Las embarazadas mayores de 40 años tienen 6 veces más riesgos de tener un hijo con alteraciones cromosómicas (6%) que la población general (1%), según un trabajo a tres años realizado por el Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela de Madrid con pacientes de 41 años de media. El estudio reveló que el 34% presentaba cribado combinado de alto riesgo y una décima parte de ellos presentaba alteraciones cromosómicas en el feto, de los cuales el 6% tenía síndrome de Down. La posibilidad de malformaciones estructurales también se multiplicó (3,7% frente al 2,5% de la población general).
“Estos datos demuestran que plantearse un embarazo a cierta edad debe ser una decisión muy meditada y se debe tener toda la información sobre posibles complicaciones que pueden surgir”, indica la doctora Gloria Estaca, directora de la investigación.
Uno de los mayores miedos de las gestantes de más de 40 años es el “riesgo de cromosopatías, puesto que suelen estar bien informadas y saben a lo que se exponen como consecuencia de la edad”, comenta la doctora Estaca. Por ello, se realizan pruebas de sangre materna para analizar el ADN fetal y amniocentesis en casos de alto riesgo, “aunque muchas lo piden por ansiedad materna”, indica.
Otro de los riesgos para los hijos de madres maduras es el bajo peso al nacer. “La mujer sufre una serie de cambios fisiológicos a medida que envejece y que van a propiciar un entorno más hostil para el desarrollo de la gestación que puede tener como consecuencia, entre otras, un aumento de los problemas de placentación, lo que va a repercutir en la alimentación del bebé”, advierte el doctor Plácido Llaneza, presidente de la AEEM.
Riesgos para la madre
Por otro lado, los embarazos a edades superiores a los 40 años tienen una serie de complicaciones asociadas para la madre, entre las que se encuentran el riesgo de hipertensión gestacional (que eleva las posibilidades de parto prematuro), diabetes y hemorragia. “Uno de los mayores riesgos que existen durante el parto es el de hemorragia por diversas causas, como puede ser el hecho de que el útero no se contraiga”, explica. Una investigación publicada en mayo en Journal of Perinatal Medicine señala que la placentación anormal y tener más de 40 años son algunos de los principales factores de riesgo de ruptura uterina.
A pesar de ello, las españolas se encuentran entre las europeas que más retrasan la maternidad, según un reciente informe de la oficina europea de estadística, Eurostat. “Las mujeres retrasan la gestación por diferentes motivos (laborales, falta de pareja, etc.) y cada vez vemos más pacientes que consultan por deseo de gestación en edades superiores a los 40 años”, apunta el doctor Llaneza. En estas situaciones “es poco frecuente que se consiga un embarazo de forma natural y deben emplearse técnicas de reproducción asistida ya que a esas edades quedan pocos ovocitos en los ovarios (baja reserva ovárica) y además suelen ser de mala calidad por lo que es difícil su fecundación”, añade. Además, si ocurre, la posibilidad de aneuploidias (alteraciones cromosómicas) es alta, con lo que la implantación es poco frecuente. Las técnicas recepción de ovocitos donados por jóvenes pueden solventar estas dificultades, “por lo que cada vez vemos a más mujeres en etapas pre o perimenopáusicas buscando embarazo”, comenta este especialista.
Por eso el doctor Llaneza aboga por la elaboración de guías clínicas de actuación sobre los estudios a los que las futuras gestantes maduras deben someterse, “dado el mayor riesgo de estos embarazos para la madre o para el feto respecto a mujeres más jóvenes”.
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