertamente, tierra de sol y playa, y también de cine y de historia. Y mucho más.
A los crímenes que marcaron la historia de la provincia y a las numerosas leyendas que la pueblan en secreto, hay que añadir un capítulo poco conocido de esta tierra: el de la presencia de brujas hasta no hace mucho tiempo.
El hechicero de Piedras Blancas
En Piedras Blancas, muy cerca de Escúllar, donde se descubrió un célebre grabado paleolítico y que hoy está deshabitado casi por completo, tuvo lugar un suceso que casi nadie recuerda ya en la provincia, pero que llegó a involucrar a la Santa Inquisición en uno de los procesos más extraños que viviera Almería.
De acuerdo con los textos de la época, en 1746 el vecino Gabriel Díaz y su familia fueron denunciados al Santo Oficio por vecinos del pueblo que los acusaron de brujería.
Según la historia, un vecino que rondaba la casa de Gabriel Díaz a altas horas de la noche, contempló horrorizado cómo de la vivienda salían un caballo, tres perros y una zorra, que dieron varias vueltas frenéticamente al rededor de la casa y volvieron a entrar en ella como si nada hubiera ocurrido. Al parecer, cuando a la mañana siguiente el vecino preguntó a la esposa de Gabriel por lo ocurrido, ésta confesó que la familia al completo practicaba la brujería y que solían salir cada cierto tiempo convertidos en animales para jugar en torno a la casa. Poco tiempo después, un caso de levitación pudo ser observado por los vecinos, que aseguraron además que, a medida que Gabriel ascendía, el sol se apagaba, y que recuperó su brillo cuando el vecino se posó de nuevo en tierra.
Por todo esto, la Inquisición lo llevó preso y lo juzgó: la condena fue peregrinar a Roma para pedir perdón personalmente ante el papa Benedicto XIV.
Los aquelarres de Laujar de Andarax
Muchísimo más cercanos en el tiempo quedan los casos de brujería en Laujar de Andarax, entrada a la Alpujarra almeriense y bastante dado a los sucesos paranormales, desde luces extrañas a historias de gigantes, pasando por los rituales demoníacos y los aquelarres.
Durante el siglo XX fueron denunciados públicamente casos de aquelarres en el cementerio de la localidad. La primera vez fue cuando un grupo de mujeres que se encontraban rezando frente a sus difuntos familiares, vieron por estupor y miedo cómo un grupo de encapuchados, ataviados con túnicas negras, se sentaban en círculo con las manos cogidas y cantaban y rezaban en un extraño idioma. Poco después, el molinero del pueblo presenció un cuadro parecido, pero dicen que las amenazas y el miedo provocaron su silencio al respecto.
También sobre aquelarres son los testimonio de algunos vecinos que afirmaban que en un cortijo del pueblo tenían lugar reuniones satánicas. Concretamente en Paterno se vio en varias ocasiones a un grupo de personas, supuestamente todas de la alta sociedad local, bailando y cantando sobre el tejado del cortijo mientras llevaban a cabo un ritual con un cordero cuyo robo había sido denunciado poco tiempo atrás.
Las brujas de Mojácar
Mojácar mira al Mediterráneo como una blanca atalaya desde que fenicios y cartagineses llegaran a comerciar con los pueblos autóctonos de la zona. La localidad, que se encuentra entre los pueblos más bonitos de España desde enero de 2013, vivió su pasado más esplendoroso y convulso bajo el dominio musulmán y con la Reconquista. Con todo, entre tanta historia queda hueco para las historias, hueco para la leyenda, y Mojácar es rica en ellas y en brujas.
Más allá de las sempiternas curanderas, Mojácar se jacta de la expulsión de cientos de brujas de sus tierras, incluso hay historias según las cuales podían verse volando en torno al campanario de la iglesia del pueblo; aunque mentes más preclaras afirmaban que se trataban de vencejos.
Lo cierto es que, referente a la expulsión de las brujas, se trató realmente de un grupo de moriscas que, con la Reconquista y con los argumentos que da la ignorancia, fue expulsado con dirección a Andújar.
Posteriormente, bien entrado el siglo XX, las brujas siguieron siendo famosas en la localidad, e incluso muy apreciadas; si bien se dedicaban a trabajos de curanderos y no propiamente a la brujería. De entre ellas, la más famosa fue tal vez la tía Rosa la Cachocha, que supo mantener a sus clientes hasta el final de sus días.
Las brujas de Abla
Abla es otro de esos lugares en los que la magia adquiere cuerpo, ya que en la localidad almeriense se cuentan historias sobre duendes, martinicos, santos y brujas.
Precisamente sobre las brujas se dice que podían observarse a simple vista volando de un lado a otro merced a un infernal ungüento que se aplicaban por todo el cuerpo antes de que la campana de la iglesia sonara doce veces. El problema: tenían que estar de vuelta antes de la salida del sol o, de lo contrario, perderían los poderes en el mejor de los casos. Según se dice, hace no más de un siglo, un grupo de estas brujas quedaron enganchadas en unas zarzas, lo que provocó que los vecinos del pueblo tuvieran que movilizarse para ayudarlas, lo que dejó al descubierto la identidad de las mujeres.
Existen muchos casos más de brujería en Almería. Pero eso es otra historia.
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