El esfuerzo es básico en los comportamientos personales no solamente en el ámbito privado, también en la actitud pública y profesional. Generalmente, a mayor esfuerzo mayores resultados. Esto se cumple en todo lo que hacemos, especialmente en el campo de la creatividad. En una sociedad digital cada vez más basada en el dinero y en la superficialidad parece que la cultura y el arte quedan en un tercer plano, y no debería ser así.
El relativismo y el escepticismo campan a sus anchas en la actualidad y esto es una triste realidad, que afecta a la convivencia social de una manera negativa. Nacemos libres y desnudos y así moriremos. No hay nada que perder. Ser conscientes de nuestra inevitable mortalidad nos da fuerzas y valentía para afrontar todos los riesgos y problemas, que nos depara la vida de forma inevitable. No nos podemos llevar el dinero o los bienes materiales a la tumba.
En cualquier caso, de lo que se trata es de aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece la vida y proyectar nuestra energía y perseverancia, de una forma alegre para conquistar la felicidad, por el hecho de estar vivos. Por supuesto, con un cierto nivel de prudencia, pero también con entusiasmo y coraje, porque los grandes logros se materializan con estas cualidades personales.
La existencia es una aventura en toda regla, queramos o no. Y si no lo es del todo es que estamos vegetando. No se trata de sobrevivir solamente. Eso se da por descontado. Conformarse con esto es de mentes poco ambiciosas y de lo que se trata de es de vivir la vida como una gran aventura, como decía Carl Gustav Jung, el célebre psiquiatra suizo, uno de los más grandes del siglo XX.
Tenemos que estar abiertos a las novedades e imprevistos que surjan, ya que como escribió el filósofo Julián Marías, la existencia es constitutiva inseguridad y no puede ser de otra manera. Está bien que seamos prudentes, pero esto no garantiza que desaparezcan los problemas y las complicaciones, ya que forman parte inseparable de lo que es la realidad vital para todo el mundo.
Existir sin problemas sería lo propio de un Dios, algo que indicaba el gran Aristóteles en sus escritos y es realmente indudable. Muchas veces la avaricia y el egoísmo empeoran la vida de muchas personas, de forma absolutamente injusta y desproporcionada. No vale todo. Menos mal que existen leyes y normas. De no ser así no se podría vivir.
Es necesario, desde una perspectiva ética, ponerse en la piel de los demás y ser más empático entendiendo mejor las razones de los demás y pensando también con las otras personas, ya que no somos sujetos aislados. También se puede aceptar que otros pueden darnos la razón o no. Sobre todo, debe primar la objetividad y las argumentaciones coherentes y racionales, valorando adecuadamente lo más importante en su justa medida y proporción.
Vivimos en la sociedad de lo instantáneo, pero los méritos y lo que merecemos no se construye en un día. Al contrario, se realiza a lo largo de años y décadas y proporciona unos resultados objetivos y cuantificables y que muestran también un evidente nivel de calidad, que es objetivable. La vida ya se sabe que es injusta por definición, pero se deben reconocer los méritos y los merecimientos de las personas, ya que son el resultado de muchísimos esfuerzos y de una constancia y tenacidad que es irrefutable. Como dice el filósofo alemán Knigge de fines del siglo XVIII “Cada persona vale en este mundo como ella misma se hace valer”. Es una gran verdad válida para todas las épocas. Por supuesto, cada sujeto tiene que ser consciente de sus logros y manifestarlos, si lo considera necesario. De todas formas, es cierto que los hechos hablan más que las palabras, como dicen o escriben distintos filósofos. Y los hechos no se pueden negar, porque son evidentes y verificables. En la sociedad de la posverdad esto sigue siendo válido.
La creatividad es una de las fuentes de nuestra grandeza y se expresa en lo que realizamos de una forma libre. Frente a la facilidad de la crítica, la acción creativa produce algo nuevo desde la nada y esto posee un extraordinario valor. Solo un 3% de las personas son creativas, el resto no lo son y están en su derecho, ya que son libres. Esto no supone, de ningún modo, que no tengan que reconocer lo que hacen los individuos creativos, independientemente de que les guste o no, ya que crean cultura o arte. Publicar artículos, libros, ponencias, videos, etcétera., forma parte de las actividades creativas y es valioso en sí mismo y da forma tambiéna la realidad cultural en la que vivimos.
A veces se ha comentado en diversos foros que la verdadera, genuina y auténtica contemplación espiritual y religiosa únicamente se da en los conventos y monasterios y esto no es del todo exacto. No resto ni un ápice a la vida religiosa, por el contrario, la comprendo, la alabo y rezo por la fidelidad y nuevas vocaciones de religiosas y religiosos porque suponen un gran bien para toda la Iglesia.
Noviembre avanza en su segunda quincena, con un dolor que no termina por la Dana que devastó casi ochenta pueblos de Valencia y se llevó, precipitadamente, tantas vidas aquel fatídico 29 de octubre, a las puertas del “mes de los Difuntos”. Gracias al trabajo abnegado del periodista Iker Jiménez, que nos acercó el problema, una multitud gigantesca de españoles se sintió movido a enviar ayuda.
Sí, hay que dignificar a la mujer. Ella no descompone nada, pero personas malévolas, perversas, endiosadas, se sirven de ellas para medrar ellos. Vemos cómo, en el paraíso terrenal, la serpiente tentó primero a ella por ser el ser más maravilloso creado por Dios, destinado a ser la madre de su divino Hijo.