En cualquier época de la Historia, esa que nos incluye a todos, las incógnitas han sido abrumadoras, a pesar de los descubrimientos sucesivos, mantuvieron la supremacía. Los conocimientos nunca se acercaron a la meta final; cada nuevo dato, cada hallazgo, sacó a relucir una gran cantidad de interrogantes novedosos. No somos capaces de revertir ese doble sino, el impulso de progresar en los conocimientos, cuando se enfrenta con la enorme realidad radical del misterio inalcanzable. Por lo tanto, ya partimos de un panorama NEBLINOSO, nos asomamos al sugestivo límite de las certezas que no conseguimos fijar. Hemos de funcionar a sabiendas de dicha inseguridad.
A las dificultades inherentes a la compleja realidad, acudimos con los ánimos más insospechados, porque no siempre se atienen a la franqueza de los razonamientos, ni se centran exclusivamente en los datos mejor comprobados. En el momento de establecer los contactos con las demás personas, enseguida surgen sin remedio las disparidades. Ante esa confrontación, aparece la exigencia de unos planteamientos nítidos por parte de cada persona, para entenderse a base de algunos acuerdos satisfactorios. Los factores subyacentes suelen esconder INTENCIONES, que suelen desequilibrar los tratos, lejos de exponerlos, los multiplicamos; mantenemos la confusión y contribuimos a la aspereza de las relaciones.
En línea con los mencionados impulsos para aumentar los conocimientos, podríamos prever la tendencia a clarificar los saberes y las confusiones que nos acechan en cualquier sector. Por el contrario, las controversias en ese sentido son clamorosas. Si miramos las expresiones grandilocuentes, parecen indicar ese anhelo progresivo, sobre todo cuando se habla en general y las deficiencias se apuntan siempre a los demás. Al ceñirnos a las actuaciones particulares, cobra interés el viejo relato del ANILLO de GIGES, quien sabe manejarlo se convierte en invisible y así sus actuaciones nadie sabe por donde ni como se fraguaron. No cesan las maniobras oscuras y contribuyen al fosco panorama comunitario.
La claridad de las ideas resulta básica a la hora de engarzar las propias sensibilidades con la práctica; Sobre todo si tenemos en cuanta la necesidad de adherirse a la diversidad de los comportamientos comunitarios. En la medida de su enturbiamiento, desaparece la firmeza de los apoyos, pisaremos en falso, con el consiguiente riesgo. Por eso, si nos ofuscamos siguiendo consignas ajenas de dudosa proyección, frivolizamos en el tratamiento diario de los problemas y optamos por decisiones caprichosas sin arraigo en la realidad; cegados por esa turbidez, entraremos de lleno en terrenos MOVEDIZOS, que pueden engullirnos como personas. El abundante ruido de las actuaciones no evita la vertiginosa sucesión de inconvenientes.
Numerosos elementos que propenden al oscurecimiento del horizonte. En ocasiones están muy a la vista, pero suelen estar disimulados y cuesta percibirlos. Sus mañas transforman la ejemplaridad de unos funcionamientos en una imagen totalmente desvirtuada e incluso irreconocible. Cuando prestamos atención al hecho científico, su rigor, siempre abierto a la comprobación de las incógnitas sucesivas; alcanzamos de lleno la claridad accesible. Al excedernos para dar respuesta a todo exclusivamente con la ciencia, ya iniciamos el proceso de ofuscación en este ámbito. Lamentamos a diario los intereses mediáticos, económicos, políticos; de manera insensata, transforman aquella excelencia en VULGARIDAD científica y nos impele a decisiones arbitrarias.
Bien sea por la ilusión de ampliar conocimientos o por la posible utilidad de saber cuales fueron las vicisitudes del pasado; los diferentes enfoques investigadores se sucedieron con los mejores recursos disponibles. Las grandes noticias y hazañas coparon ese panorama. Aunque tan importante o más, es el acercamiento a las vivencias peculiares de las personas en cada situación. Es notorio el carácter complementario de ambas aportaciones; la versión a lo grande y las pequeñeces, son inseparables. Los rasgos cruciales no miran los tamaños. En cambio, la niebla se acentúa en cuanto nos adherimos a las historias RACHEADAS, promovidas por los aviesos mangoneadores de turno en busca de penosas dominaciones sectarias.
Para una persona en concreto el acceso a los saberes es laborioso, la relación con su propia vida es complicado; además, en los momentos decisivos nunca dispondrá de la claridad total. Sobre estas deficiencias basales, arriban las redes sociales con una copiosa aportación indeterminada, cuyo deslinde está lejos de ser sencillo. Las mal denominadas inteligencias artificiales son el tratamiento de grandes almacenes de datos por parte de determinada gente y empresas. El individuo afronta una ingente MASCARADA irresolutiva; la mezcolanza de contenidos e interpretaciones, le obliga a la brega persistente con espíritu crítico. Las sombras acechan con malos augurios, deslumbrados por la profusión de luminarias.
Debemos tener cuidado, porque si perdemos la chaveta, la niebla alcanzará extremos destructivos; y si llegamos a esos resultados por las propias actuaciones, no será menor el desbarajuste originado. Dejemos aparte el Alzheimer u otros procesos conducentes a la inexistencia de razonamientos; sus orígenes escapan a la orientación de la gente corriente. En cambio, sí conviene que atendamos con interés a otros derroteros cercanos a nuestras actuaciones y con ese poder de enturbiar las percepciones. La saturación intempestiva de estímulos y mensajes, la estupidez del razonador y la frivolidad nos abocan a una DEMENCIA vulgar y subrepticia, de notables riesgos y penosas consecuencias.
A la imaginación la llamaron la loca de la casa y quizá exista otra, encarnada por esa tendencia libertaria de creernos con la autonomía para no depender de la limitación exterior, para poder actuar como nos de la real gana. Podemos saber como el ADN y las moléculas rebaten cualquier intento de posponer el inicio de la vida más allá de la formación del cigoto, centrados en motivaciones peculiares. La realidad de los cromosomas XX o XY, también es tozuda; se podrán modificar los comportamientos, pero difícilmente la constitución biológica congruente y radical. El ATROPELLO a la biología y a la Naturaleza dificulta las valoraciones adecuadas a la hora de aplicar los conceptos.
Me atrae el mensaje de Lao Tze, relativo a las dos opciones disponibles cuando tropiezo con algún obstáculo. Resignarme a tenerlo como enemigo, dispuesto a combatir con él. O por el contrario, transformarlo en un maestro, al aceptarlo y trabajar con mis cualidades, para pulir las maneras de afrontarlo. Alterar los OBSTÁCULOS, puede convertirse en una simple acumulación de frustraciones.
A la hora de afrontar las situaciones poco claras, podemos caer en el riesgoso fenómeno descrito como FORCLUSIÓN, por el cual eliminamos del razonamiento, alguno de los elementos básicos constitutivos de lo que somos. Con ese descarte claudicante nos lanzamos por el tobogán del enajenamiento progresivo, abocados a un futuro desconocido, antinatural y despersonalizado.
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