El cáncer de vulva es un tipo de tumor que afecta a la superficie externa de los genitales femeninos. A pesar de suponer menos del 1% de todos los tumores malignos de la mujer, y un 4-5% de todos los cánceres ginecológicos, constituye la cuarta causa de neoplasia del tracto genital femenino, tras endometrio, ovario y cérvix1. Por lo general, el cáncer vulvar se manifiesta como un bulto o úlcera en la vulva que, con frecuencia, produce escozor o prurito. Aunque puede ocurrir a cualquier edad, el cáncer vulvar se diagnostica con más frecuencia en las mujeres mayores, con una edad media global de 68 años, aunque en los últimos años, la edad de aparición ha disminuido, siendo las etapas precoces detectadas en los grupos etarios entre 45 y 60 años.
El doctor Javier de Santiago, jefe del Servicio de Ginecología Oncológica de MD Anderson Cancer Center Madrid, asegura que “nos encontramos con mujeres de muy avanzada edad que, por pudor, no se miran ciertas zonas, entonces el diagnóstico temprano es muy difícil. Es un tumor que evoluciona lentamente durante varios años, casi siempre llevan años con escozor en la zona lo que dificulta su detección temprana”. Además del prurito o la aparición de bultos o úlceras, otros síntomas del cáncer vulvar pueden ser dolor y sensibilidad, sangrado que no proviene de la menstruación o cambios en la piel, como cambios de color o engrosamiento.
El doctor de Santiago insiste en la importancia del diagnóstico precoz. “Hace 15 o 20 años realizábamos cirugías donde teníamos que extirpar toda la piel, todo el tejido de la vulva. Ahora, al diagnosticar más pronto, conseguimos hacer cirugías más limitadas al quitar el tumor con márgenes libres y estudiar, igual que en mama o cuello de útero, el ganglio centinela, en lugar de quitar todos”. Pero, insiste, que “esto ocurre cuando se enfrentan a tumores más pequeños, en los que pueden realizar cirugías más conservadoras”.
Tejidos que cicatrizan mal por la avanzada edad de las pacientes
Determinar el tipo de célula en la que comienza el cáncer vulvar ayuda a que el médico planifique el tratamiento más eficaz. En este sentido, existen dos tipos de tumores, el carcinoma vulvar epidermoide o epitelial escamoso, que comienza en las células delgadas y lisas que recubren la superficie de la vulva, y representa el 90% de las neoplasias vulvares; y el melanoma vulvar, que comienza en las células productoras de pigmento que se encuentran en la piel de la vulva. “El tratamiento es fundamentalmente quirúrgico y también se asocia después, en función del tamaño y del estadio de los ganglios, a radioterapia y, en menos ocasiones, a quimioterapia, si son muy avanzados o no se pueden operar porque afectan a la uretra”, advierte el jefe de Ginecología Oncológica de MD Anderson Madrid. “Para casos más avanzados o metastásicos optamos por la inmunoterapia, que vemos que está empezando a tener buenos resultados”, puntualiza.
No obstante, el principal problema con el que se encuentran los especialistas en las cirugías de este tipo de tumor es la cicatrización. Al ser en su mayoría mujeres de avanzada edad, su piel es más débil y “nos encontramos con tejidos que cicatrizan muy mal. Esto, además, es muy incómodo para las pacientes, la herida está muy cerca de la uretra y produce muchas molestias”, destaca el doctor. Edad avanzada o la exposición al VPH, factores de riesgo asociados al cáncer vulvar Aunque se desconoce la causa exacta del cáncer vulvar, ciertos factores aumentan el riesgo. El más habitual es la edad avanzada, ya que el riesgo de padecer cáncer vulvar aumenta con la edad. La edad promedio del diagnóstico se sitúa entre los 65 y 68 años. Asimismo, la exposición al virus del papiloma humano (VPH) aumenta el riesgo de padecer cáncer vulvar. Muchas personas jóvenes sexualmente activas están expuestas al VPH, pero para la mayoría, la infección desaparece por sí sola. En algunas, la infección causa alteraciones en las células y aumenta el riesgo de padecer cáncer en el futuro. De hecho, la actualización en la clasificación de los tumores de vulva, por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha dado importancia a su asociación con la infección por el VPH. Aproximadamente dos de cada tres casos no tienen relación con dicha infección, presentando un peor pronóstico que los carcinomas asociados a VPH1.
El tabaquismo y tener un sistema inmunitario debilitado son otros de los factores que aumenta el riesgo de padecer este tipo de tumor. Las personas que toman medicamentos para inhibir el sistema inmunitario, como las que se han sometido a un trasplante de órganos, y aquellas con afecciones que debilitan el sistema inmunitario, como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), tienen un mayor riesgo de tener cáncer de vulva. Por último, antecedentes de enfermedades precancerosas de la vulva o tener una enfermedad de la piel que afecte a la vulva también aumenta el riesgo.
|