A Belarra se le ha caído el sombrajo. Desde el principio intentó tomar la delantera y poner a Podemos en un orden preferente para las listas, pero no lo ha conseguido. La defunción de Podemos el 28M y los fatales resultados obtenidos han sido la puntilla, por lo que Podemos no se ha librado de las banderillas negras que le ha endilgado la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz; es más, las expectativas de antes de las elecciones municipales y autonómicas han quedado en agua de borrajas. No obstante, a pesar de las dificultades, Sumar y Podemos concurrirán juntos a las elecciones del 23-J tras salvar el obstáculo de Irene Montero, considerada «mofeta» en la plataforma que lidera Yolanda Díaz.
Ni siquiera Belarra ha convencido a Yolanda para recolocar a Montero en puestos de salida, lo que hubiera sido un error monumental porque la imagen de la ministra de Igual-Da resta más que suma por el daño que ha hecho al feminismo, el abandono de la protección de las mujeres, el favoritismo a violadores y agresores sexuales. A ello hay que unir la soberbia demostrada en todo momento, su incapacidad para disculparse y su indigencia intelectual para construir. No es suficiente su verborrea vacía y absurda. La política es otra cosa y ella no da la talla. Muy equivocado debe estar su barragán para decir que es una mujer carismática para la izquierda. ¡Manda huevos, qué estupideces tenemos que escuchar! Cuanto toca, lo pudre, y así le cubre el pelo.
La integración de Podemos en Sumar es la defunción definitiva de la formación comunista bolivariana que, dicho sea de paso, no ha aportado nada a la sociedad española, ha agriado la convivencia, resucitado el odio «guerracivilista» que trajo ZParo, practicado la venganza y dividido a la sociedad. Para Podemos solo eran importantes los nombres y la necesidad de ocupar escaños; máxime en un momento en que económicamente la formación morada está en ruina técnica y explícita.
Desde mi punto de vista están excesivamente representados en las listas de Sumar; si Belarra va en el quinto puesto dela lista de Madrid, pueden estar seguros de que no sacará más de cuatro. Tanto Belarra como el «patadas» Errejón son un lastre para Sumar porque restan, solo restan. Hace tiempo que la ciudadanía cogió la matrícula a perdedores y «perdonavidas» del estilo de Echenique, Serra, Rodríguez PAM, Montero, Belarra y mucho aprovechado que solo sirve para eso. A estos cuatro años últimos me remito.
Belarra no tiene talla para ir por Madrid. Es preciso rectificar si Yolanda Díaz no quiere estrellarse; Ione debe ir por Navarra en cualquier puesto. Madrid es una plaza injusta para ella porque la gente la identifica en exceso con Irene Montero y ambas no dejan de ser dos «mofetas» a quien todo el mundo quiere desterrar de la política. Es urgente la rectificación. Yolanda solo va a tener una oportunidad: tan pronto como vengan mal dadas o una de las dieciséis formaciones se quede sin representación, empezarán las reclamaciones. Yolanda da la cara si vienen bien dadas, pero cuando es al contrario se esconde, huye y traiciona a quien le ha dado el pie para poner en la espuela. Su carácter vengativo, fingimiento y practicante del «cariñín» gallego siempre han acabado por hacerla perdedora.
Irene Montero no figura en ninguna posición tras el acuerdo de Sumar con los chavistas. Sí lo hacen otras personas, pero en puestos que se perderán. Tanto Belarra como esas caras conocidas a las que nos referimos harán perder votos, crédito y confianza a la plataforma. En las seis encuestas que se han realizado últimamente, en todas pierde fuelle Sumar. Hay personas que son tóxicas, como lo son algunas organizaciones, partidos y medios de comunicación situados a la siniestra de la verdad. Para acallar críticas, Yolanda ha jugado sus cartas haciendo ver que no quiere a Irene Montero en Sumar (lo cual aplaude la sociedad española), pero manifiesta que no hay veto hacia ella, ni hacia nadie de Podemos. Lo mejor de todo es que ha repartido podemitas por enclaves donde ser tercera fuerza política no suele generar representantes. La mayoría de núcleos pierden los votos del cuarto en adelante y si las ciudades son pequeñas es imposible que obtenga representación la cuarta formación más votada, y muchas veces ni la tercera. Yolanda ha repartido por España al «perroflautismo» podemita y la jugada le ha salido a pedir de boca. Eran lentejas, por tanto…
Si el bloque comunista vuelve a tener representación en el Congreso y el Senado, volvería a ejercer el sectarismo radical y reaccionario que tanto daño hace a la política de partidos. Sin duda, sería un retroceso en los derechos sociales y libertades que tanto ha costado conseguir, con el consiguiente desprecio y desprotección a menores, mujeres y al amplio grupo de los más necesitados. No por casualidad la ONU ha condenado a Irene Montero y Pedro Sánchez, precisamente por eso.
La izquierda se llena la boca con intenciones, pero no da la talla: ahí tienen a Irene Montero como mal ejemplo de lo que no hay que ser, ni hay que hacer. Por eso ahora le llegan lanzas cuando antes eran simples cañas. La soberbia y el odio le ciegan. Y en política esa es una perdición. Bendito el momento en que Yolanda ha soltado el lastre de la ministra de Igual-Da, que siempre quiere volver a casa «sola y borracha». ¡Ah, y que no eche en saco roto la idea de descabalgar a Belarra de las listas de Madrid, además de alejarse de Alejandra Jacinto y su núcleo perdedor, simplemente por gafe, soberbia y deficiente política, unido a que es la insultadora mayor del reino de Madrid!
Por fin, en Podemos tendrán que ganarse el pan con el sudor de su frente, en vez de hacerlo con el sudor del de enfrente.
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