El señor Zapatero tiene una forma muy especial de explicar en el Parlamento su personal y, por supuesto, rocambolesca forma de ver la situación de España, su vertiente económica y, como no, política. Uno se puede quedar embelesado viendo a ZP como, con sus manos, va describiendo gráficamente el proceso, lento por supuesto, de la caída “suave” que todavía nos queda por absorber de la cuota de recesión que nos toca, hasta llegar a “tocar fondo” y el optimismo, cargado de componentes demagógicos, con el que enfoca el momento de la reactivación que, en un principio, según sus anteriores predicciones, ya debiera de haber comenzado en el marzo pasado; pero, vean ustedes por donde, no sabemos si por discordancias con sus asesores económicos o, simplemente, porque lo dijo a boleo, se ha ido prolongando hasta que, ahora, ya ha llegado a la conclusión de que no vamos a levantar cabeza hasta el, no tan próximo, año 2011. ¡No siempre se puede acertar!
Ya sabemos que los que han cargado con el San Benito de ser “antipatriotas”, han sido tachados de pesimistas, agoreros, cenizos y gafes, tanto por el señor ZP como por el gobierno que dirige, por haberse atrevido a augurar situaciones que, por desgracia, se han ido produciendo puntualmente. Lo que ya le va a ser más difícil de refutar al señor ZP, por la entidad de la institución que formula los reproches, es lo que ha declarado el BCE, habitualmente tan moderado cuando se trata de formular advertencias a alguna de las naciones de la UE (hasta ahora siempre lo hacía por medio del Banco de España y del propio Ejecutivo de la UE), en este caso se ha mostrado extraordinariamente irritado con nuestro Ejecutivo, acusándolo de hacer trampas en solitario respecto a la sangría del mercado laboral. LD publica un informe devastador sobre lo que piensa dicha entidad de nosotros y de quienes nos gobiernan. Y es que, como dice el BCE: “El que niegue que las instituciones del mercado de trabajo español son defectuosas se está engañando”; y no lo dice por decir ni por desinformación, porque resulta obvio que nuestro país aporta la inquietante cifra del 40% de los parados a la región comunitaria. Añade, dicho organismo, que España necesita “una reforma laboral” y critica sin ambages al señor Zapatero, al señor Corbacho y a la flamante señora Delgado, por negar esta obviedad.
No será la primera vez que este columnista ha intentado poner una pica en Flandes en apoyo de las peticiones empresariales, denunciando la urgente necesidad de reformar, en profundidad el mercado de trabajo, de desacralizar la idea absurda de que el puesto de trabajo es un derecho vitalicio para quien lo ocupa y que los trabajadores sean considerados ajenos a los altibajos de las empresas en las que trabajan, como si la mano de obra no fuera uno de los factores más influyentes en los costos de producción. No se puede sostener con un mínimo de lógica que, una empresa en dificultades, una sociedad que está en crisis o un pequeño comerciante que ha visto como las ventas caían en picado, no pueda, con un procedimiento sencillo y rápido, evitar la quiebra mediante un ajuste de su plantilla. Sólo el cerrilismo interesado y demagógico de los sindicatos españoles, la cerrazón doctrinaria del Gobierno y la evidente incompetencia de una oposición dedicada a evitar todos aquellos temas que piense que le puedan costar votos; han convertido las plantillas de las empresas en cajas de hierro soldadas, tan difíciles de abrir como fáciles de tirarlas enteras al mar del desempleo; caso que se da cada vez que una empresa, por no haberse podido amoldar a tiempo a una dimensión apropiada a las circunstancias económicas y de mercado, ha tenido que bajar las persianas dejando a toda la plantilla sin trabajo.
Por supuesto que, con ello, no me quiero referir a que no se arbitren medios paliativos para que la gente en paro tenga medios para subsistir dignamente. Aquí me gustaría ver a UGT y CC.OO, emplear sus desmesurados patrimonios para que, en lugar de utilizarlos para hacer negocios y para sostener a los famosos “liberados”, ejemplo de estulticia e inoperancia; los pudiera aplicar a la causa de toda esta gente que se queda en paro; haciendo uso, si fuera preciso, de sus reservas económicas ( como hacen las Centrales Sindicales de otros países) en paliar, mediante subvenciones, las necesidades de aquellos que, por la circunstancia que fuere, no tuviera medios de subsistencia. Creo que es una idea que deberían meditar el señor Méndez y Fernández Toxo. ¿O no?
Contrariamente a las tesis sostenidas por el señor ZP, que se cansa de hablar de las “conquistas sociales” de los obreros españoles; de lo mucho que ha hecho el PSOE por los trabajadores y de su negativa cerrada a cualquier modificación de las estructuras laborales; hete aquí que viene el TCE y, de un plumazo, desacredita y pone en ridículo todo el entramado demagógico que, con ayuda de De la Vega, Pepino Blanco y el incompetente integral del ministro de Trabajo, señor Corbacho, habían estado pergeñando como socorrido sistema de propaganda y captación de votos. Porque, señores, lo que se nos dice desde allende nuestras fronteras es algo tan comprensible y de sentido común, como que “la segmentación del mercado de trabajo y la falta de flexibilidad son algunas de las causas del aumento de desempleo en España” ¡Oído al parche, señores del Gobierno! Si, si ya sabemos que, como es ya habitual, cuando se nos hace una recomendación sensata desde las autoridades europeas, nos saldrán ustedes descalificándola, diciendo que “en otras ocasiones se han equivocado”, etc. Pero no abusen de estas argumentaciones porque, al menos desde que comenzó la crisis de las “sub prime”, en todo lo que nos han pronosticado han acertado, desde nuestra inferioridad ante el embate de la crisis, hasta el hecho, tantas veces negado por nuestros gobernantes, de que vamos a ser de los últimos en salir de ella.
Y si alguien todavía piensa que estamos en Jauja, que mire a su alrededor y vea la situación de nuestras cajas de ahorro ( una provisión de 90.000 millones de euros para acudir en su ayuda); la morosidad de los promotores inmobiliarios que se ha multiplicado por 11 en un año, según el Banco de España el 7’5% de los créditos concedidos, con más de 24.462 millones de euros, que, si le sumamos las últimas refinanciaciones, se dispara al 10’4% con 34.000 millones de euros; la rebaja de los ratings de muchos de nuestros bancos y, sobre todo ello, la cadena de fallidos en nuestras industrias y comercios que, pese al optimismo del Gobierno, no cesa de alimentar el paro (otro de los temas en que, el BCE, rectifica al Gobierno al afirmar que la cifra real sobrepasa los 4.360.000 desempleados). Y a todo esto parece que, este gobierno del PSOE, este gobierno progresista y pro obrerista parece que nada más se preocupa de primar a los banco, vertiendo en ellos miles de millones de euros en ayudas masivas que, no obstante, no vemos que tengan ninguna repercusión en cuanto a los créditos y ayudas para las empresas, especialmente las pequeñas, y para familias. Lo peor es que no vemos que en nuestro ejecutivo haya voluntad política de acometer las reformas que España precisa y, ante tamaña irresponsabilidad, no cabe más que resignarse o forzarlo a rectificar. Muy difícil se nos presenta.
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