El dolor desgarra el alma, pero la esperanza venda sus heridas. En la actualidad es inevitable experimentar la desolación que habita en el corazón humano, es notable ver que frecuentemente nos enfrentamos a la carga y fatigas que acompañan nuestra permanencia terrenal, a veces sentimos que la vida es tan cruel pues desde el instante que nacemos el médico lo primero que espera es vernos llorar y es en este preciso momento cuando empezamos a respirar, ya tenemos la oportunidad de pertenecer a un mundo que no conocíamos, mientras la madre sonríe con plena alegría, ya no es el dolor del parto por el cual quejarse es la vida expresada en ternura que se desarrolla y crece en sus brazos; es un misterio, un sublime milagro, en este proceso cada ser tiene su propia experiencia que cambia para siempre su historia, algunos tuvieron el calor, cuidado como el amor de sus padres, otros sin embargo, fueron abandonados, crecieron bajo el techo y abrigo de otras familias, esta verdad es tan fuerte y común que siempre ha sido así; es lamentable que en pleno siglo XXI se sigue viviendo.
Así mismo, cada individuo tiene su propio sendero en dirección a la realización personal, pero en este viaje encontramos el peso que hay en lo más íntimo del corazón, por las heridas, emociones mal gestionadas y los sentimientos más fuertes que contribuyen necesariamente a la vida o la muerte; esto es plenamente reflejado en bondad o acciones inauditas que las personas somos capaces de transmitir en diversas características influidas por el entorno. Sin embargo, el hombre posee inteligencia razonable para pensar y actuar con plena libertad transformando el momento en idílico presente; aun amenazado por el recuerdo del pasado tenemos la capacidad de elegir desde la libertad interna nuestros pensamientos, conductas, entusiasmo y esperanza para existir; puesto que a los seres humanos, nadie en lo absoluto puede quitarnos la fortaleza y pensamiento interior por que esto no desvanece ya que, se ha convertido en un continuo vigor que amerita al hombre una vida con sentido en las diversas capacidades creativas, aquellas personas que experimentan excelsos gozos en apreciar el mundo que les rodea, el deleite por el arte y de lo cual no puede privarse ya han descubierto el gran tesoro que guarda su ser.
¿Dónde se regocija el Alma para habitar en el cuerpo? Lo cierto es que el misterio nos acompaña en esta tierra donde somos caminantes, pero existe una realidad mucho más intensa que vamos descubriendo en cada paso, esta realidad es el amor inmerso en toda la gracia, el dolor y la libre decisión que esto conlleva, así mismo, aceptar la existencia en su plenitud, nos libera de la muerte temprana y vamos adquiriendo una elevación espiritual del alma, sin embargo es preciso encontrar la fuerza interior que es la suave brisa mientras el fuego de la pesadumbre nos abraza con sus llamas y nos lleva a conocer los abismos en el ser más profundo de las personas, dicho conocimiento nos recuerda que en la humanidad hay seres humanos de noble corazón como también de corazón perverso y por lo tanto nosotros decidimos ser lo que somos.
Es imprescindible que cada día encontremos el sentido verdadero, sentido por el cual existimos, aunque la noche sea oscura, el alma tiene su propia luz resplandeciente, esto lo logramos a través del pensamiento positivo que nos permite ver más allá de la oscuridad y del amor que es la mejor cura del corazón sin importar las circunstancias del presente.
Sobre la autora de este artículo:
Aracelly Díaz Vargas (nació el 17 de febrero de 2001 en Matiguás, Matagalpa, Nicaragua). Es escritora, columnista y poeta. Cuando era estudiante de primaria y secundaria se destacó siempre en la declamación de poemas de Rubén Darío. A su corta edad, descubre que le gusta escribir poesía y desde entonces no ha dejado de hacerlo. Actualmente tiene un libro inédito de poesía titulado Locuras de mi Soledad.
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