Ly Leap marchó de Phnom Penh (Camboya) a los trece años huyendo del régimen de Pol Pot y de la revuelta de los khemers rojos, llegó a París con diez mil dólares, un buen capital para un chico adolescente pero también un peligro si compartes piso con otros exiliados y con algún familiar. Un tío suyo le robó la totalidad de este dinero, y Ly en el exilio y a miles de kilómetros de su familia se sintió totalmente desprotegido, con muchas incógnitas sobre su futuro y lleno de un gran desasosiego.
Ly intentó recomponerse para poder comer y seguir adelante, habla francés y se convierte en traductor de otros exiliados camboyanos, sabe coser y se coloca en una fábrica parisina donde hacen bolsos de lujo, trabaja en un despacho de abogados, es crítico musical lo que le permite asistir a muchas representaciones en la Ópera de París y conocer a los periodistas especializados franceses manteniendo con ellos una excelente relación de amistad, finalmente junto con su hermana monta un pequeño taller para coser tejanos.
Leap ha tenido una vida llena de encanto y prohibiciones. La noche del pasado domingo un numeroso grupo de amigos nos reunimos en su restaurante, “Indochine Ly Leap”, ubicado en la calle Muntaner de Barcelona, en pleno corazón de la capital catalana, para acompañarle en la celebración de un doble festejo, brindar por los sesenta y un años del chef y los quince de la apertura del “Indochine Ly Leap”, donde cada día Ly celebra la ceremonia gastronómica de ofrecer a sus comensales sus creaciones en forma de platos en los que siempre aparecen los sabores y aromas de su país de nacimiento. Todo ello en un entorno que lleva a los comensales, desde que entran en el restaurante, a verse rodeados de un ambiente que les trae recuerdos de Camboya, Vietnam o China. Envueltos en una atmósfera totalmente asiática los comensales, de inmediato, olvidan que en realidad están en una de las calles céntricas de Barcelona.
El “Indochine Ly Leap”, además de la cocina y sus sabores, es un espacio donde se escucha el rumor del agua con muchas de sus mesas sitas sobre una plataforma flotante, una pequeña Venecia del sudeste asiático donde la luz y el aroma de las diversas plantas que adornan el local envuelven a los comensales llevándoles a dar rienda suelta a todo tipo de conversaciones rodeados de rosas, orquídeas, buganvilias, troncos de árboles, verde, mucho verde, velas, muchas, de todos los colores. Todo muy suave, nada cargante, es como si, en caso de existir, el paraíso terrenal fuera así o fuera eso, Ly lo dice siempre, “quiero que cuando la gente entre en el “Indochine” encuentre toda la esencia de mi país en el centro de Barcelona”.
Parece difícil, lo es, no para nuestro protagonista que hace los días largos y las noche apetecibles, en su restaurante comeremos lo mejor de lo mejor, productos recién llegados del mercado, salpicados con su forma de cocinar, amasado todo ello con su manera de crear en los fogones y añadiéndole a todo, aparte de sus hierbas, salsas, mieles, mucho amor.
En la noche del domingo, Ly reunió, como era habitual antes de la Covid, a un buen nutrido grupo de amigos, éste año ha decidido hacerlo a principios de este verano ya muy caluroso, antes, lo hacía en invierno y su invitación, su llamada, ahora sus whatsapps, siempre obtienen respuestas afirmativas, Ly es amigo y muy seductor, suave como una cigüeña y fuerte como un león. Y su llamada siempre gusta, aunque sea un domingo por la noche en que lo único que te apetece es que pase y empiece la nueva semana.
Nos juntamos en ese paraíso, amigos, conocidos y saludados, algunos con proyección pública y otros, más privados, más íntimos, aunque todos muy queridos por el anfitrión y viceversa.
Ly, ahora propietario de dos restaurantes, el “Indochine”, ubicado al final de la calle Aribau y el “Indochine Ly Leap”, donde la noche del domingo celebramos los 15 años de su apertura. Ly llegó a Barcelona procedente de París para ayudar a una hermana que ponía en marcha una de los primeros restaurantes chinos que hubo en la ciudad, su hermana, no encontraba vajillas, palillos, farolillos y Ly viajaba desde la capital francesa para proveerla de estos utensilios, hasta que un día se quedó ayudando en el restaurante primero como camarero y más adelante como cocinero, era en la calle Madrazo, allí fue donde , muchos de los amigos que estábamos en esta doble fiesta, conocimos a un, por entonces, joven Ly Leap, muy fiel, es amigo de los de verdad, eso no ocurre mucho en esta nuestra vida, es esta, sin duda, la llave para que nos reunamos tantos en sus citas.
Una fiesta con diversas caras conocidas
Pasan los años, Ly, cumple, y está fantástico, recibe con su bien formada sonrisa, su pelo brillante sin canas, ni una, cutis sin arrugas, (no ha pasado por las manos de ningún cirujano plástico) y lo suficientemente delgado para que le sienten los diseños de Balmain como si fuera un modelo de alta cuna internacional. Cuida los detalles y jamás cansa esa fiesta que ameniza entre sus sabores, y la charla de todos los que vamos conversando, entre amigos y conocidos, hasta ya entrada la madrugada.
Montse Estruch, siempre distendida, había dejado su restaurante “El Cingle” abierto todos los días de la semana con horarios de vermut, comida, merienda y cena, “El Cingle”, está ubicado en la localidad de Vacarisses, en la falda de Montserrat. Montse nos asegura: “Siempre soy la última que me voy de las fiestas, cierro la puerta, de lo contrario, ¿para qué he venido?”.
Montse es una chef con un largo recorrido en el mundo de los fogones, ha trabajado en México, en Chile, en trasatlánticos, pero siempre ha vuelto a sus raíces, ahí está, es cariñosa, tiene sentido del humor y no defrauda con los platos que crea. Iremos a merendar un día de estos, al atardecer, para saborear sus creaciones y que nos dé un poco el aire de la montaña.
Mari Pau Huguet, la compañera que trabaja en TV3 y lo hace de buena mañana, entra pronto para contestar, vía mail, las preguntas de los espectadores de la cadena. Es muy querida y recordada por su trabajo como presentadora de tantos programas que, en su día, dieron una audiencia numerosa a esta cadena. Repentinamente un día alguien decidió que Mari Pau estaría mejor trabajando en un despacho, fuera de las cámaras, a primera hora de la mañana respondiendo a los televidentes que, hasta aquel momento, la seguían y veían en pantalla. Aún así, damos fe de ello, nos preguntan frecuentemente, “¿cuándo vuelve Mari Pau”?, no tenemos respuesta, somos periodistas, no dirigimos nada, sólo nuestra vida. A veces las decisiones de quienes mandan y las toman pueden ser acertadas o no.
Mari Pau llegaba de pasar la verbena de Sant Joan, en su pueblo al que está unida por los cuatro costados, tiene amigas y amigos y a su madre, ya mayor, que, según nos dijo : “Está muy bien, ya ha cumplido 89 años”. Y tardó más de la cuenta en hacer el trayecto ya que encontró retenciones en la carretera a causa de una manifestación. Un día post verbena, coches regresando a casa y una manifestación, todo un hito en la noche de nuestras carreteras.
Ly, cuando llegó a Catalunya, no hablaba catalán, nunca fue a la escuela, aprendió de oírlo por la calle, en el restaurante chino y muy especialmente por mirar TV3, una de las personas de quién más aprendió catalán, fue de Mari Pau, en esos momentos auténtica líder de audiencia. Se hicieron amigos y aún siguen. Los dos son muy fieles, damos fe.
Jaume Alguersuari casi entra con la moto en el restaurante, es un hombre al que le gusta correr, lo ha hecho, mucho, en carreras que le valieron títulos, además es editor de revistas dedicadas al motor, y padre de otro conocido corredor de Fórmula Uno, llamado también Jaime, cuando le preguntamos si Marta, la reciente concursante de Masterchef, es su hermana esboza una sonrisa y responde : “Es mi hija”, y nos habla por qué entró en el concurso: “Mi hija cocina muy bien porque aprendió de su madre”. Y añade cómo le fue en el programa: “Es muy rígido, los concursantes viven en un chalet del que no pueden salir, sin móviles, sin tener contactos con el exterior, sólo pueden hacer una llamada de diez minutos a la semana y no están solos, al lado siempre está una persona del programa para que no se chiven, esto, a mi hija, le causaba desasosiego, ella es una persona responsable y además es madre de dos hijos, fue difícil”.
También encontramos a Francina, la mítica modelo que tuvo una agencia de modelos muy reconocida en el mercado y de la que salieron chicas y chicos con buen estilo para la pasarela y para campañas fotográficas. Francina, mantiene el porte elegante que tanto la describe, llegó al restaurante con un enorme ramo de flores que Ly añadió a los cientos que ya tenía en casa. Y habló con todo el mundo pasando largos ratos en compañía de Nuria Baguena, periodista e investigadora de la cocina antigua, muy especialmente la romana, incluso aprendió chino para poder adentrarse en los vericuetos de la cocina tradicional del país oriental. Departiendo con ellas se encontraba Miracle Serra Pladevall, estudiosa del mundo del arte y creadora del cuadro que cuelga ya en el gastrobar del “Indochine Ly Leap” ya que en él queda plasmada la vida de Ly.
Nos cruzamos con Tana Collados, su hija ya ha cumplido los treinta años. Tana sigue en TV3 hablando de cocina, sus platos, sus idas y venidas, su personalísimo timbre de voz hace que conozcas sus piezas, aún sin verla escuchas a Tana y luego la ves, es cercana y nos contó lo mucho que le gusta la cocina que crea Ly: “Soy clienta y además cuando tengo que hacer regalos, regalo comidas y cenas del “Indochine”, un regalo que la gente me agradece mucho”.
Helena Rakosnik, llegó, como suele decirse, por los pelos, había celebrado Sant Joan en familia, en su casa del Maresme, lucía una espléndida figura y un bronceado envidiable, explicó que casi no puede asistir a la fiesta pues al día siguiente se iban a Menorca y aún tenía las maletas por hacer : “Pero un esfuerzo para estar con Ly vale la pena” aseguró.
Helena, siempre comunicativa, nos explicó que las hijas de su hija Patricia, las nietas gemelas, Helena y Gala, ya tienen siete años aunque todavía no han hecho la primera comunión, para añadir: “Nos vamos a Menorca porque se casa nuestro hijo Artur. El año pasado se casó Albert con una americana, pero no lo hizo en América, lo hizo aquí, en Catalunya”.
Y para sorpresa de todo el mundo llegó el President Artur Mas, más delgado, muy bronceado, más “Kennedy”, como se dijo en un momento. Mas, relajado, al hablar de su delgadez, sonriendo dijo lo típico que decimos los que trabajamos en Televisión: “Es que la TV engorda y pone años”, sonriendo, Mari Pau Huguet, le contestó: “Tienes razón”. También anunció la boda de su hijo: “Tenemos tres hijos y éste es el tercero y ya está, ya se han casado todos”. Acertó a añadir que estarán pocos días en la isla porque con las elecciones a la vuelta de la esquina hay que estar en el despacho, en Barcelona. Ly, se mostró muy contento por cómo iba la doble fiesta y también porque su hija, Hi Kwei Ly, no ha elegido la cocina para desarrollar su vida laboral: “Es farmacéutica, estoy contento, trabaja en el laboratorio Sandoz, no habría entendido que se dedicara a la cocina”.
Su hermana, Kav Ly, que vistió un llamativo diseño veraniego amarillo intenso, tan amable como su hermano, aseguró que su trabajo de cocina oriental funciona : “El Ta-Tung” va muy bien, hay que trabajar mucho, pero estoy contenta”.
Bopha, la mujer de Ly, se conocieron en los años ochenta en casa de unos amigos de su familia cuando vivían en París, nos dijo que estaba muy feliz por poder reencontrarse con tantos amigos, ella es la encargada de llevar el “Indochine” de la calle Aribau.
Los Ly, una familia que trabaja en la cocina oriental, la de sus raíces, celebrando doblemente con sus amigos de toda la vida. Un acierto.
......................................... Fotos: Coral Casallarch y Ramón Creus
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