En 1918 se produjo el hundimiento del imperio otomano, aliado del derrotado imperio alemán, en una implosión acelerada por la rebelión árabe. La disgregación otomana implicó un desafío para las potencias colonialistas, que habían prometido liberar a los musulmanes de la opresión turca y al mismo tiempo devolver a los hebreos su tierra prometida, a cambio de la ayuda árabe contra los otomanos.
Pronto quedó claro que no hubo nobleza en el trato. Inglaterra y Francia olvidaron sus compromisos y se repartieron las dependencias turcas. El imperio británico tomó posesión de lo que conocemos como Irak, Palestina y Transjordania, en tanto los franceses se apoderaron del Líbano y Siria.
Al parecer, los colonialistas habían prometido el mismo territorio a la nación palestina y a los hebreos, en su afán de ganarse combatientes aliados para luchar contra los otomanos.
El coronel inglés Thomas Edward Lawrence acabaría consagrado por la historiografía occidental y el cine como protagonista central de la oportuna rebelión en el desierto, dejando su testimonio novelesco en su libro "Los siete pilares de la sabiduría".
El hundimiento otomano coincidió con una campaña internacional en busca de "un hogar nacional judío en Palestina", produciendose afluencia desde distintas latitudes, un proceso que creció por necesidad luego del surgimiento del antisemitismo nazi.
El extremismo sionista, al contrario de lo que pretende la narrativa autista, también regó de sangre la tierra reivindicada por las tres religiones reveladas.
Al grupo extremista judío Irgún se atribuye un sangriento atentado con bomba ocurrido el 22 de julio de 1946 en el hotel Rey David de Jerusalén, que dejó 90 muertos. En 1948 atacaron una aldea árabe ocasionando la muerte de más de 200 personas, operación acometida en conjunto con el Lehi, los "Luchadores por la Libertad de Israel".
Conocidos también como "La banda Stern", Lehi fue fundado en 1940 por Abraham Stern, un judío radical y miembro del Irgún que en 1940 no estuvo de acuerdo con la firma de una tregua con los británicos durante el tiempo que durara la guerra contra los alemanes. Disconforme, abandonó Irgún y fundó su propia facción.
Muchos grupos más proliferaron en esta tendencia, y perpetraron decenas atentados en todo el mundo, con una metodología similar a la que hoy condenan.
Aunque estas sangrientas historias impiden a los enterados tomar partido, algunos medios y diplomáticos serviles pretenden reciclar un relato caduco y maniqueo de la problemática que más parece apoyarse en pilares de ignorancia.
Una narrativa autista, lejos de sembrar futuro, solo puede prorrogar la contienda y está claro que debe superarse para buscar soluciones. LAW
|