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Ningún hombre vale la libertad de un pueblo

No es la primera vez que un país, una nación o un continente es víctima y verdugo del nacionalismo
Guillermo de Jorge
martes, 12 de septiembre de 2023, 09:05 h (CET)

Dicen que ningún hombre vale la libertad de un pueblo. Que la libertad de los pueblos no tiene precio. Que los hombres siempre han intentado ponerle barreras a los sueños. Compartimentar el alma. Levantar muros en las conciencias. En definitiva, establecer fronteras donde antes no las había.


La línea que separa el adoctrinamiento de lo que no es débil y casi ridícula. El sistema educativo es una herramienta del sistema que sirve para inculcar los valores capitalistas. Forman a sus alumnos desde el principio de uniformidad. Mantienen el criterio para que nadie pueda salirse de la norma. Si lo hace, posiblemente sea un mal alumno o una persona con falta de adaptación.


Quieren estudiantes dóciles. Enseñar es más sencillo. No quieren alumnos que pongan en duda el método. Que cuestionen el modelo de enseñanza. Que indaguen. Que no sean conformistas.

Todos ellos suponen el grupo humano perfecto para acometer los valores que el sistema cree conveniente. Les extirpan el espíritu crítico. Les seccionan la humanidad, la filosofía, la ética. Les pone a su disposición los nuevos estereotipos sociales a seguir. En algunos casos, la bandera que deben agitar. En otros, el cántico que deben proclamar. Todo muy pedagógico, eso sí. Todo perfectamente articulado para que su infancia no sufra -no vaya a ser que desde pequeños empiecen a poner los procedimientos en cuestión-.


La libertad de un pueblo no se adquiere, se conquista. No se da, se gana. No se pide, se consigue. Pero para que un pueblo decida levantar la voz y rebelarse, debe de existir un sentimiento de agravio, una opresión y una violación de los derechos fundamentales más íntimos. Este sentimiento se puede crear desde los preceptos del nacionalismo más profundo y más rancio. Lo pueden vestir, como se hizo en su momento, con el vestido más rojo y reluciente o con el matiz más mate y discreto posible.


No es la primera vez que un país, una nación o un continente es víctima y verdugo del nacionalismo: las banderas son tan sólo la puerta de entrada. El odio suele ser el mástil sobre el que se sustenta.


Dicen que la determinación es un arma que sólo debería de saber utilizarla los seres humanos buenos. Dicen. Y quizás puede que sea cierto. Lo que no contaban es que la determinación puede ser la mano que ondee una bandera. Y las manos, manos son. Como las más oscuras voluntades del hombre. Sólo tienes que agitarla, para saber en qué dirección va el viento. 

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Se dice por ahí, que hay tantas verdades como mentiras, pero, de entre las primeras, solo una se impone como verdadera, se trata de la verdad oficial. En cuanto a las mentiras, son simples mentiras creadas para que sus productores tengan una ocupación y su despliegue mediático sirva de entretenimiento al respetable. No pasa nada si estas últimas son inofensivas, es decir, si siguen el juego al sistema y se mueven en el terreno del espectáculo.

Ni sindicatos, ni organizaciones patronales, ni ONG's, pagan siquiera el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), dado que los Ayuntamientos también los han declarado exentos del pago de ese impuesto. Es de resaltar que el patrimonio inmobiliario de que disfrutan estas organizaciones, situado generalmente en las mejores zonas de las grandes ciudades, les obligaría a realizar unos importantes pagos anuales que en virtud de la ley eluden por completo.

En un mundo donde la información se pasea por las redes y los aparatos móviles y el papel va desapareciendo a ritmo de vértigo en las casas y en las empresas de todo tipo, es necesario recrearse un poco en estas misivas que siguen estando presentes, con tal de reivindicar su hegemonía, para recordarnos que si antes fueron muy importantes, lo siguen siendo ahora también en pleno siglo XXI.

 
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