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Las novelas de Yasmina Khadra (su verdadero nombre es Mohammed Moulessehoul), nacido en 1955 en Kenadsa, Wilaya de Bechar, Sahara argelino, ex oficial del ejército y ahora escritor de enorme éxito, han sido traducidas en más de 45 países, con un notable éxito entre los lectores y una magnífica acogida entre la prensa, que las ha declarado en distintos momentos como “mejor libro del año”. Igualmente, han sido llevadas al cine, convertidas en obras de teatro y reproducidas como cómic o libros ilustrados. De los numerosos premios cosechados a lo largo de su carrera literaria, destaca el que le otorgó la Academia Francesa en 2011 por el conjunto de su obra, el Gran Prix de Littérature Henri Gal. Entre sus títulos, hay que citar ‘Lo que sueñan los lobos’, ‘El escritor’, ‘Los corderos del Señor’, ‘La parte del muerto’, ‘El atentado’, ‘Las sirenas de Bagdad’, ‘Las golondrinas de Kabul’ y ‘A qué esperan los monos’.
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El escritor argelino Yasmina Khadra participó el viernes 15 de abril en una conferencia, organizada por la Universitat de València, sobre los ‘Rostros de la Francofonía 2016’. Khadra es conocido en medio mundo y cuenta con numerosos seguidores en países de tradición lectora tan arraigada como Alemania, Estados Unidos, Francia o el Reino Unido. Poco antes del inicio del acto, al abrigo de las columnas dóricas del claustro de la calle de la Nave, con tráfago de público, invitados y asistentes a la charla, tuve la oportunidad de conversar con él sobre su más reciente libro, ‘La última noche del Rais’, editado en octubre de 2015 por Alianza Literaria, en el que, a través de la ficción, recrea la figura del dictador libio Muamar Gadafi, situándolo en el escenario de la noche del 19 al 20 de octubre de 2011, la última noche de su vida.
Para Yasmina Khadra un escritor ha de convertirse en un actor pluridisciplinar ya «que debe ser capaz de interpretar todos sus personajes, apropiarse de su vida y situarlos en el escenario correspondiente. Solo de esta manera se consigue que resulten más creíbles». Precisamente por eso, ‘La última noche del Rais’ la ha escrito en primera persona y quien desee rastrear su huella personal por la novela lo tiene fácil, ya que «estoy por todas partes, porque Muamar Gadafi soy yo». La novela, que no es excesivamente larga, está construida con un lenguaje violento y sutil, con cambios temperamentales y mayoría de frases y párrafos cortos, que dotan a la narración de un dinamismo muy vivo y singular.
Dice su biografía oficial que Khadra se inició en la literatura durante su estancia en el ejército, pero él aclara que «comenzó mucho antes de ser militar, porque lo mío con la escritura hay que entenderlo como algo vocacional». Al sentarse ante el papel en blanco, sin embargo, no utilizó su verdadero nombre, sino que empleó un seudónimo femenino, Yasmina Khadra, que significa «Jazmín verde», un alias que todavía mantiene y a plena satisfacción. Con su literatura, el argelino pretende convertirse en testigo del tiempo que le ha correspondido vivir: «Quiero contar mi época, hablar del mundo en el que me muevo. No escribo solo para los argelinos sino para todo tipo de gente. La prueba más clara de ello es que me conocen, entre otros muchos, en países como España, Francia, Rusia, Inglaterra o Estados Unidos y que tengo seguidores en Austria, Lituania, China…».
‘La última noche del Raís’ arranca en una miserable escuela del distrito 2 de la ciudad de Sirte, donde con un puñado de seguidores se esconde Gadafi, el hombre que lo fue todo en Libia, adulado por unos, odiado por otros y temido por todos. No tiene muy claro lo que le está ocurriendo e ignora lo que le sucederá en las próximas horas. Se debate entre el decaimiento y una soberbia incontrolable, mientras recuerda determinados episodios de su vida. «Gadafi siempre se sintió solo, pensaba que la gente no le entendía. Fue un hombre devorado por una gran ansiedad, que tenía un constante miedo a ser envenenado, apresado o asesinado. Se rodeó de un núcleo de personas de su confianza, que le servía de protección, pero él se encontraba aislado en el centro de ese grupo».
En la novela, el Rais, el Guía, como le llaman en ocasiones sus servidores, menciona una Voz que escucha en su interior y le interroga. «Gadafi era un esquizofrénico, una persona habitada por una fuerza que desconocía, porque la Voz que escuchaba era la suya propia». Fue un personaje histórico lo suficientemente rico para que cualquier autor hubiera caído en la tentación de aproximarse a su figura a través de la biografía o de un libro de historia. Sin embargo, Khadra no ha actuado así. «Escribí una novela porque la biografía se detiene en los hechos concretos, reales, mientras que la ficción va mucho más allá y se permite varias interpretaciones sobre un mismo tema. La ficción goza de una enorme libertad, alumbra otros espacios, carece de límites y fronteras, es algo muy amplio, que era lo que yo necesitaba». Y, ¿por qué plantearse una ficción precisamente sobre Gadafi? «Escribir sobre este hombre significaba todo un reto, una ambición literaria. Estaba buscando un personaje que tuviera características shakesperianas y no lo encontraba en el entorno de la narrativa. Entonces me di cuenta de que lo tenía enfrente de mí y que se llamaba Gadafi, un sujeto imprevisible, idealista y también inclinado al vicio, que siempre me había fascinado». De todos modos, Yasmina Khadra ha sido riguroso con la realidad: «Durante un tiempo fui amigo de un militar del ejército libio muy próximo a Gadafi, que me refirió algunas anécdotas sobre las que he ido asentando mi narración».
El Rais se sentía el escogido para dirigir al pueblo libio, «creía tener una misión mesiánica para gobernar» y se mostró como un tipo duro y enérgico que, al mismo tiempo, se tornaba débil ante el rechazo femenino. «Sus fracasos con las mujeres no le debilitaban porque fuese un hombre frágil, sino porque era un narcisista que no aceptaba este tipo de derrotas. Gadafi creía ser el mejor, el más guapo, el más poderoso, el más de todo…». Sorprendentemente, en ‘La última noche del Rais’, Yasmina Khadra establece una extraña relación entre la pintura del impresionista Van Gogh y Muamar. «La aparición del pintor holandés en la novela es una invención mía por completo. Necesitaba un punto artístico para darle un poco más de intensidad y dimensionar mejor al personaje del líder libio».
Con toda su problemática a cuestas, la aparición de Gadafi en la escena política internacional, de alguna manera, significó la apertura de nuevas perspectivas de mejora para los países del África del Norte. «Al principio de su gobierno, sí que supuso una esperanza, pero cuando empezó a buscar el enfrentamiento con Occidente su crédito comenzó a decaer. Hasta entonces el pueblo le amaba mucho, porque le creía invencible y había accedido a múltiples servicios y bienes gratuitos. Para nosotros, los occidentales no son nuestros enemigos, nuestros enemigos son la corrupción, la ignorancia, el tercer mundo… En el momento de su llegada al poder, Libia necesitaba un presidente que sacase el país hacia delante y ese fue Muamar Gadafi».
Sin corbata, vestido con traje negro y camisa blanca, antes de introducirse en la sala donde iba a pronunciar su conferencia, acompañado por el periodista Bouziane Khodja, que ofició de traductor durante nuestra breve charla, Yasmina Khadra trazó el esbozo de su próximo proyecto literario, «una novela, que será publicada en Francia el próximo mes de septiembre y que es una historia de amor que sucede en La Habana».
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