El tiempo de descanso al que nos ha obligado la inesperada convocatoria de elecciones generales, es una apropiada ocasión para que el elector valore el conjunto de los equipos que han competido y los resultados obtenidos. El partido de ida no ha podido ser más catastrófico para el equipo dirigido por Pedro Sánchez y sus coaligados. Ni siquiera la gestión de algunos de sus candidatos municipales o autonómicos ha servido para contrarrestar la reprobación que una gran mayoría de españoles ha manifestado hacia el absolutismo y el caos que ha caracterizado su estilo particular de gobierno.
No se me ocurre otra forma de calificar a la coalición de izquierdas que ha presidido desde 2020, que la de “estrafalaria" por las disparatadas excentricidades que han estado a punto de arrastrar España hacia el abismo de su historia. ¿Acaso no resulta estrafalario que un hombre se acerque a la ventanilla de un Registro Civil y caprichosamente se convierta en mujer y pueda participar en competiciones deportivas con los atributos de un hombre o ser recluido en una cárcel de mujeres? ¿qué más excentricidad que reconocer derechos a los animales (diferente de lo que es una protección) sin que se les pueda exigir ningún deber, porque no pueden ser sujetos de derecho como cualquier persona? ¿qué dirían los grandes matemáticos como Pitágoras, Newton, Descartes y tantos otros cuando se propone estudiar en los colegios unas “matemáticas de género”? ¿ En qué Estado de la UE se reconocen en una ley 20 modelos de familia…?
Sería interminable hacer un relato de los atentados permanentes que este gobierno ha perpetrado contra el lenguaje, la biología, las costumbres o instituciones tan queridas para los españoles como la monarquía, la familia o la escuela, con el único fin de someternos a un fracasado republicanismo o a la esclavitud de la perversa y disparatada ideología de genéro.
Pero al inicio del segundo tiempo no se vislumbra ningún cambio en la estrategia del partido y menos aún en la alineación del equipo perdedor. De nuevo, el “coach” Pedro Sánchez se inventa otra excentricidad amenazando a los sufridos españoles con celebrar seis debates con el presidenciable Feijóo. Le ha faltado proponer que fueran en la Sexta y moderados por el director de El País.
Recupera para sus listas electorales a los derrotados y defenestrados por él mismo; encabrita a los freseros de Huelva y la “histórica” socialista Amparo Rubiales tilda a Elías Bendodo, coordinador de campaña del PP ¡de judío nazi…!; toda una cascada y un sinsentido de disparates e insultos. Lo que necesita España es sosiego, políticos competentes, respeto personal, afabilidad y propuestas veraces y honestas, sobre el complejo mundo que hoy les espera a nuestras nuevas generaciones dentro y fuera de nuestras fronteras. Si Feijóo afina en la alineación y en su oferta electoral, volverá a ganar el partido de vuelta.
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