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Cómo son las relaciones de pareja en el siglo XXI | |||
Se ha experimentado una enorme flexibilización en las estructuras familiares, en las que impera un modelo jerárquico mucho más abierto y flexible | |||
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Los emparejamientos múltiples y diversos a lo largo de la vida, combinando la presencialidad con el entorno virtual, así como la normalización de las rupturas a cualquier edad, son algunas de las características de las relaciones de pareja de este siglo que están rompiendo moldes, alejándose de los métodos más tradicionales en cuanto a los modelos de noviazgos. Internet ha cambiado radicalmente la forma de relacionarse que tienen los componentes de la sociedad. Lógicamente, como cabe suponer, también ha influido notablemente en el mundo de las relaciones sentimentales de pareja. Los dispositivos móviles ofrecen ventanas abiertas al mundo las 24 horas del día, para llevar a cabo las más diversas actividades, desde pedir comida a domicilio a realizar transacciones bancarias, hacer negocios o ligar buscando compañía para un día o para toda la vida. Aquello de tener que salir a lugares físicos para buscar pareja o tener relaciones esporádicas es cosa del pasado. Las webs o apps de citas son herramientas muy populares entre los solteros, así como las páginas de compañía en las que se buscan encuentros sin compromiso han sustituido los antiguos y más tradicionales métodos para conocer personas con los que entablar una relación. Cambios en el concepto de familia y los modelos de pareja Los cambios han llegado al concepto que se tiene de la familia y también en relación a las diferentes opciones de pareja, haciéndose muy notorios en las últimas décadas. La inmensa mayoría de personas que hoy son adultas tuvieron una niñez en la que el único referente de modelo de pareja válido era el heterosexual, generalmente basado en unos roles de la mujer y del hombre muy diferenciados y específicos. La finalidad era unirse para toda la vida con el propósito de tener hijos, y casi siempre con un vínculo fundamentado en unos valores religiosos. Estos niños que se criaron en este entorno, común para todos sus iguales, han vivido en su edad adulta una auténtica revolución socio-económica y cultural que ha cambiado radicalmente la realidad que vivieron de pequeños. Estas son las transformaciones más notables Flexibilización Por un lado, se ha experimentado una enorme flexibilización en las estructuras familiares, en las que impera un modelo jerárquico mucho más abierto y flexible. Esto se debe a la gran trasformación que ha experimentado el papel de la mujer en la sociedad occidental. Por otro lado, es destacable el descenso que ha ido sufriendo la tasa de natalidad, y es que las uniones de pareja ya no tienen como fin la descendencia. En muchos casos, cada miembro se centra en su propia carrera profesional, contando con plena libertad económica, y ambos enfocados en sus propias metas, inquietudes, intereses y proyectos. Roles más igualitarios Para cubrir las necesidades de la pareja y permitir el desarrollo de sus miembros, es esencial que exista un papel más igualitario de ambos en relación el cuidado del hogar y crianza de los hijos, si lo hubiera. Diferentes modelos de familia Asimismo, a todo este cambio hay que sumarle la amplia variedad de perfiles familiares que han ido surgiendo en una sociedad en constante evolución, más abierta y tolerante. De este modo, se presentan no solo las clásicas familias con padres heterosexuales, sino también familias monoparentales, parejas divorciadas que comparten o no custodia de los hijos, parejas con diferentes orientaciones sexuales, familias reconstituidas, que son aquellas que aportan cada uno los hijos que tuvieron con una pareja anterior, entre otras. Más bodas civiles Por otro lado, ha descendido exponencialmente el número de enlaces matrimoniales que se llevan a cabo por el rito católico, que es la religión predominante en este país, aumentando las uniones civiles. Asimismo, a partir de la ley del divorcio de 2005, gracias a la simplificación de los trámites y rapidez en el proceso, han aumentado notablemente el número de parejas casadas que ponen fin a su unión mediante una separación legal. En definitiva, la pareja hoy día, se considera como un modelo de convivencia, con un vínculo afectivo, una vía más de expresión y realización personal, pero no una unión para toda la vida, ni mucho menos una finalidad en sí misma. En este sentido, si la cosa ya no funciona, se pone fin con mucha mayor facilidad. Los motivos habituales para tomar caminos diferentes son el desamor, la monotonía y la infidelidad, así como motivos económicos, adicciones, el haberse casado muy jóvenes o el incumplimiento de los roles conyugales. Cuando se trata de parejas heterosexuales, la mayoría de las veces es la mujer la que pone fin a la relación, lo que refleja su mayor autonomía. Por último, cabe destacar que una importante parte de la población decide vivir sin ataduras de pareja. Son personas que no necesitan de un compañero de vida, que sienten bien en soledad, independientemente de que tengan relaciones abiertas con otras personas de distinto o del mismo sexo. |
Rabia, impotencia, indignación, tristeza, pena, frustración, culpa, orgullo, solidaridad, responsabilidad. Todas estas emociones se han desatado ante la tragedia de Valencia entre las víctimas, sus vecinos y entre los millones de personas que han contemplado el desastre a través de los medios y las redes sociales. Es una carga emocional extraordinaria que será necesario ir gestionando de manera individual y colectiva en los próximos meses.
Es inevitable que durante el transcurso de la vida no nos sucedan acontecimientos que nos hagan preocuparnos por lo que nos está ocurriendo y por cómo influirá en el futuro o incluso en el mismo presente. Existen personas que son más propensas a disminuir los problemas y otras que los exageran, pero todo depende de la intensidad del problema y de la manera que tengamos de gestionar y proporcionar soluciones.
Los menores expuestos a desastres naturales, como la DANA que ha azotado la provincia de Valencia, pueden desarrollar síntomas de estrés, ansiedad y, en algunos casos, trastorno por estrés postraumático. El ambiente de inseguridad, la incertidumbre que genera la posibilidad de nuevas lluvias y la pérdida de la rutina diaria, afecta especialmente a los más pequeños, quienes aún no tienen las herramientas emocionales necesarias para afrontar eventos de este tipo.
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