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"Hace tiempo que debíamos haber comenzado a escribir sobre la Transición"

Entrevista al escritor Jesús Ruiz Mantilla
Herme Cerezo
miércoles, 11 de mayo de 2016, 08:47 h (CET)



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Jesús Ruiz Mantilla (Santander, 1965), periodista y escritor, ha cultivado a lo largo de su obra la narrativa y el ensayo. Es autor de las novelas ‘Los ojos no ven’, ‘Preludio’, ‘Yo, Farinelli, el capón’, ‘Gordo’ (Premio Sent Soví, 2005), ‘Ahogada en llamas’ y ‘La cáscara amarga’. Dentro de otros géneros, ha escrito ‘Placer contra placer’ y ‘Cantar la música’, que refleja su trayectoria como cronista musical a lo largo de dos décadas en el diario ‘El País’. En este periódico es donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera dentro de las secciones de Cultura, así como en los suplementos ‘Babelia’ y ‘El País Semanal’. También ha sido colaborador del programa ‘La ventana’ de la Cadena SER, cuando lo dirigía Gemma Nierga.‘Hotel Transición’, editada por Alianza, es su última novela y con ella ha conseguido el XVII Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones.

‘Hotel Transición’, la obra de Jesús Ruiz Mantilla galardonada por el jurado del Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones, editada por Alianza, es una novela con claros tintes autobiográficos que combina la inocencia con la mordacidad y la nostalgia con la crítica social. Un cruce de caminos entre el presente y el pasado, tejido con lucidez narrativa y la perspectiva que otorga el paso del tiempo. Protagonizado por Chucho, un niño locuaz, inquieto y curioso, que vive en un hotel que dirige Rocío, su madre, el libro nos ofrece un fresco reflexivo de los acontecimientos que marcaron aquellos años que van desde el atentado de Carrero Blanco, la muerte de Franco y el 23-F a la catarsis actual en su transformación de ciclo.

Algunos autores dicen que ganar un premio les otorga visibilidad, les permite comprar tiempo o gozar del reconocimiento de otros colegas que integran el jurado, ¿qué significa para Jesús Ruiz Mantilla ser galardonado con el Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones?
Es una especie de conglomerado de todo eso que dices y lo cierto es que, muchas veces, no sabes con qué alegría quedarte. Sobre todo es importante la seguridad que te proporciona el jurado que está detrás del premio, que ha leído la novela y ha considerado que has hecho un buen trabajo. El temor de un escritor es soltar la criatura para que se maneje por sí sola en la vida y, si la criatura gana un premio, pues significa que no se defiende nada mal.

¿Ganar un premio incrementa las posibilidades de publicar en España a fecha de hoy?
No lo sé, espero que sí, pero creo que las novelas hoy en día se venden puerta a puerta. En la época de las redes sociales, que nos vienen de maravilla y nos permiten estar tanto de todo lo que sucede, hemos vuelto al pie de librería, participando en actos y trabando contacto directo con los lectores.

¿Cómo surge la idea de ponerle este título a la novela?
Al principio el título era otro. Es mi forma de trabajar. Muchas veces elijo una palabra para cada libro y luego me pongo a escribir. En este caso escogí la palabra hotel, porque mi madre tenía uno en Santander y yo me crié allí. En el Cantábrico los inviernos son muy duros, porque la humedad te come los huesos, y, como en mi casa no había calefacción central, nos trasladábamos a vivir al hotel, que sí tenía y, además, era estupenda. Aquello era una especie de feria, un vecindario que cambiaba todos los días e incrementaba mi curiosidad por conocer el género humano, aunque entonces no era consciente de ello.

¿Es verdad que Juan José Millás tuvo mucho que ver con la idea inicial para escribir esta novela?
Sí, eso ocurrió durante la presentación de una de mis novelas en Santander cuando Juanjo Millás me dijo que cómo era posible que, habiendo vivido en un hotel, todavía no hubiera escrito una novela sobre ello.

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Has escrito ‘Hotel Transición’ en dos planos temporales.
En efecto, tiene dos planos, el del presente y el del pasado. Ahora que este país necesita un proceso de regeneración, hay que preguntarse en qué fallamos entonces para conocer el lado oscuro del fracaso de la Transición. Necesitamos revisar lo que funcionó mal para retomar el rumbo. Precisamente, creo que esa es la clave por la que me animé a escribir este libro y lo que, en principio, solo era una novela, terminó convirtiéndose en una pregunta sobre cómo podemos arreglar lo que hicimos mal entonces.

¿Ha llegado ya la hora de escribir sobre la Transición o aún es un poco pronto?
Hace mucho tiempo que debíamos haber comenzado a escribir sobre la Transición. No hay que tener miedo y esperar a que pase el tiempo para abordar las cosas. Philip Roth escribió sobre Clinton y Busch en su misma época y creo que aquí tenemos demasiada discreción para hacerlo y eso solo es una excusa que esconde la cobardía para no afrontar el tiempo actual. Por eso he tratado que el plano del presente de la novela tenga un cierto carácter documental. Utilizar la ficción basada en nuestros recuerdos, es otro motivo más para escribir sobre la Transición.

Porque ‘Hotel Transición’ es una novela, ¿no?
Sí, sí, es radicalmente una novela, una novela sin más, que no navega por géneros ambiguos con todas sus consecuencias y en el mejor de los sentidos. Y no tiene nada de novela histórica.

Has escrito novelas y libros muy relacionados con el mundo de la música, ¿’Hotel Transición’ tiene un telón de fondo musical?
Bueno, en este libro, como en todos los míos, hay una banda sonora clarísima que son los Beatles, David Bowie y también Mahler y Beethoven, aunque he de reconocer que aquí predomina más el rock alternativo y el pop más canónico protagonizado por John Lennon y Paul McCartney, porque ellos dos fueron los Mozart del momento. Su música ha superado ya la prueba de casi cuatro generaciones y ha traspasado el siglo XX, un siglo que tiene como género musical protagonista a la canción, como antes lo fue la sonata o la sinfonía, y en eso ellos dos son los mejores sin duda.

¿’Hotel Transición’ es un libro nostálgico?
Hay una puerta hacia la nostalgia, que a veces se cierra y que en realidad es una invitación a entrar para luego darte un pequeño rejonazo de realidad. Me interesaba la realidad para despistar, como un trampantojo.

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A la hora de abordar su lectura, ¿el lector se va a quedar más con el contenido o con la forma?
Puede que con el contenido, pero cuando entren a la lectura descubrirán el empeño y la ambición literaria que tiene la novela, porque hay un relato que ha sido armado con concentración y pasión, pero no a lo loco. Escribir el libro me ha supuesto un costoso proceso de trabajo, de reflexión literaria y de elaboración.

La portada muestra un televisor de los antiguos, la pequeña pantalla ofreció las mismas imágenes para todos forjando un imaginario colectivo común, ¿fue la televisión la gran protagonista de la Transición?
Hombre, en gran parte sí y también es protagonista de esta nueva transición de ahora. Me interesó mucho encontrar la complicidad colectiva, viniendo desde el pasado hasta hoy, a través de series televisivas como ‘Bonanza’ o ‘House of Cards’. Ahora no nos acordamos, pero entonces hubo muchas series que nos hicieron vibrar igual que hoy lo consiguen ‘Los Soprano’ o ‘Mad Men’.

La última cuestión por hoy: ‘Hotel Transición’ utiliza la metaliteratura para desvelar cómo se va escribiendo la novela, algo que se ha puesto de moda últimamente, ¿escribir así no le resta misterio a la narración?
No, no, esto no es metaliteratura sino antimetaliteratura, la metaliteratura es algo artificial para mí. Me atrevo a llamarlo transparencia literaria. Me interesa mucho esa tendencia que existe en la narrativa europea actual, aquí la practican Javier Cercas o Antonio Muñoz Molina, y que consiste en compartir con el lector el mecanismo de creación de la novela. Yo no sé si estoy haciendo bien o mal en compartir las dudas que me asaltan mientras escribo, pero lo que me admira es que es una propuesta arriesgada y vanguardista que conecta muy bien con el lector. Y conecta bien porque se basa en la transparencia.

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